Amor romántico, mono-norma y armario: una relectura de “Ser de sol” de Buena Fe

"La moralización de la sexualidad y de los vínculos relacionales que no reverencian al amor romántico, colaboran con el pensamiento colonial".

24/01/2022

Reza un refrán popular: “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. No es que ahora vayamos a adherir (al menos yo no voy a hacerlo) a la mitología cristiana que está implícita en ese refrán, pues de entrada sabemos que esas dicotomías de la catequización: cielo/infierno, heroínas y villanas, santas y putas, obediencia y pecado, hacen parte del engranaje colonial que fue impuesto en los territorios de Abya Yala. No es sin razón que lxs decoloniales insisten en recordarnos que la colonización no acabó y es preciso que tomemos en serio esa premisa.

Justamente por eso es que, una lectura decolonial y anticolonial del amor nos ayuda a evidenciar que ese instrumental ideológico —cielo, heroínas, santas y etc.—, es un mecanismo muy bien diseñado por cisheterolandia para intentar colocarnos en armarios y prisiones que son eufemísticamente llamados de “el diseño original que Dios creó”. Como dijo Robertico Ramos Mori en un tweet: —¿Desde cuándo Dios es diseñador? Un poco de respeto para les artistas people. A partir de la sospecha permanente frente a ese tipo de narrativas romantizadas, me parece interesante reflexionar sobre el modo como la canción “Ser de Sol” de la autoría del dúo Buena Fe y Descemer Bueno, y el audiovisual que le acompaña de Ian Padrón, se insertan en el proselitismo cisheterosexual con el que somos catequizados día a día.

Hace unos años atrás, los propios intérpretes de esta canción criticaban el modo en que el audiovisual había sido tratado en la televisión nacional, aludiendo que el mismo estaba siendo objeto de censura.

A simple vista puede parecer que esa crítica de Buena Fe implica una postura revolucionaria, sin embargo, una lectura atenta nos muestra cómo existen argumentos bien conservadores que preservan un orden social hegemónico. Quiero detenerme en algunos de los argumentos que Buena Fe usó en aquel momento para cuestionar la censura del audiovisual por parte de la TV cubana:

Nuestra propuesta está arropada con el arte necesario para exponer con belleza una historia que podría pasarle a cualquiera de nosotros, en cualquier lugar del mundo” […] “Estamos muy satisfechos con las soluciones artísticas que Ian Padrón y su equipo de filmación encontraron para narrar la historia, muy ajenos a la vulgaridad, la torpeza o el mal gusto que muchas veces se nos transmiten por la propia televisión cubana, pero con vídeos de factura extranjera”.

O sea, de entrada, la relación vivida por dos mujeres, precisa ser higienizada, purificada, presentada solo a partir de ciertos estándares estéticos que la arroparían de “buen gusto”, la retirarían del campo de “lo vulgar”. ¿Entonces, a priori, las relaciones no heterosexuales ocupan el terreno de lo marginal, de modo que es preciso rescatarlas y salvarlas? Esta retórica salvacionista es el fundamento del pensamiento colonial. ¿Pero qué significa salvar a las sexualidades disidentes? ¿Salvarlas de qué y cómo? Sabemos que estar en los márgenes no es una simple descripción de los deseos y prácticas disidentes de la heterosexualidad, sino un efecto político derivado de la hegemonía heterosexual, que se coloca como centro, principio y fin de todo; de ahí que tomándose a sí misma como referencia, la heterosexualidad establece los parámetros de lo que sería una “sexualidad normal, bella, saludable, y natural”. Así, las sexualidades disidentes de la heteronorma solo serían legítimamente televisables si y solo si, están coronadas por el “manto del amor”, como si otras formas de relacionarse que no estén mediadas por el amor fuesen menos legítimas, menos válidas.

Y noten que este tipo de higienización moral no aparece cuando se trata de relaciones heterosexuales que ocurren de forma paralela a vínculos formales. No hay que ir muy lejos ni necesitamos situar eso como un “problema de vídeos de factura extranjera”. Nunca oí a ningún realizador de productos audiovisuales de factura nacional, operar con la lógica que esgrime Buena Fe: “vamos a presentar el adulterio cis hetero con soluciones artísticas que lo distancien de lo vulgar, de la torpeza o del mal gusto”. Y eso no sucede justamente porque hay una inmunidad moral en torno de las diferentes capas que componen al “amor romántico”: heterosexualidad, monosexismo y monogamia compulsorias, términos que ampliamos al final de este texto.

Tanto la música como el videoclip de “Ser de sol” me parecen una especie de tratado filosófico en el que se propone una “ontología solar” como cúspide y contraste de “anochecer”, ser de sombras o vivir en las sombras. ¿O será que esta gente se inspiró en Rubiera, el meteorólogo, a la hora de escribir esta canción? Elucubraciones aparte, acompáñenme en este raciocinio a partir de la propuesta del clip.

Y ahora resulta amor que para ti solo atardecía, la luna de tu noche no era YO quien la tenía. Y ahora qué hago con tanta luz, no me acostumbro a ser de sol, recuperándome de tu traición…

¿Por qué rayos el deseo sexual que no tiene a un macho como centro o que no opera por la vía de la exclusividad sexual tiene que ser colocado en el campo de “para ti solo atardecía”? ¿Por qué se presume que para ellas era “solo un atardecer” por el simple hecho de que ese vínculo con un hombre, coexiste o es concomitante con otros deseos y vínculos sexuales? ¿Por qué no considerar que la bisexualidad junto con acuerdos sexuales no monogámicos (que implican, entre otras cosas, una pluralidad de relaciones coexistiendo) son también una posibilidad existencial y no tienen que implicar un “atardecer” como contraste de un amanecer? Por tanto, esa narrativa de “para ti solo atardecía” es tanto homofóbica como bifóbica.

Se puede amanecer, estar en la cúspide del placer y de la realización fuera del campo del monosexismo. Sin embargo, este tipo de discursos —ya sea a través de las artes, del discurso jurídico, religioso y otros— expulsan tanto a la bisexualidad, pansexualidad como a las relaciones no monogámicas, para el campo de lo ininteligible como si fueran inexistentes, descartando así la posibilidad de pluralizar el deseo y de que ello ocupe el lugar de lo posible, un lugar de reconocimiento inclusive dentro de la comunidad LGBT donde no pocas veces también suelen ser invisibilizadas con todas esas narrativas homonormativas de querer parecerse cada vez más a la pareja cis hetero de la telenovela cubana (pero eso es tema para otra conversación).

El videoclip de “Ser de Sol” de Buena Fe, colabora para presentar la sexualidad disidente de la heteronorma como algo que tiene que ser vivido en la clandestinidad, ocultado, por tanto, algo a ser descubierto y tratado como un gran secreto nacional. Lo que se perdió el M-26 de julio fue mucho con demasiado al lado del dispositivo cisheterosexual, construido sobre la base del secreto que induce, por tanto, la confesión y la culpa como vía de redención.

LLa moralización de la sexualidad y de los vínculos relacionales que no reverencian al amor romántico, colaboran con el pensamiento colonial donde todo lo que no es mono (monogamia y monosexismo) es desvío, pecado, ballú y desorden.

Es impresionante cómo en pleno siglo XXI, la sexualidad hetero-disidente es noticiada como un “suceso”: — ¿tú sabías que fulana, esa artista famosa, es lesbiana? ¿Hasta cuándo la sexualidad que no es hetero va a ser tratada como un suceso extraordinario que necesita ser revelado? Esos momentos me ayudan profundamente a ejercitar mi paciencia sin revirar los ojos de tedioooo. Sí, así, infinito tedio. Es para eso que sirve, entre otras cosas, la ficción del armario, para promover de forma incesante la búsqueda de aprobación de los deseos y prácticas sexuales que escapan de la norma. Y es así como surgen formas de higienización moral de las sexualidades disidentes: “ah, es gay pero está casado”; “son lesbianas pero ellas se aman”; “amor es amor”. ¿Y si no fuera amor? ¿y si la gente no quiere casarse? ¿y si la gente no quiere adherir a la exclusividad monogámica, cuál es el fucking problema?

Continuar promoviendo ese tipo de discursos del amor como algo que “nos salva” y nos purifica, es un tiro en el pie para la propia comunidad LGBT donde esos discursos son bien frecuentes. ¿Por qué son un tiro en el pie? Porque la moralización de la sexualidad y de los vínculos relacionales que no reverencian al amor romántico, colaboran con el pensamiento colonial donde todo lo que no es mono (monogamia y monosexismo) es desvío, pecado, ballú y desorden. Y de sobra sabemos que hay mucha violencia intrínseca en el “amor romántico”.

Como afirmó María Lugones, una de las precursoras del feminismo decolonial, la colonización se sustentó tanto en una división binaria del mundo, como en un sistema de jerarquía que coloca en un podio olímpico, uno solo de esos lados previamente divididos. Ese pensamiento colonial continúa reproduciéndose a través de las formas que concebimos la sexualidad y el afecto, las que implican amputar la multiplicidad en nombre de un supuesto lugar supremo donde reina lo que mi amiga Geni Núñez designa como las monoculturas occidentales. Es preciso salir de ese ciclo repetitivo — amanecer/atardecer/ser de sol/anocheciendo — de las dicotomías cartesianas, viabilizando espacios para la descolonización del pensamiento, de los afectos, de las formas de habitar el mundo.

Glosario de términos:

Monosexismo: Puede ser considerado un tipo de ideal regulatorio según el cual la atracción apenas por un género/sexo, sería la forma superior o más legítima de relacionarse. Así tanto la heterosexualidad, las relaciones homosexuales y las relaciones lésbicas estarían situadas en el campo de las monosexualidades. La atracción erótico-sexual por un solo género/sexo no es en sí misma correcta o incorrecta. El monosexismo surge cuando aparecen discursos y prácticas que colocan la atracción por un único sexo/género en un podio moral, situando a la bisexualidad, pansexualidad y sexualidades fluidas, en el lugar de desvío, invisibilización o deslegitimación.

Monogamia: A grandes rasgos se trata de una norma impuesta social y jurídicamente que implica la exclusividad sexual, el casamiento o unión consensual como el único acuerdo relacional digno de reconocimiento y la centralidad de la entidad pareja por sobre otros vínculos sociales como amistades, familia, etc.

Bifobia: Alude tanto a la invisibilización como a la deslegitimación de la bisexualidad, lo que a veces se manifiesta a través de discursos tales como que las personas bisexuales “están confundidas”, “pasando por una fase”, “no saben lo que quieren”. La bifobia es un efecto del monosexismo en el sentido de que este no admite la pluralidad y la concomitancia del deseo sexual.

Algunas referencias usadas para elaborar este texto fueron:

LUGONES, Maria. «Rumo a um feminismo descolonial». Revista Estudos Feministas, v. 22, n.3, p. 935-952, 2014.

NÚÑEZ; OLIVEIRA; LAGO: «Monogamia e (anti)colonialidades: uma artesania narrativa indígena». Revista Teoria e Cultura. Programa de Pós-Graduação em Ciências Sociais – UFJF, v. 16 n. 3, Dezembro, 2021.

OYĚWÙMÍ, Oyèronké: La invención de las mujeres: una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género. Bogotá: Editorial En La Frontera, p. 316, 2017.

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Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.