Glosario feminista vivo ⎸Violencia de género en la relación de pareja
“En Cuba, en 2023, se han reportado hasta la fecha un total de 80 feminicidios, de ellos 66 fueron perpetrados por parejas o exparejas de las víctimas, según el subregistro de los observatorios independientes”.
La violencia de género constituye una grave violación a los derechos humanos. Al mismo tiempo, pone en riesgo la vida de las víctimas y tiene implicaciones de salud y protección. Cuando ocurre violencia de género en la relación de pareja, las mujeres se ven forzadas a abandonar sus casas y las comunidades donde viven, también se exponen a mayores riesgos de sufrir violencia física, sexual y psicológica, como violación, abuso sexual, trata de personas y prostitución forzada.
Según ONU Mujeres “La violencia de género se refiere a los actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género. Tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas”.
Fundamentos de la violencia de género
La violencia de género debe ser considerada como un problema social de enorme magnitud que influye en varios sectores. En el sector salud, por ejemplo, son notables el deterioro de la salud física y mental de la mujer que es víctima de violencia de género, además de los costos adicionales a los servicios sanitarios que presuponen para la afectada en territorios donde el acceso a la salud no es pública.
Al no tener garantizada la seguridad física y mental de la mujer tanto en los espacios públicos como en los privados, influye en la seguridad ciudadana. Mientras que en el sector educativo pueden marcarse la permanencia, reproducción y transmisión de valores y actitudes de relaciones no igualitarias. En cuanto a lo legislativo y judicial, se hace indispensable la reformulación o redacción de normas penales, civiles y administrativas, así como la modificación de prácticas jurídicas consuetudinarias que respaldan la violencia contra la mujer; mecanismos inoperantes que impiden el seguimiento legal de verificación del cumplimiento de las sanciones.
Algunos datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) revelan la magnitud del problema. Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual durante su vida. Cada tres segundos, una niña es obligada a casarse y tres millones de niñas son víctimas de ablación cada año. Más de un tercio de las mujeres asesinadas en el 2017 fueron víctimas de violencia de género en la relación de pareja, exterminadas por su pareja del momento o expareja.
Según un estudio de la ONU difundido en noviembre de 2023 en Viena, “casi 89.000 mujeres y niñas fueron asesinadas en 2022 en todo el mundo”. El mismo estudio destaca que la mayoría de las muertes se debieron a motivos de género. Por su parte, El reporte Asesinatos de mujeres y niñas por razones de género (femicidio/feminicidio) señala que el 55 % de estos crímenes, unos 48.800, fueron cometidos “por familiares o parejas íntimas”.
Violencia de género en la relación de pareja
La raíz etimológica del término violencia remite al concepto de fuerza. El sustantivo violencia se corresponde con verbos tales como violar, forzar. A partir de esta primera aproximación semántica, podemos decir que la violencia implica el uso de la fuerza para producir un daño.
La relación entre género y violencia es compleja. Según los datos probatorios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las desigualdades por razón de género hacen aumentar el peligro de violencia de los hombres contra las mujeres e inhiben la capacidad de las afectadas de buscar protección.
Es importante destacar que, si bien el problema de la violencia contra las mujeres es universal e histórico, no todas ellas están expuestas al mismo nivel de riesgo y peligrosidad. La violencia contra las mujeres en la relación de pareja se sustenta sobre una relación desigual de poder, donde el fin último no es la lesión sino la dominación y mantenimiento del poder y la autoridad en la relación. Lo habitual es que se sucedan los diferentes tipos de violencia de manera cíclica, y que, además, esos ciclos sean muchas veces imperceptibles o sibilinos.
El ciclo de la violencia
La teoría del ciclo de la violencia formulada por la psicóloga estadounidense Leonor Walker, detecta tres fases que se repiten sucesivamente en una estructura circular. La fase de acumulación de tensión, la fase de explotación violenta y la luna de miel.
En la fase de acumulación de tensión acontecen pequeños conflictos en la relación de pareja, que crean un clima de hostilidad y tensión permanente contra la autoestima de la mujer. Se inicia, por lo tanto, con la sucesión de abusos psicológicos. Los menosprecios constantes hacia la víctima, la actitud permanente de prepotencia, distanciamiento emocional y sarcasmo del abusador, los largos silencios, las demandas irrazonables hacia la mujer y el ataque verbal, son algunos ejemplos. La víctima intenta calmar la situación y se pliega a las demandas del agresor.
Durante la fase de explosión violenta, los abusos anteriores se materializan en un castigo psicológico, físico o sexual muy grave que el agresor inflige en su pareja. En la discusión, el agresor puede golpear puertas y paredes, creando un clima de violencia incontrolable, gritar, insultar, destruir objetos de valor sentimental para la víctima, impedirle salir de la casa, amenazarle, agredirle físicamente.
La mujer siente, entonces, temor, rabia, y acepta que la situación le desborda, que no puede razonar con el agresor. En este momento es cuando suele abandonar y denunciar a su pareja. A diferencia de la primera fase, la fase de explosión tiene una duración breve, pero las consecuencias son imprevisibles. Puede concluir con lesiones físicas e incluso con la muerte de la mujer y/o de alguno de sus seres queridos: menores (violencia vicaria), familiares, etc.
La fase de luna de miel o reconciliación se caracteriza por la manipulación afectiva. El agresor se muestra arrepentido, promete cambiar y es amable, detallista y cariñoso con su pareja. Sin embargo, aunque admite que lo ocurrido estuvo mal, se excusa recurriendo a técnicas de neutralización. Es decir, no se responsabiliza totalmente de sus actos ni tan siquiera en este momento, Se escuchan frases como: “es la tensión del trabajo”, “el alcohol”, “los familiares que se entrometen”, etc. Es más, no duda en corresponsabilizarla de lo sucedido.
La mujer no siente ya el peligro inminente de la fase de explosión, y el reforzamiento positivo de sentirse querida y valorada, junto al aislamiento social en el que puede estar confinada por parte del agresor, favorecen que crea que la agresión nunca volverá a repetirse, pero no es así.
La fase de luna de miel o reconciliación, suele ser la fase más vista a nivel mundial. Como señala esta fase, la mayoría de los agresores se rehúsan a reconocer sus actos de violencia, de maltrato y agresión hacia las víctimas, buscan excusas y diversos motivos del por qué agredieron a sus parejas echándole la culpa a cosas secundarias y muchas veces hasta a la propia mujer.
Consecuencias de la violencia contra la mujer
Las consecuencias de la violencia contra la mujer son múltiples y tienen efectos de corto y largo alcance tanto para ella como para sus hijos(as), la familia y la sociedad en su conjunto.
En el orden físico, provocan lesiones graves, deformaciones permanentes, e incluso serios desenlaces, como la incapacidad mental u orgánica e inclusive la muerte. La exposición a la violencia puede aumentar el riesgo de fumar, consumir alcohol o el uso de drogas; así como enfermedades crónicas como diabetes o cáncer y las relacionadas con el corazón.
A nivel psicológico se generan secuelas profundas: conmoción, desorientación y sentimientos de soledad, depresión, vulnerabilidad e impotencia, se puede llegar a sufrir enfermedades mentales y tendencia al suicidio. De hecho, el término suicidio feminicida proviene del suicidio que se ha cometido después de un ciclo de violencia que ha movido a la víctima a terminar con su vida.
En el orden social ocurre un deterioro de las relaciones personales, que paulatinamente conlleva al aislamiento, y en ocasiones, la pérdida del empleo debido al incremento del ausentismo y a la disminución del rendimiento laboral. También puede llevar al aumento de la violencia y hasta a la perpetración de un crimen.
Solemos preguntarnos por qué la mujer no denuncia enseguida la violencia y uno de los motivos es por la idea del amor romántico donde mantiene la esperanza en que la situación cambie. También la falta de apoyo familiar, social o económico.
El miedo a las posibles represalias con ella o con sus hijos, la vergüenza ante la sensación de fracaso o culpa, y el aumento de la tolerancia a los comportamientos violentos, son otros de los motivos. Se une a todo esto la dependencia que suele tener la mujer respecto a su pareja, bien sea psicológica y/o económica, el miedo al aparato judicial. Y muchas veces, aunque cada vez menos, no saber a quién dirigirse o a qué servicios acudir.
Violencia de género en la relación de pareja en Cuba
En Cuba, la Constitución de 2019 ha consagrado en su artículo 43 la obligatoriedad del Estado de proteger a las mujeres de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones y espacios, y de crear los mecanismos institucionales y legales al efecto. Con este trasfondo legal, además de otros gestos político-institucionales en la materia, diversas organizaciones ciudadanas están promoviendo la adopción de una Ley Integral contra la Violencia de Género (LICVG).
Según la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG) realizada en el país en 2016, el 26,6% de las mujeres había sido víctima de violencia en sus relaciones de pareja en los 12 meses previos a la encuesta, y el 39,6% había sufrido violencia en algún otro momento de su vida. La falta de estadísticas oficiales actualizadas no nos permiten analizar cómo ha empeorado o mejorado la situación en Cuba.
Sin embargo, datos corroborados por el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT) y Yo Sí te creo en Cuba, ofrecen algunas estimaciones. En Cuba, en 2022, de 36 feminicidios subregistrados, 26 mujeres fallecieron víctimas de sus parejas o exparejas. Y en 2023 se han reportado, hasta la fecha, un total de 80 feminicidios, de ellos 66 fueron perpetrados por parejas o exparejas.
El reconocimiento explícito de la violencia de género hacia la pareja o expareja en códigos penales y/o leyes integrales permite identificar y atender una especial tipología de agresión: la violencia ejercida contra la mujer a consecuencia de la desigualdad estructural. Su consagración en normas jurídicas posibilita la tipificación de una conducta dirigida, en exclusiva, no a un miembro más de la familia ―como expresión de violencia doméstica― sino a una mujer que resulta víctima de una agresión concreta, pero también de un sistema patriarcal y androcéntrico donde se reproducen dinámicas sociales tendentes a su revictimización.
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