Violencia obstétrica | Testimonio de Yusimí Ferreira de la Cruz

La hija de Yusimí sufre un retraso mental severo producto del sufrimiento fetal al que fue sometida durante su nacimiento.

| Observatorio | 01/02/2023
Violencia Obstétrica en Cuba
Violencia obstétrica en Cuba. Imagen: Partos Rotos

El proyecto Partos Rotos ha investigado la violencia obstétrica en Cuba. Encuestas, opiniones de especialistas, historias no contadas, se unen en este trabajo para intentar dibujar un panorama más real de lo que es parir en Cuba.

Entre los valiosos aportes de Partos Rotos están los testimonios de la experiencia del parto de madres cubanas, aquí compartimos el de Yusimí Ferreira de la Cruz.

Ilustración sobre parir en Cuba en un hospital y la violencia obstétrica que suelen sufrir las mujeres.
Parir en Cuba suele conllevar una experiencia de violencia obstétrica según constató la investigación desplegada por Partos Rotos. / Imagen: Partos Rotos

Testimonio sobre violencia obstétrica de Yusimí Ferreira de la Cruz: «Yo lo único que quiero es que nos salve a mí y a mi hija»

Con poco más de 34 semanas de gestación, Yusimí Ferreira de la Cruz pudo haber dado a luz a su bebé Angeline de los Milagros Grant Ferreira el 13 de junio de 2005. Esa mañana, el médico que la atendió recomendó una cesárea de urgencia que no fue realizada hasta tres días después, el 16 de junio. Las consecuencias del aplazamiento perduran hasta la actualidad.

Aunque han pasado 16 años, Yusimí no deja de preguntarse qué habría pasado (y cuán distintas fueran sus vidas) si en el hospital América Arias, conocido como Maternidad de Línea, hubieran seguido las indicaciones del doctor Ridel, de quien no recuerda el apellido pero tampoco olvida el nombre ni sus palabras de alerta: “De aquí (el policlínico) vas a ir directa para el hospital; llama a tu casa que te voy a hacer la orden porque estás con pérdida de líquido (amniótico)”.

Yusimí tampoco olvida que, cuando empezaron esos síntomas que derivarían en sufrimiento fetal, era lunes y ella acudió al médico porque tenía programada una consulta de rutina para pretérminos en el policlínico Guiteras, de la Habana Vieja.

“Mientras el doctor me ausculta, yo le comento que desde que me levanté esa mañana sentía que se me salía el orine aunque no tenía ganas de orinar. Entonces automáticamente me sube a la camilla para revisarme y luego de hacerlo me explica que me va a remitir al hospital para que me hagan la cesárea de urgencia”, relata.

La demora en el hospital fue determinante en la situación de Yusimí y su bebé

Ya en el hospital, “entrego la orden que él me da y los del equipo médico de guardia me dicen que no entienden por qué el doctor Ridel me remitió de urgencias si yo aún no estaba de parto”, cuenta. Así que determinaron dejarla en observación en el hospital, pero le dijeron que “no estaba para parto todavía”.

“Pasan las horas, el martes, el miércoles, y ya dejo de perder líquido y comienzo con unas manchas, siento mucho dolor abdominal, y el jueves en la mañana ya no podía más. Me preparo para ir al baño porque veo que ya el sangramiento es mucho más abundante que el día anterior.

«Llamo a mi mamá (que no se había quedado conmigo porque supuestamente todo estaba bien) y le explico las condiciones en que estaba porque tenía un dolor de ovarios muy fuerte. Cuando mi mamá llega se indispone, se altera, tiene careo con los médicos y cuando revisan la historia clínica, yo tenía una orden de ultrasonido de urgencia que no se me había hecho.

«Me llevan a hacerme el ultrasonido y la especialista nos dice: ‘mamá, corran porque ni ella ni la bebé’”, relata Yusimí.

Yusimí: «…Doctora, yo lo único que quiero es que usted nos salve a mí y a mi hija…»

Automáticamente (rememora Yusimí) la sientan en el sillón de ruedas y al entrar el elevador, una doctora que conocía a su mamá la saluda y le pregunta: “¿qué pasa, por qué estás aquí?”.

“Mi mamá le explica: ‘mira, Milagros, esta es mi hija, que la tengo aquí y me acaban de decir que corramos’. Yo le digo: ‘doctora, yo lo único que quiero es que usted nos salve a mí y a mi hija. Si usted logra salvar a mi bebé, yo le voy a poner su nombre’. Ella me lleva a la sala, me chequea y me dice que no hay tiempo, que yo requiero cesárea de urgencia.

«‘Te voy a poner la anestesia, no te muevas, quédate en la posición que te la voy a poner y todo va a salir bien’, me dice. Mi hija nació pesando 1,620 kilogramos, estuvo 42 días en la incubadora adquiriendo peso”.

El triste resultado de la violencia obstétrica: parálisis cerebral infantil

Sin embargo, pasado ese tiempo, a Angeline de los Milagros le dan de alta “como una bebé normal”, explica Yusimí. “Fue un alumbramiento prematuro porque yo presento el parto con 34.5 semanas, por lo que ella no tenía el peso adecuado y con el proceso de los días previos al parto, perdió peso también.

«Pero no se le hizo un estudio sino hasta los seis meses, cuando su evolución no era la que correspondía y la familia paterna la llevó a hacerle un estudio general que es el que revela su discapacidad”.

La madre relata que a la niña “se le hizo una resonancia magnética que determinó que tenía una atrofia cortical difusa con ligera dilatación asimétrica de ambos ventrículos laterales”. En resumen, el diagnóstico fue de parálisis cerebral infantil con hemiplejia izquierda.

Sobre la parálisis cerebral infantil

De acuerdo con los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) la parálisis cerebral infantil (PCI) comprende un grupo de trastornos que afectan la capacidad de una persona para moverse y mantener el equilibrio y la postura.

Es, según esta fuente, la discapacidad motora más frecuente en la niñez y es causada por el desarrollo anormal del cerebro o por daño al cerebro en desarrollo que afecta la capacidad de la persona para controlar los músculos.

En muchos casos también viene acompañada de afecciones como discapacidad intelectual, convulsiones, problemas de la vista, el oído o el habla, cambios en la columna vertebral o problemas en las articulaciones.

Angeline padece retraso mental severo tanto motor como en el habla producto de un parto violento

“Angeline, desde los seis meses, tiene diagnosticado retraso mental severo tanto motor como en el habla. A los dos años fue que empezó a incorporar habilidades como tratar de sentarse o pararse”, describe la madre.

“En estos momentos, debido al déficit de rehabilitación (solo le hacían ozonoterapia durante ingresos de tres meses) sus habilidades son limitadas: se sienta y, con la mano derecha, que no la tiene afectada, escribe. Logra hablar, intercambiar conversaciones, está matriculada en una escuela, sabe razonar, e intelectualmente no está tan dañada a pesar de que científicamente en los estudios sale un daño bien severo”.

Retrato de Yusimí y su hija, testimoniante sobre violencia obstétrica para el proyecto Partos Rotos.
Retrato de Yusimí y su hija, testimoniante sobre violencia obstétrica para el proyecto Partos Rotos. / Imagen: Partos Rotos.

“Y todo eso ellos determinan que fue por el sufrimiento fetal durante cuatro días desde que comencé con la pérdida de líquido amniótico y no se me hizo la cesárea de urgencia. Al ella estar sufriendo durante esos días se le produjo la lesión, el daño cerebral”, asevera.

Pese a que la madre está convencida de la negligencia que les cambió la vida, los médicos nunca se hicieron responsables: “No he recibido reparación alguna. Cuando diagnosticaron a la bebé, los que demoraron la cesárea estaban de misión fuera de Cuba y luego desertaron”, detalla.

Quien no deserta es Yusimí. Han pasado 16 años y su hija, ahora adolescente, continúa dependiendo de ella como el primer día en tanto que necesita cuidados de por vida.

Yusimí no ha recibido apoyo de las autoridades cubanas

“Hasta el sol de hoy, nunca he recibido apoyo de las autoridades. Mi situación de vivienda es crítica. Hoy hace tres meses que me colé en la vivienda donde estoy porque ni Vivienda ni el gobierno han dado pasos para apoyarme con mi situación, que requiere desde pañales que ellos venden en MLC hasta alimentación”, precisa.

Ahora, además, Yusimí se hace cargo de su segunda hija, Amor Cataleya Ferreira de la Cruz, nacida el 22 de agosto de 2013. Las tres sobreviven con la chequera que recibe Angeline: “es de 3660 pesos y yo soy madre soltera, de ella y de la menor, de ocho años. Todo cada día aquí es más caro, más difícil. Esa es la vida que llevo con Angeline y con Amor”.

Mediante sus redes sociales, dejó a disposición de las autoridades una carta en la que revela “las disímiles acciones” que ha acometido “ante varias instituciones estatales a fin de canalizar y obtener la más urgente y humana atención para la grave situación de vivienda, económica, de salud y social” que les aqueja.

Yusimí: “A veces ni yo misma sé de dónde saco la fuerza para luchar cada día…»

“A veces ni yo misma sé de dónde saco la fuerza para luchar cada día. La situación con las niñas, en particular con Angeline, es muy difícil. Ahora la tengo sin silla de ruedas, he agotado las vías, pero solo hay en el mercado negro a 12000 pesos, ¿de qué manera voy a poder pagar ese precio? Sin la silla no la puedo enviar a la escuela.

«Los pañales desechables me cuesta muchísimo conseguirlos, sale en 1400 pesos un paquete de diez (en el mercado negro), en MLC, 8. Es aseo, comida, merienda, cremas para sus escaras y todas las necesidades de mi hija.

«Y verdaderamente tengo que hacer magia, tanto desde el lado económico como del emocional, porque muchas veces me siento sin fuerzas para seguir, me siento desilusionada, derrotada y pienso que no va a haber un mañana. Aquí en Cuba por más que te esfuerces, para todo hay obstáculos”.

(Texto de Darcy Borrero Batista)

Publicado originalmente en Partos Rotos.

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