Durante décadas Emily Carr fue incomprendida. Hoy se la reconoce como un símbolo de perseverancia y una voz fundamental del arte canadiense.
En medio de la Revolución Francesa y el terror, Olympe de Gouges reclamó para las mujeres los mismos derechos que tenían los hombres.
La poesía de María Calcaño, valorada hoy entre las más logradas del feminismo literario venezolano, dio voz a un erotismo y un deseo de libertad indomables.
Como actriz, cantante y activista, Hattie McDaniel dejó una huella imborrable en la lucha contra la discriminación racial en los Estados Unidos.
Yayoi Kusama, artista japonesa: “Hago mis obras para sobrevivir al dolor, al deseo de muerte”.
Con sus provocadores relatos, que aún se leen como obras de culto, Rachilde expuso aspectos controversiales de la sexualidad humana y la represión del deseo.
Con su personal estilo, Marie Laurencin mostró no sólo la belleza femenina, sino también su capacidad para ser felices sin las imposiciones machistas.
Poeta, feminista y viajera incansable, Emilia Bernal fue de las mujeres más adelantadas en la Cuba de inicios del siglo XX y es hoy una de las menos conocidas.
Desafiando las normas de su tiempo, Juana de Arco demostró que el liderazgo no se define por el género o el estatus social, sino por la integridad del carácter.
Aurelia Castillo, intelectual cabal de Cuba, conoció la aspiración libertaria, la silenciosa preparación de la guerra y en dos ocasiones el destierro.