Las redes sociales: grandes aliadas de la lucha feminista en Cuba

“Varias iniciativas feministas llevan años trabajando para promover la igualdad y el cese de la violencia de género en el país a través de las redes sociales.”

| Opinión | 18/12/2023
Ilustración dnde puede verse un monitor de computadora que pone feminismo y encima hay una cartel que pone Espacios digitales feministas en Cuba.
Mesa de trabajo. Imágenes de Laura Vargas

Las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos y conectamos entre nosotros. Aunque a menudo se asocian con actividades triviales y frívolas, estas plataformas se han convertido en poderosas herramientas para los movimientos de justicia social, en particular para los feminismos. Si bien las redes sociales tienen sus limitaciones, sin duda han cambiado las reglas del juego y han proporcionado una plataforma para que las voces feministas sean escuchadas, amplificadas y validadas.

Fotografías, videos, ilustraciones, testimonios y titulares se comparten miles de veces en plataformas como Instagram, Facebook y Twitter. Esto ha dado lugar a que estos canales de difusión sean uno de los más influyentes para los movimientos feministas. Hashtags como #MeToo, #8M, #YoSiTeCreo, #NiUnaMenos y #NoEsNo han cobrado un enorme impulso en los últimos años. Gracias al exitoso uso de las redes sociales por parte de los movimientos feministas, han conseguido captar la atención de las conversaciones públicas y privadas. Lo cual ha permitido a las feministas llevar su mensaje más allá de sus comunidades inmediatas y llegar a un público global, conectando con personas de ideas afines, compartiendo sus experiencias y creando un sentimiento de comunidad y solidaridad.

Los movimientos feministas han experimentado una importante transformación en los últimos años, y sin duda se ha visto afectado por el uso generalizado de Internet. La cuarta ola del feminismo, como se la conoce, se caracteriza por un enfoque más descentralizado y de base, en el que las herramientas y plataformas online sirven como principal medio de organización y movilización. Sin embargo, es esencial señalar que el aspecto tecnológico de este movimiento no debe eclipsar los cambios sociales y políticos más amplios que se están produciendo. Las cuestiones que impulsan a los feminismos contemporáneos son complejas y polifacéticas, y van mucho más allá del ámbito digital.

Uno de los objetivos centrales de la cuarta ola del feminismo es concienciar sobre las desigualdades e injusticias persistentes a las que se enfrentan las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Esto incluye cuestionar los estereotipos y prejuicios de género omnipresentes que siguen conformando nuestras normas e instituciones culturales. También implica defender políticas y prácticas que promuevan la igualdad de género y capaciten a las mujeres para llevar vidas más plenas y significativas. En el centro de este movimiento está el compromiso con la interseccionalidad. Este compromiso reconoce que el género es solo un aspecto de la identidad de una persona y que otros factores, como la raza, la clase, la sexualidad y la capacidad, también desempeñan un papel importante en la configuración de sus experiencias y oportunidades.

Ciberfeminismo en Cuba

Imagen: Laura Vargas

En Cuba, el activismo feminista también está evolucionando y adaptándose al cambiante panorama social y político. Mujeres de todas las edades y procedencias utilizan plataformas en línea para conectarse entre sí, compartir sus historias y experiencias y abogar por el cambio.

El acceso a internet por datos móviles en Cuba llegó en el año 2018. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), poco más de 1,6 millones de usuarios accedía por datos móviles a internet. Para el cierre de 2022 más de 7,5 millones de cubanos tenían acceso a Internet y de estos más de 5,2 millones son usuarios que acceden por datos móviles. Este aumento del acceso a Internet ha sido aprovechado por activistas que luchan por la igualdad de género. Varias iniciativas como la plataforma YoSíTeCreo en Cuba (YSTCC), la Red Femenina de Cuba, Casa Palanca y el Observatorio de Género (OGAT) de esta propia revista llevan años trabajando incansablemente para promover la igualdad y el cese de la violencia de género en el país.

Debido al régimen totalitario de Cuba, la información está estrictamente controlada por el Estado. Por esta razón, los Observatorios de Género se basan en la recopilación de datos por parte de la sociedad civil, activistas y observadoras. Para llevar a cabo este trabajo, los observatorios han diseñado una metodología adecuada al contexto cubano. Asimismo, cuentan con herramientas como fuentes ciudadanas y redes sociales. La situación se analiza, evalúa y comparte a través de redes sociales. Sin embargo, no se pueden divulgar las conclusiones a instituciones oficiales de apoyo porque estas no existen.

Los Observatorios proporcionan asistencia por medio de líneas de ayuda. Por ejemplo, YSTCC contiene una línea de comunicación por redes sociales y una línea de apoyo para aquellas personas afectadas por la violencia de género.

Como parte del trabajo de estas plataformas, y otras organizaciones de la sociedad civil cubanas, han manifestado varias veces a través de redes sociales sus llamados a la declaración de un “Estado de emergencia por violencia de género”. Además, requieren una legislación integral para esta causa. Entre otros propósitos, una ley apropiada debe asegurar asesoramiento legal y psicológico para las víctimas, así como instalaciones de acogida para su protección.

No todo el activismo feminista cubano en redes sociales parte de la iniciativa de dichas plataformas. Casos como las denuncias al cantautor Fernando Bécquer, por más de una veintena de mujeres, la alerta de activistas feministas o de miembros de la sociedad civil de Cuba ante desapariciones y hechos de violencia de género, o campañas que parten de demandas al Estado cubano y para la educación social, evidencian cómo los medios digitales han logrado establecer canales efectivos en la lucha por la justicia e igualdad de género en Cuba.

La brecha digital y la criminalización del activismo feminista independiente en Cuba

Imagen: Laura Vargas

Es importante reconocer que existe una brecha digital de género en todo el mundo, y Cuba no es una excepción. Aunque las redes sociales han abierto nuevas posibilidades a las mujeres, muchas siguen careciendo de acceso a Internet y a las tecnologías digitales. Esto significa que las mujeres que ya están marginalizadas se enfrentan a retos aún mayores para acceder a estas plataformas y garantizar que se escuchen sus voces.

Para abordar esta brecha digital, es esencial que el Estado cubano invierta en medios de comunicación tradicionales como la radio, la televisión y la prensa escrita. Estos medios siguen desempeñando un papel importante a la hora de llegar a audiencias que pueden no tener acceso a Internet o a las redes sociales. Sin embargo, es igualmente significativo garantizar que estos medios tradicionales sean inclusivos y representativos de las perspectivas y experiencias de las mujeres. Esto requiere esfuerzos continuos para mejorar las capacidades de género y comunicación en los medios, y para garantizar que las voces de las mujeres sean escuchadas y valoradas.

Las activistas feministas independientes en Cuba se enfrentan a graves limitaciones debido a la criminalización, el descrédito y la amenaza de encarcelamiento por parte de los órganos de la Seguridad del Estado cubana. Estas limitaciones son un reflejo de las políticas gubernamentales que buscan controlar y restringir cualquier forma de disidencia o crítica al régimen.

El gobierno cubano tiene un largo historial de represión de la disidencia y limitación de la libertad de expresión. Esta represión se manifiesta en diversas formas, desde la censura de los medios de comunicación hasta la detención y el encarcelamiento de activistas y disidentes. En este contexto, las activistas feministas se encuentran en una posición particularmente vulnerable.

En Cuba, no es posible convocar manifestaciones, ni tradicionalmente, ni a través de las redes sociales. Esta restricción y el estricto control del gobierno cubano sobre los medios de comunicación y el acceso a Internet limita severamente la capacidad de las activistas para organizarse y difundir el mensaje en torno a sus causas.

Riesgos de cara al activismo feminista en línea

Imagen: Laura Vargas

Como ocurre con cualquier movimiento social, hay quienes se resisten y rechazan los ideales feministas. Uno de los aspectos más preocupantes de esta resistencia es la prevalencia del acoso en Internet. Las mujeres que hablan de cuestiones feministas suelen ser objeto de reacciones violentas y retórica misógina. Esto no solo crea un entorno hostil para las mujeres en las redes sociales, sino que también refuerza normas patriarcales perjudiciales.

Esta resistencia al feminismo suele tener su origen en el miedo al cambio y en el deseo de mantener el statu quo. Quienes se resisten al feminismo pueden sentirse amenazados por la idea de la igualdad de género y el desmantelamiento de los roles de género tradicionales. Este miedo puede manifestarse de diversas formas, desde el acoso en Internet hasta la violencia física. La resistencia al feminismo pone de relieve la necesidad de una educación y una defensa continuas en torno a la igualdad de género. Es importante seguir impulsando el cambio y desafiando las normas patriarcales perjudiciales, tanto online como offline.

Además de la resistencia al feminismo, también existe el riesgo de que la difusión generalizada de los mensajes feministas en las redes sociales haga que pierdan profundidad y complejidad. Cuando el discurso feminista se generaliza demasiado, puede perder su radicalidad y resultar menos eficaz para desafiar el statu quo.

La violencia de género en línea se inserta en un contexto de violencia estructural en América Latina. Esta violencia ha excluido a mujeres (especialmente aquellas racializadas) y personas LGBTQ+ de espacios y debates públicos. Esta forma de violencia refuerza y perpetúa las brechas y otras formas de violencia física y psicológica en la región.

Si bien internet aumenta el acceso a la información y las posibilidades de expresión libre y democrática, ciertas formas de violencia en línea causan trauma y exclusión. Lo cual obliga a las víctimas a desconectarse para sentirse seguras.

Los datos de Unesco muestran que de 901 periodistas de distintos países que se identifican como mujeres, el 73% ha experimentado alguna forma de violencia en línea. La amenaza de agresiones físicas y sexuales dirigidas a ellas y a sus familiares ha sido una de las más comunes. Además, el 20% reporta haber sufrido ataques o abusos consecutivos de violencia en línea.

En el caso de Cuba se han producido múltiples episodios de represión por promover el activismo feminista en Internet. Marthadela Tamayo, feminista y defensora de los derechos humanos, ha denunciado reiteradamente la violencia política ejercida contra ella. Por ejemplo, en noviembre de 2019, fue objeto de una orden de reclusión domiciliaria. En aquel momento, Tamayo, miembro de la Red Femenina de Cuba, promovía la campaña “Unidas por Nuestros Derechos”. Esta iniciativa pretendía tipificar como delito la violencia de género en el Código Penal cubano, objetivo que se alcanzó parcialmente en la reforma de 2022. También pedía la actualización oficial de los datos sobre feminicidios y el fin de la violencia política contra los defensores de los derechos humanos en la isla. Estas dos últimas reivindicaciones siguen sin atenderse a día de hoy.

En septiembre de 2020, Sandra Heidl, conocida como Negra Cubana, anunció su retirada del activismo debido al acoso de las autoridades cubanas y de ciertas feministas blancas cubanas.

El 24 de marzo de 2022, Marta María Ramírez, activista feminista y periodista, recibió la “visita” de tres agentes de la Seguridad del Estado en su casa, donde vivía con su hija de tres años. Estos agentes querían evitar su asistencia a un conversatorio sobre violencia obstétrica al que había sido invitada por un grupo de estudiantes de Comunicación Social.

En marzo de este año, activistas de la Red Femenina de Cuba, solicitaron una marcha para el 8 de marzo a las autoridades cubanas. Sin embargo, esta petición, representada por las activistas Elsa Isaac, Zuleydis Pérez y María Elena Mir, recibió una respuesta represiva. Dos de las activistas ―Pérez y Mir― fueron detenidas e interrogadas. La Policía citó a Isaac por recoger firmas para la petición. Dos días después fue confinada a la fuerza en su domicilio para impedir que acudiera a las oficinas del gobierno. La alternativa fue convocar a una marcha virtual por el 8M.

Una semana después al 8 de marzo, varias activistas compartieron en sus redes sociales que, de manera informal, se les informó que serían incluidas en la lista de personas “reguladas”. Esta expresión se usa para referirse a la violación del derecho a la movilidad en Cuba. El motivo fue la lectura de los nombres de las víctimas del feminicidio en Cuba en un espacio público en La Habana.

Esta violencia afecta no solo los derechos a la libertad de pensamiento, expresión, asociación, protesta y de participación en la vida pública, sino también el acceso a la información, beneficios sociales, educación, conocimiento y cultura. Por lo tanto, es fundamental asegurar que internet sea un espacio seguro para su expresión libre de la interferencia arbitraria de agentes públicos y privados. Además, se debe dar prioridad a fortalecer las iniciativas de acompañamiento a víctimas de violencia en línea y fuera de línea, así como proteger a aquellas que utilizan las redes para defender sus derechos. Construir una “internet feminista” es una realidad que se debe promover a diario.

Se ha producido un cambio en la forma en que funciona el mundo, con una gran proporción de actividades que se realizan en línea. Esto ha hecho que la importancia de disponer de sistemas seguros sea cada vez más evidente. Sin embargo, garantizar que las redes sociales sigan siendo un espacio seguro e inclusivo para el discurso y el activismo feministas es una responsabilidad compartida que todos debemos asumir. Es un desafío, pero también una oportunidad para hacer un cambio positivo y duradero.

A pesar de los desafíos significativos que enfrentan, el activismo feminista en Cuba continúa creciendo y evolucionando de maneras notables. Este crecimiento y evolución son testimonio de la resistencia, la determinación y la creatividad de las activistas feministas cubanas. Aún con las restricciones y limitaciones impuestas por el sistema político y social, han encontrado formas de hacer oír sus voces y luchar por sus derechos.

Imagen: Laura Vargas

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