Para el tiempo aún vigente de las hermanas Mirabal (Primera parte)

“Las hermanas Mirabal no son exclusivamente dominicanas. Ni están muertas para la sociedad actual.”

| Opinión | Vidas | 04/12/2024
Hermanas Mirabal, víctimas de la tiranía trujillista.
Hermanas Mirabal, víctimas de la tiranía trujillista.

El 25 de noviembre de 1960 el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo cometió uno de sus crímenes más horrendos. Ese día, después de una calculada preparación, las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal fueron ultimadas a golpes y luego lanzados sus cuerpos por un precipicio, junto con el del hombre que las acompañaba, el también luchador antitrujillista Rufino de la Cruz. El delito cometido por ellas había sido luchar contra una de las tiranías más sangrientas y largas de aquella época.

Eran conocidas como Las Mariposas porque ese había sido el nombre escogido por Minerva Mirabal para comunicarse en la clandestinidad. Así las recuerda el pueblo dominicano y de esa forma las han mantenido en la memoria de su nación. Y con esa alada denominación las inmortalizaron dos grandes novelas de América Latina: En el tiempo de las mariposas, de la dominicano-norteamericana Julia Álvarez (1994), y La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa, peruano y Premio Nobel de Literatura (2000). Por cierto que este último no deja de arrojar luz sobre uno de los torturadores, el miserable coronel dominicano de ascendencia alemana, Johnny Abbes García, a quien se refiere el novelista, significativamente, como amigo del otro horrendo tirano del Caribe, Fidel Castro.

La oscura genealogía de ciertos políticos en América Latina me hace recordar la inteligente teorización francesa del siglo XX (pienso en Pierre Bourdieu) acerca de las redes de intelectuales y su impacto sobre la circulación de las ideas en el mundo intelectual y aun entre las clases dominantes, y la preservación de sus privilegios. En otros términos, más de mi gusto, el oscuro sistema de complicidades, tan frecuente, pero no siempre palpable, en grupos extremos, de izquierda y de derecha.

Los nexos de Castro con un monstruo como Abbes han sido típicamente ocultados por los castristas en particular y por la izquierda latinoamericana cómplice de estos. Ese Abbes, que había dirigido en 1957 el magnicidio contra el presidente de Guatemala Carlos Castillo Armas, era un típico matón, instrumento del dictador Trujillo. Así, a pesar de los vínculos que había establecido en México con Fidel Castro, se dice que protagonizó un intento de golpe contra este. Falleció, sin pagar sus crímenes, en 1967, en Haití. Está calificado como el hombre mayor de la represión durante el trujillismo y, desde luego, un experto en las brutales torturas con que hizo sufrir a las hermanas Mirabal.

Las hermanas Mirabal y la tiranía de Trujillo

En su afán por eliminar a aquellas extraordinarias mujeres Trujillo nunca pudo suponer, en la ebriedad de su engreimiento a la vez político y machista, cómo aquel crimen se iba a volver contra él. La repercusión de aquel asesinato no se hizo esperar, porque rompió todos los límites posibles de aquella época, incluso en un Caribe con la terrible impronta de tiranías ya tradicionales en República Dominicana, Haití y Cuba. El entierro de las hermanas Mirabal, pretendidamente fallecidas en un accidente de carretera, puede considerarse la primera manifestación totalmente pública del pueblo dominicano contra la tiranía trujillista.

A partir de ese momento, la represión del régimen se hizo todavía más fuerte, pero el pueblo había perdido el miedo y la resistencia fue incomparablemente mayor. A pesar de que, para ese momento de noviembre de 1960, las cárceles dominicanas se encontraban abarrotadas de presos políticos y los lugares de tortura no resultaron suficientes para encerrar a todos los opositores. Trujillo tenía los días contados: meses después fue ultimado por algunos de sus propios colaboradores.

Bélgica Adela (Dedé) Mirabal, la hermana sobreviviente, no había participado de forma directa en la lucha contra el tirano. No obstante, siempre les dio a sus hermanas todo el apoyo que necesitaron. En 1994 fundó el Museo de Las Hermanas Mirabal, que atendió personalmente, hasta su muerte ocurrida en el 2014. Cuando le preguntaban por qué a ella no la habían matado, solía responder: “porque alguien tenía que contar la historia”.

A ella se le debe el estremecedor libro Vivas en su jardín. La verdadera historia de las hermanas Mirabal y su lucha por la libertad, publicado en el año 2009. En sus páginas, al valorar todo lo sufrido, Dedé se pregunta con una intensidad que los cubanos podemos comprender muy bien:

¿Cómo se perdona el saqueo del país, el robo al pueblo pobre e indefenso? ¿Cómo se tolera eso? Un hecho así no puede quedar sin castigo. ¿Cuántas son las personas que se han enriquecido a costa de este pueblo infeliz? No, definitivamente no podemos permitir que se confunda perdón con impunidad o que la respuesta ante los crímenes de sangre o de corrupción sean la indiferencia y la apatía.1

Por eso dedicó toda su vida a perpetuar la memoria no solo de sus hermanas, sino también la de todos los que cayeron a lo largo de la lucha antitrujillista.

Abocadas a una batalla frontal contra una dictadura que había despojado al pueblo dominicano de todos sus derechos, las hermanas Mirabal conocían los riesgos que corrían. Desde los primeros momentos, el dictador creó mecanismos de represión que fueron más allá de lo meramente político y militar. Trujillo, como lo hicieron también el tirano Fidel Castro en Cuba y sus herederos totalitarios, estableció férreos controles sobre la educación a partir de una nueva y mentirosa narrativa de la historia en la que él era representado, entre otras cosas, como el “Benefactor”, “el padre de todos los dominicanos”, etc., en el mejor estilo del nazismo y el comunismo. Cuando una amiga de Minerva Mirabal le relató a esta cómo había sido ultrajada por Trujillo, a Minerva le costó creerlo, porque eso no era lo que le habían enseñado en la escuela.2

El dictador abrió las aulas universitarias y dio paso a jóvenes de diferentes clases sociales, especialmente los más humildes, siempre que se mostraran fieles al régimen. Anuló y reprimió todos los partidos políticos. Trujillo solo reconoció el Partido Dominicano fundado por él y al cual presentó como una necesidad histórica para la nación, detalles que menciono por su identidad evidente con la tiranía castrista, todavía en el poder en Cuba. Todo era controlado, incluidas las familias y la vida social. Trujillo fue riguroso en el diseño de su maquinaria represiva:

La Policía Nacional, el Ejército, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Partido Dominicano, además de diversas organizaciones paramilitares […]. El orden público estaba controlado en todo el país por policías municipales. […] Las zonas rurales tenían sus propios instrumentos represivos creados en coyunturas concretas como “Los Jinetes del Este” y “Los Cocuyos de la Cordillera”. El ejercicio de la fuerza se benefició del monopolio de la información a través del control de la prensa, la radio y la televisión que solo podían difundir la propaganda del gobierno.3

Persecución de las hermanas Mirabal

Mausoleo a la memoria de las Hermanas Mirabal.
Mausoleo a la memoria de las Hermanas Mirabal.

La familia de las Mirabal fue una de las más perseguidas por Trujillo. En el verano de 1960 había declarado que solo tenía dos problemas políticos por resolver: la Iglesia católica y la familia Mirabal. La Iglesia católica, que lo había respaldado, se convirtió a partir de 1960 en enemiga del régimen al publicar dos cartas pastorales que acusaban a Trujillo por sus torturas y asesinatos al pueblo. La respuesta dictatorial fue rápida: la expulsión de sacerdotes extranjeros y el asesinato de tres seminaristas.

Dedé narra en su libro las causas de esa persecución. Trujillo acostumbraba a recorrer el país y dar fiestas a las que nadie podía dejar de asistir ni dejar de bailar con él, como tampoco abandonar la fiesta hasta que él no se retirara. Así lo recuerda su hermana:

Minerva había bailado con Trujillo. En ese momento nos dijo que Trujillo le había preguntado si ella tenía novio a lo que le había respondido que no. Él le preguntó: “¿Y a usted no le interesa mi política o no le gusta? Minerva le contestó: “No, no me gusta”. Entonces Trujillo le dijo: “¿Y si yo mando mis seguidores a conquistarla?”. Su respuesta fue: “¿Y si los conquisto yo a ellos?”4

A partir de allí la familia Mirabal no volvió a tener vida.

Minerva se graduó como abogada en la Universidad de Santo Domingo. A pesar de sus excelentes exámenes, la directiva universitaria no reconoció sus resultados y nunca pudo encontrar empleo. La joven se entregó por completo a la lucha y sufrió prisión en dos ocasiones junto con su hermana María Teresa. Fueron fundadoras ambas del Movimiento 14 de Junio, la organización más importante y mejor organizada que se enfrentó a Trujillo; ellas sabían las consecuencias de esa lucha.

Patria, días antes de su muerte les había confesado a sus hermanas que “no podemos dejar que nuestros hijos crezcan en un régimen corrupto y tiránico, tenemos que luchar en su contra, y yo estoy dispuesta a darlo todo, aun mi vida si es necesario”. Tanto Minerva como María Teresa estuvieron sometidas a torturas sicológicas durante sus dos encierros. Dedé narra cómo:

Las interrogaban y confrontaban, pero también las llevaban a presenciar torturas, con lo cual de una manera muy cruel las torturaban sicológicamente. Las obligaban a ver a estos hombres, compañeros del movimiento, desnudos, esposados, golpeados, vejados. Ver a sus esposos en ese estado, soportando tanto dolor, fue lo más duro, lo más terrible para ellas.5

El asesinato de las hermanas Mirabal

Al recordar a su madre, Minerva, Minou Tavares advierte algo sumamente importante en relación con sus ideas sobre la mujer tuvo Minerva Mirabal. No se olvide que República Dominicana era en ese momento una sociedad patriarcal, que tenía como eje la figura del macho, representado en el dictador. Todo giraba alrededor de este. El coqueteo de Trujillo con el movimiento feminista dominicano y su reconocimiento al voto femenino estuvo condicionado por sus ideas de que las mujeres eran fácilmente manipulables y que al reconocerles mínimos derechos no vacilarían en darle su respaldo político. Así caracteriza a su madre Minou Tavárez:

Durante esa época de predominio de valores tradicionalmente masculinos de violencia, de represión y de fuerza bruta, donde la dictadura no era más que una hipérbole del machismo, en ese mundo masculino se irguió Minerva para demostrar hasta qué punto y en qué medida lo femenino es una forma de disidencia.6

Es lo que hizo afirmar a Patria que la lucha no era solo un derecho de los hombres, sino también de las mujeres.

Minerva y María Teresa Mirabal fueron condenadas a cinco años de prisión por atentar contra la Seguridad del Estado. Pero el 10 agosto de 1960 fueron liberadas por órdenes de Trujillo. El Benefactor ya había calculado cómo eliminar a las hermanas y el plan no se hizo esperar. Trujillo no podía perdonar a las Mirabal, mucho menos a Minerva. Poco antes de entrar en prisión por segunda vez, ella había estado presente en el juicio donde se procesaba falsamente a unos compañeros de lucha. Ante las mentiras aducidas contra los acusados, ella no pudo controlarse:

Minerva se paró y adujo una cláusula sobre un aspecto del procedimiento que se estaba manejando incorrectamente […]. Cuando terminó la audiencia, Minerva volvió a ponerse de pie y empezó a cantar el Himno Nacional. Había mucha gente, porque el grupo de enjuiciados era grande. Todos los presentes se unieron al canto. Eso se vino abajo, pues los esbirros se encontraron con una manifestación de protesta que no esperaban y que no podían reprimir.7

Cuando fueron liberadas, los amigos y familiares cercanos sabían que algo se tramaba contra las muchachas. No era posible ver en aquel gesto ningún matiz de justicia. Además, ya había acontecido con otros luchadores liberados en iguales condiciones que, tiempo después, habían aparecido sus cuerpos destrozados en las costas dominicanas.

Trujillo encomendó a sus sicarios elaborar el plan. Así, trasladaron a los esposos de Minerva y María Teresa, encarcelados y torturados desde meses atrás, hacia un presidio con difícil acceso, esperar el paso de las hermanas, asesinarlas y tirar sus cuerpos por los riscos. Con ese procedimiento simulaban un “accidente” y asunto terminado. Dos veces intentaron llevarlo a efecto, pero la compañía de los hijos de las Mirabal en el viaje, inexplicablemente, los detuvo. La orden era que solo se procedería si viajaban tres personas.

Ese día, 25 de noviembre de 1960, iban cuatro personas porque Patria quiso acompañarlas a última hora. Los asesinos no quisieron volver a esperar. En una curva de la carretera fueron interceptados y bajados del jeep. Se les ataron las manos y en el mismo lugar fueron golpeados a palos hasta la muerte. Los cuerpos sin vida fueron colocados nuevamente en el jeep y tirados por el precipicio. Creyeron que así simulaban el accidente. Pero olvidaron desatarle las manos al chofer. Eran tan evidentes los golpes recibidos que no era posible creer en el supuesto accidente.

El fin de Trujillo

El entierro de las hermanas Mirabal se convirtió en una manifestación no solo de duelo, sino también de protesta contra un crimen que no podía ser ocultado. El país se levantó como una ola y comenzó el fin para Trujillo. La noticia salió de las fronteras de la isla y comenzaron las manifestaciones en diversos países de América Latina e incluso en los Estados Unidos.

El médico, ensayista y político Federico Ellis Cambiaso, exiliado en Puerto Rico por su condición de antitrujillista, escribía cartas al dictador y no solo se las enviaba, sino que las daba a conocer en la prensa. En 1962, después de la muerte de Trujillo, las dio a conocer también en Santo Domingo, cuando las compiló bajo el título de Cartas al asesino del Caribe. El 25 de marzo de 1961, poco antes de la muerte de Trujillo, le envió a este una de sus misivas en la que denunciaba el crimen. Afirmó Ellis Cambiaso:

Las hermanas Mirabal se han convertido en tres mártires de la defensa de los derechos del noble pueblo dominicano. En pos de esos derechos miserablemente conculcados y mancillados por el asesino Trujillo, en incansable lucha por devolver la honra y el honor de sus compatriotas, no escatimaron ni un solo instante para lanzar al aire sus más enérgicas y valientes protestas contra los desorbitados atropellos del rapaz dictadorzuelo dominicano.8

Trujillo fue ajusticiado, pero el trujillismo todavía quedó allí de una manera siniestra. Los asesinos de las Mirabal fueron enjuiciados y condenados a la pena máxima de treinta años de prisión. Pero oficiales vinculados de un modo u otro con el trujillismo se las ingeniaron para sacarlos del país. Vivieron en los Estados Unidos con nombres cambiados. Todos murieron sin pagar el crimen. El tiempo pasado parecía borrar los hechos y la memoria de lo ocurrido con las hermanas.

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hermanas Mirabal, símbolos de la lucha de la mujer por la libertad en América.
Hermanas Mirabal, símbolos de la lucha de la mujer por la libertad en América.

En 1981 se celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (ese fue su nombre oficial y así lo menciona Dedé Mirabal, pero debo hacer constar, por mínima lógica de mi discurso aquí, que antes de 1981 ya había habido en América Latina diversos encuentros internacionales sobre temas feministas, aunque no estuvieran organizativamente vinculados). Las mujeres que participaron en aquel cónclave pidieron que el 25 de noviembre fuera declarado Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La propuesta fue aprobada y elevada a la Organización de las Naciones Unidas, donde fue ratificada y aprobada la petición por una resolución oficial el 7 de febrero del año 2000.

No, no me he equivocado ni es una errata: la ONU demoró diecinueve años en hacerse justicia. No creo que a ninguno de mis lectores potenciales le extrañe esto en lo más mínimo. Tampoco se escuchan lo suficiente los clamores actuales contra los desmanes totalitaristas en Cuba, Nicaragua y Venezuela, esas monarquías de izquierda defendidas a ultranza por sus cómplices ideológicos.

En el año 1994 la escritora dominicano-norteamericana Julia Álvarez dio a conocer su libro extraordinario, El tiempo de las mariposas. La novela tuvo un éxito bien merecido y movió el interés por el conocimiento de la historia de las Mirabal y la denuncia a las dictaduras totalitaristas como la de Trujillo. Ese año, Dedé abrió el Museo Hermanas Mirabal. La actriz mexicana Salma Hayek produjo el filme que lleva el título de la novela. Otras series televisivas lo han seguido.

En el 2009 Dedé decidió publicar su testimonio sobre los hechos. Y hoy es necesario evaluarlos en su verdadera dimensión histórica. Las hermanas Mirabal no son exclusivamente dominicanas y tampoco estrictamente luchadoras contra Trujillo. Ni están muertas para la sociedad actual. Minerva, María Teresa y Patria siguen vivas en las muchachas, en las hermanas y hermanos que se mantienen encarcelados en esa otra isla que es Cuba, en Nicaragua y en Venezuela.

Las nuevas protagonistas, esas jóvenes cubanas ―Lizandra Góngora, Brenda Díaz, Mayelín Rodríguez, las hermanas Garrido, Reyna Yacnara Barrera Batista, entre tantas otras―, desde La Habana a Nuevitas, desde Santiago de Cuba a Pinar del Río, quizás no saben de aquella historia de las hermanas Mirabal, pero son sus continuadoras. Algún día la justicia entrará en la historia.

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1 Bélgica Adela Mirabal: Vivas en el jardín. La verdadera historia de las hermanas Mirabal y su lucha por la libertad. Ediciones Vintage, Nueva York, 2009, p. 232.

2 Al analizar cómo Trujillo pudo engañar y someter al pueblo dominicano se ha afirmado por un autor español, posteriormente desaparecido sin dejar rastro, quién sabe si por obra del mismo tirano caribeño: “Se logró al principio por un terror sistemático que quebró toda posible resistencia. Se ha logrado después con adoctrinamiento de la juventud desde las escuelas; el estudiante dominicano no sabe lo que pasa en el mundo. Se ha logrado con una prensa totalmente adulona. Se ha logrado con el espionaje constante, con la fuerza de la Policía y el Ejército. Pero se ha logrado sobre todo con la humillación constante de las personas más representativas; es rarísima la personalidad dominicana que no ha colaborado con el régimen”. Jesús de Galíndez: La era de Trujillo. Un estudio casuístico de la dictadura hispanoamericana. Ed. Sudamericana, Santiago de Chile, 1956, p. 269.

3 Quisqueya Lara: Historia dominicana y sociedad civil 1935-1978. Santo Domingo, 2009, p. 4.

4 Bélgica Adela Mirabal: Vivas en el jardín. La verdadera historia de las hermanas Mirabal y su lucha por la libertad. Ediciones Vintage, Nueva York, 2009, p. 71.

5 Ibídem., p. 143.

6 Ibíd. p. 112.

7 Ibíd., p. 145.

8 F. Ellis Cambiaso: Cartas al asesino del Caribe.Ed. Montalvo, Santo Domingo, R.D., 1962, pp. 162-163.

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