La poesía de Dulce María Loynaz sobresale por la hondura de una sensibilidad que logra armonizar, sin apagarlos, el dolor y la paz, la fragilidad y la rebeldía.
Con maestría y sensibilidad, Dulce María Loynaz invita en esta historia a reflexionar sobre un dilema terrible y actual: cómo afrontar la injusticia sin ceder al odio.
A través de una antigua mansión familiar abandonada, Dulce María Loynaz muestra en este poema la desintegración de un estilo de vida y la pérdida fatal de su memoria.
“Esa actitud desafiante era el muro que Dulce María Loynaz ponía entre su persona y su literatura, y ellos; un ellos que englobaba mucho más que a los tiranos usurpadores.”
Sobre la capacidad de la literatura para abstraernos del presente, sobre la genialidad de Cervantes y el valor de la risa, habla Dulce María Loynaz en este texto.
En “Últimos días de una casa”, el último poema de Dulce María Loynaz, la casa es una mujer que sufre el olvido a que ha sido condenada.
"La huella que deja la creación literaria de Dulce María Loynaz entre las nuevas generaciones sobrepasa los límites de la tradición cubana, crece, y se imprime de manera notable en el panorama hispanoamericano, como uno de los misterios más auténticos que han aportado las letras de la isla."
La poesía de Dulce María Loynaz trasciende las modas estéticas para expresar lo esencial y duradero en la experiencia humana y femenina.
La novela "Jardín" de Dulce María Loynaz se ha convertido en un mito de la modernidad; 70 años después de ver la luz, mantiene la vocación simbolista y universal que animó a su autora.