Entrevista│Claudia Tomás: “El arte es algo que no nos abandona”
“El último año que estuve en Cuba me generó gran impotencia y ansiedad. Quería romper con todo.”
Claudia Tomás es una joven actriz que tuve la dicha de apreciar desde sus inicios como estudiante en la Escuela Nacional de Arte, cuando me desempeñaba como profesora. Desde que despuntó en el mundo profesional, su trabajo ha estado marcado por el talento y la versatilidad, llegando a ser un rostro conocido y admirado por la selectiva y sólida carrera que ha sabido tejer.
Esta joven salió de Cuba hace cerca de tres años, en un momento prometedor para su desarrollo, justo cuando se estrenaba la última película en la que había trabajado, El Mayor, de Rigoberto López Pegó, donde asumió el rol protagónico de Amalia Simoni. Su talento ya se había apreciado anteriormente en la película Inocencia, de Alejandro Gil, y estaba siendo cotizado para otras producciones. Aun así, Claudia prefirió correr el riesgo de la emigración junto a su esposo, el actor Daniel Romero, conocido por diversos personajes en Teatro y Televisión; e igualmente ha trabajado para el Cine, destacando entre sus más notables interpretaciones, José Martí en El ojo del canario, de Fernando Pérez.
Juntos y sin mayor garantía que el deseo de apostar por un cambio en sus vidas, esta pareja de jóvenes talentosos ha recorrido un largo camino de esfuerzos por mantener activa su profesión. Ambos se apoyan continuamente y es así como logran conquistar grandes oportunidades que los siguen enriqueciendo como artistas y personas. Muestra de esto es la estupenda interpretación de Claudia en la película Plantadas, de Lilo Vilaplana, donde nos conmueve y consigue disponer nuestros sentidos, a descubrir, aceptar y entender otra parte de la historia de Cuba. Con rigor y sensatez Claudia ha construido un personaje, fiel a los testimonios y enriquecido por su sensibilidad, para denunciar y sanar muchas heridas.
Deseo que este compromiso social y humano la siga conduciendo por nuevos y valerosos caminos. Gracias le doy, por su tiempo y cercanía en este diálogo.
¿Qué importancia ha tenido para ti, como intérprete y como cubana emigrada, tu experiencia en la película Plantadas?
La experiencia de Plantadas fue de mucho aprendizaje. Conocer de primera mano las historias de estas mujeres (ninguna fabricada o exagerada), escuchar sus testimonios, mirar sus entrevistas, tener la oportunidad de abrazarlas, mirarlas a los ojos y descubrir que no hay odio ni maldad. Conocer el otro lado de la historia, entender el nivel profundo de adoctrinamiento al que fuimos sometidos desde niños, los crímenes ocultos, las injusticias, las mentiras. Confieso que fue doloroso, una especie de renacer. Como intérprete: un gran reto; la película se rodó en un corto tiempo, pero con mucho rigor. Agradezco la oportunidad que nos ofreció Lilo Vilaplana y la confianza que depositó en nosotros para contar esta historia.
Tratándose de hechos verídicos, ¿cómo evalúas que ha sido la recepción de la película?
Considero que ha sido muy buena, sobre todo dentro de la comunidad cubana. Hemos estado en múltiples presentaciones en cines y la reacción del público ha sido muy emocionante. Muchos han conocido esta historia al ver el filme, y quedan impactados y conmocionados; otros se han visto identificados al conocer o haber vivido experiencias similares que, al final de la película, comunican voluntariamente. Casi siempre se produce una especie de foro espontáneo, donde se comparten anécdotas, emociones, abrazos, y se pide libertad para Cuba y los presos políticos injustamente encarcelados. Hemos recibido elogios y agradecimientos por parte de las verdaderas protagonistas que inspiran esta historia. Están felices de que su verdad se haya contado y es el mejor logro que puede tener la película.
Desde el punto de vista histórico, en la manera de contar, de posicionarse ante los hechos, ¿encuentras alguna relación entre las películas que filmaste en Cuba y tu primera experiencia en el cine fuera de la isla?
Estoy muy agradecida por las oportunidades que he tenido en mi carrera, sobre todo porque cada personaje es un camino de aprendizaje de uno mismo, los demás, la sociedad, la historia, la cultura. En Cuba trabajé en dos películas históricas muy queridas para mí por la belleza de los personajes que pude encarnar. Siento a Lola, de Inocencia, víctima de una gran injusticia, y a Amalia, de El Mayor, como una valiente y amorosa guerrera. En este sentido, hay un hilo que las une a Alina, de Plantadas. El hecho de hacer cine en Cuba y en Miami, coloca a sus creadores en posiciones que pueden considerarse opuestas, aun así, las películas históricas hechas en Cuba distan mucho del período “revolucionario”, del cual se muestra el lado oculto en Plantadas.
¿La decisión de salir del país, y comenzar a procurarte espacios como actriz, es algo que veías posible o fue un salto al vacío?
Fue un salto al vacío, un camino de fe. El último año que estuve en Cuba me generó gran impotencia y ansiedad. Quería romper con todo, no sabía qué sucedería en un futuro con mi carrera, solo quería escapar. El arte es algo que no nos abandona, es nuestro modo de ver y ser. No tuve miedo, tenía la certeza de tener mejores oportunidades y realizar mis sueños fuera de Cuba, lejos de las absurdas imposiciones de su sistema.
¿Cómo valoras tu formación como actriz en la Escuela de Arte y luego en el Instituto?
Fueron años mágicos que constituyeron una burbuja para mí, creo que es la mejor manera en la que un adolescente o joven puede vivir con libertad dentro de Cuba. La actuación nos abre a dimensiones desconocidas, a relaciones interpersonales profundas. Estos años fueron determinantes en mi personalidad y mi vida. Son de los mejores recuerdos que guardo de Cuba, sumados a momentos de mi niñez en los campos de Pinar del Río. Valoro mucho la formación que recibí, junto a mis compañeros; aunque siento que mucho lo aprendemos ya en el mundo profesional, creo que la ENA y el ISA fueron nuestra casa, ciudades del arte, mundos paralelos. Agradezco el tiempo y las enseñanzas de nuestros profesores, los recuerdo con mucho cariño.
Sé que, recién concluidos tus estudios, comenzaste a trabajar en el grupo de teatro El Público, donde tienes un recorrido importante de obras estrenadas. ¿Qué significaron esos años cerca del maestro Carlos Díaz?
¡Qué privilegio, qué fortuna! Carlos es como un gran árbol, un artista completo, una persona extremadamente creativa, de un humor excelente, siempre sonriente, con una frase inteligente en los labios. El Público, el Trianón, fueron otra casa para mí. La oportunidad de hacer cien funciones de un espectáculo, de sentir la sala llena y el público vibrando contigo, la maestría y soltura de mis compañeros actores, la luz inmensa de Carlos. Volvería el tiempo atrás solo para estar nuevamente sobre ese escenario.
¿Cómo han sido tus experiencias teatrales en el exterior, has logrado mantenerte activa en los escenarios?
He tenido muchísima suerte en este sentido. Desde mi primer año en Estados Unidos, he tenido la oportunidad de actuar en producciones de Arca Images, una compañía comprometida a hacer teatro serio y de calidad artística en Miami, bajo la dirección de la Productora y actriz Alexa Kuve. Han sido verdaderos regalos las experiencias de La soprano calva, dirigida por Larry Villanueva y los espectáculos Un parque en mi casa y Sed en la calle del agua, que guardo como tesoros, al haber tenido la oportunidad de ser dirigida por Nilo Cruz con textos de su autoría, llenos de luz y poesía. En Nilo encontré un ser que habla en el idioma del alma. Siento gran cariño y admiración por estas personas.
Eres una joven sensible e inteligente que se interesa por la vida como un todo, ¿crees que tu profesión determina tu percepción de los fenómenos?
Completamente. Creo que el camino de la actuación me ha llevado a vivir la vida de un modo más consciente. Al tratarse de un arte que se especializa en la vida, nos lleva a estar más despiertos, atentos, empáticos, no indiferentes. Nuestra capacidad de entendimiento se vuelve más amplia, disfrutamos el presente, el riesgo, el misterio de la vida. Estas enseñanzas fluctúan entre el escenario y el día a día, se enriquecen recíprocamente; nosotros crecemos, disfrutamos ser, vivir. Creo que los actores somos seres de fe, en la búsqueda de la verdad, y qué modo tan lindo de vivir. A través de mi profesión he podido entenderme mejor, y a los otros. He aprendido que, en el teatro, como en la vida, presente y amor son los mejores ingredientes.
¿Te interesa explorar otros perfiles laborales? ¿Has necesitado trabajar para tu subsistencia? ¿Cómo ves esa experiencia, crees que algo así sea perjudicial para tu carrera?
Siempre me ha interesado aprender, creo que, junto a la lectura, es mi afición favorita. Creo que cada experiencia es valiosa y que no debemos apegarnos a una sola profesión. No creo que solo sea actriz, soy un ser humano que puede ser útil y estar al servicio. En cada lugar que he trabajado he aprendido muchísimo y eso me enriquece como artista y persona.
Me interesa relacionar el arte con la sanación y rumbo a ese camino estoy dispuesta a diversificar mis estudios. Tengo el privilegio de trabajar en el mundo artístico, teatral y filantrópico, al desempeñarme como Executive Associate en Teatro Avante, una organización sin ánimo de lucro, con más de 40 años de trayectoria que organiza y presenta el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, bajo la dirección del Productor y Director Artístico Mario Ernesto Sánchez, también actor, a quien le agradezco infinitamente la confianza y el cariño con que me ha acogido. Próximamente estrenamos bajo su dirección Disonancia, un texto de Abel González Melo, clausurando la 38 edición del Festival.
¿Cómo miras a tu país en la distancia?
Miro a Cuba con dolor, con nostalgia, con amor, con más amor que antes, como un familiar al que extrañas mucho. Extraño sentirme en casa, en una tierra madre, ¿será que entendemos lo que significa tener una patria desde el exilio? Siento infinita impotencia por la decadencia, la podredumbre, la destrucción, la necesidad a la que el pueblo cubano es sometido. Deseo que algún día los cubanos puedan decidir su futuro y expresarse sin miedo, vivir más que subsistir, decir lo que piensan, sin ser masacrados, perseguidos o encarcelados. Ser libres. Ver más allá de sus fronteras y de la historia que les han contado, escapar de esa necesidad de sacrificio que se les ha implantado por aquellos que nada sacrifican. Espero que los represores y cómplices al menos sientan el peso de sus conciencias.
Al mismo tiempo agradezco infinitamente estar fuera de Cuba, conocer el mundo, la tecnología, tener acceso a la información, conocer un nuevo sistema y volver a tener sueños. Agradecida a este país, donde hoy vivo, por todas las oportunidades que nos brinda.
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