La violencia de género se combatirá por igual en países de la Unión Europea

| Mundo | Opinión | 20/09/2021
Marcha feminista, 8 de marzo de 2019, Madrid. Foto: Francis Sánchez.

El Consejo de la Unión Europea (UE) decidió considerar a la violencia de género como el décimo eurodelito del área, para lo cual se trazará una política común para combatirla. La medida es la respuesta a una resolución aprobada este 16 de septiembre tras el debate en el seno del Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica, con 427 votos a favor, 119 en contra y 140 abstenciones.

"La violencia de género se define como un ámbito delictivo que cumple los criterios especificados en el artículo 83, apartado 1, del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea", reza el artículo 1 de la decisión, que entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea.

Las razones que sustentaron la propuesta parlamentaria se basaron en el informe de la Comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género del Parlamento Europeo (FEMM), que habla de la especial gravedad de la violencia de género en países del bloque, la dimensión transfronteriza de los casos y la necesidad de armonizar legislativamente lo que en la realidad incumbe por igual a todos.

Como diría en su intervención este jueves la eurodiputada por el Partido Popular (PP), Rosa Estaràs, la resolución "ayudaría a tener una definición común y a combatir con criterios comunes esta violencia", por lo que "toda la humanidad saldría beneficiada".

Lo que promueven Estaràs y otras eurodiputadas es la aplicación del citado artículo 83 del Tratado de Funcionamiento de la UE, sobre "cooperación judicial en materia penal", pues la violencia de género reúne al decir de las expertas todas la condiciones para ser considerado un eurodelito, como ya lo son según el tratado el terrorismo, la trata de seres humanos y la explotación sexual de mujeres y niños, el tráfico ilícito de drogas, el tráfico ilícito de armas, el blanqueo de capitales, la corrupción, la falsificación de medios de pago, la delincuencia informática y la delincuencia organizada.

Por su parte, María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada por Podemos y vicepresidenta de la FEMM, estima que “incluir la violencia de género en la lista de ‘eurodelitos’ fijaría una definición común de sus formas y de las sanciones aplicables, igualando la protección de las mujeres en todos los Estados miembro y reconociendo el carácter estructural del problema”. Opinión que comparten Encarna Bodelón, del Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) y Evelyn Regner, eurodiputada por el Partido Socialdemócrata de Austria y presidenta de la FEMM. Esta última ha señalado además que la política común reducirá los costos millonarios que la violencia de género ocasiona a las economías de la región.

La resolución aprobada, la A9-0249 de 2021, consta de 70 artículos en los que resalta la alerta sobre la comunidad LGBTIQ+, como uno de los blancos más vulnerables de la violencia de género en Europa, según los informes consultados. Otros aspectos importantes son la clasificación de la ciberviolencia y sus métodos contemporáneos, especialmente la ejercidad contra niños y niñas que comienzan a acceder a las tecnologías, así como el preocupante aumento de este tipo de violencia durante la pandemia de la Covid-19. Igualmente destacable es el acápite que responsabiliza a los estados en la protección, apoyo y reparación a las víctimas de la violencia de género en el continente.

Hola Madrid. Escena de marcha feminista. Foto: Francis Sánchez.
Feminismo decolonial en marcha en Madrid, 8 de marzo de 2019. Foto: Ileana Álvarez.

Lo que sigue: la adopción de un modelo ¿España o Suecia?

Aunque la aprobación de la violencia de género como eurodelito —equiparándolo al terrorismo— es un notable paso de avance, los que sigue es el desarrollo de una directiva con normas mínimas y una definición común de delitos y sanciones que los estados miembros estarían obligados a aplicar, para lo cual aparecen algunos escollos señalados en la resolución.

El principal problema es la oposición interna de países como Bulgaria, República Checa, Hungría, Letonia, Lituania y Eslovaquia, que no han firmado ni siquiera el Convenio de Estambul o Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, un precedente de menor amplitud del documento votado en estos días. Otros como Polonia amenazan con seguir a Turquía en la salida del acuerdo.

Además de estos hechos, que harían sólo "moderadamente factible", como apunta la resolución, la aplicación de leyes contra el nuevo eurodelito, está la visible disparidad legislativa en la tipificación del problema de los distintos estados europeos.

El fenómeno de no tipificar la violencia de género vuelve engorroso el discernimiento sobre las cifras reales del problema, a lo que hay que añadir que no todos los tipos de violencia de género son tenidos en cuenta, inclusive en el seno de debates especializados en el tema. De allí la necesidad del consenso y de la creación de canales de comunicación para intercambiar información sobre los casos pertinentes y combatirlos de conjunto.

Basta citar los casos de Francia y Finlandia, quienes sólo califican la violencia doméstica o familiar y lo hacen castigándola dentro de otras figuras delictivas no específicas.

En un informe del EIGE, en 2019, Bodelón propone la adopción de los modelos jurídicos de España y Suecia, países pioneros en la lucha contra la violencia de género.

Los modelos son algo distintos, pues los suecos se limitan a considerar la violencia cuando es recurrente y en el ámbito de la pareja, mientras que los españoles incluyen la violencia sexual, física, psicológica, económica y de otras índoles en un ámbito de las relaciones, es decir, es mucho más amplia su concepción de la violencia de género. Estos modelos podrían ser tomados en consideración en la directiva que debe trazar el Consejo de la UE en los próximos días, por ser, según la especialista, de los más avanzados en el área y de los de mayor eficacia en la erradicación del problema.

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