Las políticas de l@s “vulnerables”: provocaciones butlerianas
Judith Butler: "Reducir la vulnerabilidad es importante, pero ¿será que esa forma de enunciación, contrarresta, de hecho, las formas estructurales de violencia que lanzan a las poblaciones a la precariedad?
Preámbulo feminista
Esta columna de opinión que yo escribo, desde el primer día firmó su compromiso con los feminismos. Hay varias metáforas que sintetizan qué son los feminismos. Yo suelo verlos como una forma de acción en el mundo, sobre todo si pensamos en una acción colectiva, con fundamentos éticos y políticos que tienen como horizonte la emancipación social.
Una de las lecciones feministas que considero valiosa es que esas acciones de transformación social pueden ser mejor direccionadas cuando se fundamentan en saberes críticos, saberes producidos en el seno del movimiento social feminista y de las teorías feministas. Se trata de saberes que tensionan el sentido común o las perspectivas ordinarias de comprensión de los fenómenos sociales que nos circundan. Nada más práctico que una buena teoría, ya diría Kurt Lewin, que ni feminista era. Dicho esto, me gustaría compartir algunas inquietudes que me han provocado las recientes lecturas que propone Butler sobre la idea de vulnerabilidad y de poblaciones vulnerables. Pienso que tales ideas nos ofrecen pistas para perfilar las políticas que queremos seguir reivindicando desde nuestro lugar de minorías sociales.
El luto como premisa ética
Judith Butler tiene una vasta obra en el campo de los estudios de género y sexualidad, siendo responsable de un punto de inflexión importante en este campo cuando propuso, en los años ´90, su teoría de la performatividad, que no es más que un abordaje feminista que retira al género de su carácter esencialista. Obvio que había un camino trazado desde que Simone de Beauvoir dijera: “nadie nace mujer, se llega a serlo”.
Pero Butler fue más lejos señalando que el género sólo existe como acción, en la medida en que repetimos todos los días un conjunto de actos estilizados (maquillarse, depilarse, construir un cuerpo en un gimnasio y otras acciones generificadas) que crean la impresión de una “esencia femenina/masculina”. Ojo para no confundir eso con una perspectiva constructivista o que niega la “materialidad del cuerpo”. Ante la duda, sugiero que lean “El género en disputa” y “Deshaciendo el género”. Esos dos libros desmienten cualquier insistencia en colocar a Butler dentro del constructivismo.
Como una observadora atenta que siempre ha sido de la esfera política, sabemos que el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, instigó lecturas y análisis profundos en Butler. Mientras los Estados Unidos estaban buscando aprobación para su respuesta bélica a ese acto terrorista, Butler, ella misma ciudadana estadounidense, cuestionó: bueno, si las vidas que se perdieron en ese atentado merecen un luto y una conmoción mundial, las vidas que ustedes —gobiernos estadunidenses— mantienen destituidas de garantías legales en la prisión de Guantánamo, casi muertas en vidas, sin ningún amparo legal, no tendrían derecho a esa misma conmoción? A partir de ahí su interpelación fue en el sentido: ¿cuáles vidas importan? ¿cuáles vidas merecen ser lloradas públicamente? ¿cuáles son los criterios normativos que la sociedad establece para ese derecho al luto? Un lector desatento puede pensar que esas preguntas están fuera del ámbito feminista. Sin embargo si las expandimos a las vidas LGBTQIA+, a las vidas de las mujeres que sufren feminicidios con la impunidad de las estructuras jurídicas, es fácil concluir que la pregunta acerca de cuáles vidas importan es una pregunta feminista.
Límites y posibilidades de la categoría vulnerabilidad
Podemos concordar en el hecho de que un conjunto de vidas que son consideradas como descartables, que no son lloradas cuando son interrumpidas (por el feminicidio, el racismo, la lgbtfobia, las injustas políticas migratorias, etc), forman parte de los grupos vulnerables. Sin embargo, dice Butler, es necesario que no reduzcamos esas existencias a la condición de vulnerabilidad. Es preciso que no invoquemos a esa vulnerabilidad como fundamento de políticas de igualdad o justicia. ¿Por qué? Vamos a entender por los menos tres razones:
*Parafraseando a Butler, la misma señala que aunque ella no se opone a la proliferación de documentos de vulnerabilidad que permitan, por ejemplo, que más migrantes crucen las fronteras, que más denuncias sobre feminicidio sean realizadas; la tarea no es reforzar la vulnerabilidad como una identidad. Primero porque eso acaba eclipsando el carácter sistémico, estructural que induce esa posición social vulnerable. Segundo porque ese gesto irrespeta la dignidad humana de personas que, aún en la más absoluta precariedad, resisten, persisten.
** Muchas veces en nombre de la “vulnerabilidad” se espera, y hasta se exige protección policial y estatal. Sin embargo, ese tipo de argumento acaba por otorgar más poder a las fuerzas policiales que, bajo el supuesto interés de “proteger a la población”, expanden su poder necropolítica. En nombre de ese argumento, obtienen “licencia para matar y hacer justicia”. Butler agrega y parafraseo: reducir la vulnerabilidad es importante, pero será que esa forma de enunciación, contrarresta, de hecho, las formas estructurales de violencia que lanzan a las poblaciones a la precariedad? ¿Será que ese tipo de enunciación es efectiva, sobre todo si pensamos que el calificativo “vulnerable” también estimula acciones paternalistas y de tutela de no pocas instancias?
*** No tiene sentido reafirmar una identidad de vulnerables si tenemos en cuenta que ningún cuerpo existe en un vacío. Los cuerpos existen en relaciones sociales que posibilitan su vida en mayor o menor medida. Entiendo que ella está queriendo sugerir que tal vez sea más productivo concentrar los esfuerzos en observar las infraestructuras que hacen posible la vida. No es coincidencia que Butler formule sus principales ideas sobre vulnerabilidad en diálogo con los estudios de personas con diversidad funcional. Un ejemplo que ella comparte es el siguiente: si una persona que anda en una silla de ruedas tiene dificultad para circular por la inexistencia de rampas, el problema no está en la persona que anda en silla de ruedas. Ella no es vulnerable a priori. Su vulnerabilidad es producida por la inexistencia de condiciones estructurales que faciliten su locomoción. Al final, las personas sin diversidad funcional (aquellas que por ejemplo no andan en silla de ruedas) también necesitan infraestructuras que apoyen su locomoción: necesitan calles pavimentadas, ómnibus que las lleven al trabajo, combustible para que esos ómnibus circulen. La moraleja del caso es: todas las vidas necesitan de apoyo porque ningún cuerpo existe en el vacío. Por eso, el problema no es encerrar a una persona con diversidad funcional en una categoría de “vulnerable” que lo reduzca a la pasividad. El punto, tal vez sería, observar los apoyos sociales que son necesarios para que una vida persista. La vulnerabilidad no es un atributo del sujeto, no es una identidad; la vulnerabilidad de las condiciones sociales y económicas y son ellas las que deben ser observadas a la hora de proponer acciones políticas de transformación.
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