Análisis de contenido de dos cuentos de la narradora cubana Mariela Varona

En sus cuentos, Mariela Varona explora aspectos conflictivos de la Cuba actual como los estereotipos de belleza, las sexualidad, el racismo y la marginación.

| Ensayo | Escrituras | 12/09/2025
Mariela Varona, escritora cubana.
Mariela Varona, escritora cubana.

Teoría del cuarto oscuro1

El primer cuento del tercer libro publicado por Mariela Varona, es “Teoría del cuarto oscuro”; este, puede calificarse como un cuento de tema erótico, pero, en el, la psicología de los personajes posee más importancia que en cualquier cuento suyo publicado antes.

Este relato contiene la historia de una pareja de adultos intelectuales (Reinaldo y Verónica) que acoge en su hogar a Jelena, la hija de Liliana, quien en el pasado formó parte de una relación triangular con los personajes mencionados. Narrado en primera persona ―en este caso por Verónica―, al igual que todos los cuentos incluidos en el libro,2 en este se emplea el estilo directo.

Las relaciones eróticas entre los personajes es el tema fundamental del relato, aunque a lo largo del mismo aparecen diferentes cuestiones sociales que sustentan y le aportan credibilidad al argumento. En primer lugar, al tiempo que Jelena aparece en las vidas de Verónica y de Reinaldo, la narradora-personaje se encarga de informar la posición al margen que como intelectuales mantiene la pareja. Verónica nota que la belleza adolescente de Jelena impresiona a su esposo y hace un resumen de algunos elementos necesarios en la Cuba del momento, para convencer socialmente acerca del confort de un hogar, al tiempo que observa el sentirse derrotado de Reinaldo por no haber alcanzado algo que materialmente lo avalaría como hombre exitoso, además del capital cultural que ya posee:

Sé que en aquel momento Reinaldo lamentaba no tener nada para ofrecer a Jelena que no fuese su auténtico savoir faire, lloraba de verse un cuarentón pobre, sin auto, sin DVD, sin aire acondicionado. Por más intelectual que sea no es invulnerable a códigos comunes a todos los cuarentones cuando se extasían con una muchacha. (p. 13)

La elocuencia de este fragmento es innegable: la sociedad presiona para la obtención de éxitos materiales uniformes, y en este caso, un hombre debe presentar esos objetos como crédito para tener derecho a aspirar a una relación con alguien que le lleva la ventaja física. Se trata de una serie de objetos que componen el habitus de toda una sociedad: “es lo que hay que tener”, parece admitir Reinaldo analizado por Verónica, pero, en una sociedad en crisis, esos objetos básicos se tornan lujo y por lo general los intelectuales pertenecen a campos donde el lujo no está entre las primeras aspiraciones para sentirse realizado. Sin embargo, Reinaldo se siente inseguro al no gozar de las comodidades mencionadas, pues valora a Jelena, con un prejuicio similar al de quienes sí poseen esos bienes, dándoles el uso que esos objetos ofrecen pero también el de símbolo de integración triunfante.

El fragmento citado también manifiesta un cambio importante en el modo de narrar, pues las carencias materiales no se abordan con el sentido de denuncia que por lo general contenía en la narrativa de los novísimos y, en el caso de Varona ―y de este trabajo en particular―, esas privaciones tampoco se mencionan para apoyar la falta de opciones de algún personaje. Las cosas que Reinaldo no posee funcionan como símbolo eficaz de una posición social, en este caso, la posición de intelectual anónimo que ha gastado sus energías en otros rumbos, pero no constituyen la base del conflicto del cuento.

Frente a la monogamia tradicional, otros tipos de relación sexoafectiva ganan preferencia en la actualidad.
Frente a la monogamia tradicional, otros tipos de relación sexoafectiva ganan preferencia en la actualidad.

En este cuento, al igual que en “Una llave para la casa de ladrillos” y en “Los toros de la noche”, se retoma la soledad de una persona adulta y la relación de dicho estado con la desventaja física de personas de edades un tanto avanzadas respecto a la juventud. Verónica es quien se ve desplazada por Jelena,3 cuando esta última entra a ser un miembro más del matrimonio, al igual que lo había sido su madre. Aunque se trata de una mujer madura y relativamente joven, los atributos de Jelena la superan; pero lo que distingue a esta historia es la actitud de Verónica, que aun cuando lo valora, no hace uso de agresiones para satisfacer su deseo, ni expulsa a Reinaldo de la casa, pues la relación se trata de un pacto asumido también por ella.

Este cuento, aun al narrar hechos socialmente transgresores y contar con personajes que, dentro de su campo, son marginales (en el sentido amplio de la palabra), aborda una zona importante de las tensiones que se pueden dar en una pareja, al mostrar la evolución psicológica de una artista (Verónica) que no es del todo inmune a esquemas preconcebidos (el matrimonio heterosexual monógamo, la mujer muy joven como canon de belleza) por más que pretenda burlarlos mediante el placer erótico.

La aflicción que expresa Verónica al observar el vínculo entre su esposo y la adolescente, la denota incapaz de valorarse desde una perspectiva ajena a la presión histórica respecto a los atributos físicos del género femenino. Atributos que socialmente se construyen en desventaja con los masculinos, lo que la induce a sentirse perdedora a pesar de haber intentado trazar su propio decorum, contrario al masivamente dominante, y a colocar su proyecto matrimonial por encima incluso de su propia carrera como pintora. Las diversas reacciones que la transgresión de la pareja provoca en sus integrantes y en los espectadores sociales tienen un inigualable resumen en las reflexiones de Verónica:

Justo ahora me doy cuenta de que realmente amé a Liliana. Nuestro matrimonio con ella fue una danza de primavera, una explosión de asombros y descubrimientos. Sobre todo cuando alquilamos el cuarto para vivir los tres juntos, y antes de que estallara la guerra con nuestras familias y los vecinos, que casi nos llevan a la hoguera. Sin embargo creo recordar que a veces también sentí celos, a veces quise tener a Reinaldo para mí sola y a Liliana para mí sola… La generosidad sexual niega toda la herencia posesiva que arrastro. Mi subconsciente es una piedra donde alguien esculpió: solo te parecerá estable la relación con una sola persona. Y luego: no compartirás al ser amado ni siquiera con tu mejor amiga(o). (pp. 18-19)

Como podemos ver, el argumento del cuento es retador, al presentar la posibilidad de un triángulo amoroso pactado, y no oculto por uno de los miembros de la pareja como suele ser común en la realidad y en la ficción literaria. Además, este pasaje evidencia el desacuerdo social con la relación asumida por los tres jóvenes.

En esta pieza narrativa, el otro que aparece en la relación no es el motivo del conflicto con su sola presencia, tal como sucede en “Una llave para la casa de ladrillos”. La cuestión del otro en una relación inicialmente de dos, es que la mujer ya no está apta ―ni psicológica ni físicamente― para asumir ese gran cambio, como sí lo estaba cuando era más joven y la pareja llevaba una vida común con el personaje Liliana. Verónica no tolera esta situación, por lo que luego de considerar varias salidas decide salir del juego mediante el suicidio.

Retomando las cuestiones sociales: varias de ellas le otorgan credibilidad al cuento y lo ubican en un escenario contemporáneo sin fotografiar ambientes, aunque existen detalles importantes del entorno de la pareja y de la cotidianidad individual de Verónica que son elocuentes para describir su acontecer. En el cuento se alude al pasado de la pareja junto a Liliana, dando a conocer que esta última se alejó de ellos y que, siendo licenciada, comenzó a trabajar como mesera en una cafetería. Más adelante, Verónica empieza a recordar su juventud junto a Liliana, enmarcada en un contexto político específico, al tiempo que aborda el tema de la relación triangular y su planteamiento como forma no tradicional ante los otros:

Cómo oírla hablar con aquella ronquera crónica de Liliana y no acordarme de la Verónica de veinte que yo era en esos tiempos de perestroika y botellas de aguardiente toda la madrugada, y danzas y cantaletas en los parques, y despertares con olor a Liliana y a Reinaldo, los tres revueltos, inmensamente sabios y felices, convencidos de que era el resto del mundo el que estaba equivocado. (pp. 13-14)

Aunque no es un tema en primer plano, también está presente la emigración, en este caso de Liliana, lo cual se conoce por los recuerdos de Verónica: “Ojalá tuviera su valor: casarse con un extranjero y no dar jamás una señal de que está viva, no mandar a sus hijos ni una mesada de consolación. Romper con todo sin mirar atrás” (p. 20).

En cuanto a los detalles del ambiente y de los modos que asume la pareja y que la sitúan como intelectuales no favorecidos, pero un tanto a gusto con su estilo de vida, se cuentan varios elementos que forman parte de su habitus: “la alfombra argelina” (p. 12) donde Jelena se sacude las botas al llegar. Las bebidas ofrecidas a la recién llegada “té o café” (p. 12), y también la zona donde residen, la cual es referenciada por Verónica de la siguiente manera: “Miro el reloj y me sobresalto: son las cinco de la madrugada. Dentro de una hora el barrio empezará a despertar, sonarán las latas y la escoba del barrendero, cantará el gallo en un patio cercano, empezarán a traquetear las bicicletas en la calle, la vecina de atrás soltará la retahíla de palabrotas con que levanta a sus hijos” (p. 19).

El lenguaje con que se expresa la narradora-personaje aporta claves sobre su capital cultural. Se trata de un lenguaje coloquial, pero sin las palabras ríspidas que hallamos en otros cuentos de Mariela Varona, aunque Verónica es franca al observar a Jelena e intentar calificarla: “Qué mezcla extraña de virgen cazadora, aprendiz de tuerca o rockera en ciernes” (p. 11). Esta frase ―sobre todo en su primera parte― es una de las observaciones que denota la capacidad de hablar sobre lo sexual con un lenguaje que se regodea en el placer erótico asumido como ceremonia junto a la satisfacción del cuerpo.4 También salpica sus observaciones con términos en francés, como savoir faire (p. 13), avant-garde (p. 14), y ménage à trois (p. 18).

Lo más significativo en cuanto a la carencia de éxito lo expresa Verónica cuando decide suicidarse: “Es curioso que todo el mundo hable de las escritoras suicidas y olvide a las pintoras suicidas. ¿Quiénes serán las Virginia Woolf, las Alfonsina Storni, las Marina Tsvetáeva de la plástica? De todas formas ya no importa, mi pintura nunca trascendió” (p. 20).

“Teoría del cuarto oscuro” se destaca por redondear el conflicto descrito, con el tono de la cuentística contemporánea: sin juzgar, solo mostrando realidades diferentes, ethos diversos. Además, este cuento se instala en una zona sensible de los debates actuales, al abordar la ética de la pareja y la vulnerabilidad de la mujer ante las construcciones sociales androcéntricas, a pesar de tratarse de una pintora con capital cultural y, por lo tanto, armas intelectuales para sobreponerse a lo establecido. “La tradición es más fuerte”, parece ser el mensaje de este relato.5

Black dog6

Concierto de rock en el teatro Maxim de La Habana, cerrado por las instituciones estatales de cultura en 2023.
Concierto de rock en el teatro Maxim de La Habana, cerrado por las instituciones estatales de cultura en 2023.

Empleando el realismo sucio como estilo dominante, este cuento aborda un tema aún sensible para la sociedad cubana: se trata de los prejuicios raciales. Al estar narrado desde la perspectiva de un joven negro en un campo mayoritariamente de blancos como es el de la música rock, en este relato se ofrece el conocimiento de parte de dos espacios periféricos en la sociedad cubana: el rock y los individuos de raza negra, el primero de los cuales es reconocido como línea temática dentro de la narrativa cubana.

Es importante destacar que no es intención de la autora desconocer la igualdad racial que se ha logrado en Cuba, pero una mirada profunda a esta cuestión no puede ignorar que sí sobreviven prejuicios de arraigo histórico ―incluso entre las personas de piel negra―. En el caso de quienes gustan del rock, por razones que se alejan del presente trabajo, este es un género que desde su surgimiento (y a pesar de tener sus raíces en la música de los negros del sur de los Estados Unidos) tiene más seguidores entre las personas de raza blanca, aunque también hay seguidores y han existido excelentes músicos negros.

El rock, además, como género y como campo social, es un tema bien conocido por Mariela Varona, al cual le dedicó el cuento “Pregunten cómo sigue, por favor”, de su libro Cable a tierra. Esta capacidad de Mariela Varona de ilustrar diversos sectores que se encuentran al margen de lo más socialmente validado, tiene mucha relación con sus experiencias personales.

De hecho, en una entrevista que le realizó el periodista Dean Luis Reyes, al este preguntarle sobre la fuente de los sucesos violentos en su obra, la autora habló sobre su vínculo con la marginalidad y respondió que eso provenía: “De un estudio de años del mundo marginal holguinero y santiaguero […]. Yo soy una persona que quiero saberlo todo, pero siempre estar fuera. El Perro [Legón] y yo estamos juntos hace 17 años y hemos conocido gente y hecho cosas […]. En el centro de la ciudad hay un café que se llama Pico Cristal, que hoy es en divisa; pero antes no. Ese era el centro de la mala vida holguinera”.7

Continuando con el tema del rock: el propio título del cuento es una intertextualidad tomada de él, pues “Black dog”8 es una canción de Led Zeppelin, que aparece en la narración como sobrenombre del protagonista.9

Otras intertextualidades en este relato también provienen del género musical en cuestión, para apoyar el desarrollo del argumento. Se trata de la constante alusión a diferentes reales bandas de rock que escuchan los personajes, incluso aparecen fragmentos de una canción de la banda cubana Porno para Ricardo. La presencia de las bandas apoya el argumento para generar un ambiente creíble pero, para un lector conocedor del rock, puede funcionar además como contribución a la progresión dramatúrgica de la historia, pues las bandas tienen importantes diferencias estéticas entre sí que inciden en el ánimo de los personajes y sobre todo en el del protagónico.10 Otra intertextualidad, esta vez literaria, está dada por un cuento de Charles Bukowski, el padre del realismo sucio, que lee uno de los personajes (Mayra) y que luego sirve para que Black dog compare su propia vida con un personaje del autor mencionado.

“Black dog”, también narrado por su propio protagonista y con un lenguaje coloquial, con una jerga propiamente cubana marginal, cuenta parte de la historia de un joven negro que entra al mundo del rock como aficionado. Por sus retrospectivas podemos conocer que proviene de una familia disfuncional: su padre es negociante y vive con una mujer mucho más joven que él (Nancy), con la que Black dog suele tener sexo cuando el padre sale a trabajar. Las relaciones entre padre e hijo no son buenas, sobre todo porque entre sus habitus hay diferencias enormes que les impiden convivir. La elección de personas, bienes y prácticas que ambos hombres realizan no son de su mutuo agrado.

El cuento se desarrolla a partir de una visita de Black dog a una pareja de intelectuales: Mayra y El Stone. Los gustos musicales y la decoración de los anfitriones denotan que se trata de personas con un importante capital cultural,11 pero que como Black dog y los otros amigos que reciben, no están en una posición social aventajada: entre todos reúnen dinero para comprar alcohol barato12 y carecen de confort en su casa. Mientras escuchan música y conversan, Black dog va abriendo sus recuerdos, permitiendo que conozcamos su vida, de forma creíble y directa, gracias al recurso de la primera persona.

El padre de Black dog representa al hombre negro, proveedor de su hogar, seguidor de las costumbres de la cultura popular de Cuba, y de accesorios ―como el diente de oro, los collares―, que expresan su manera de asumir una posición dentro del campo de los hombres que trabajan en el sector informal de la economía. Sin embargo, al joven gustar del rock y de todos los elementos materiales y habitus que esto implica, el padre se muestra muy estricto con lo que considera inmutable y asume una actitud agresiva respecto a los gustos del hijo.13

Como es posible apreciar, “Black dog” es un cuento que aborda más de una cuestión importante. En primer plano, y por la importancia que le otorga el protagonista, aparecen los conflictos del joven con su padre y la comodidad que siente en un ambiente para él ideal, junto a sus amigos y “los Stones”.

No obstante, al adentrarnos más en los planteamientos del cuento, afloran otros problemas relevantes. Se trata de un joven que intenta legitimarse en un campo que, aunque es marginal como el consustancialmente suyo, “exige” otras maneras para poder entrar, maneras que, a los ojos del padre de Black dog son contrarias con los modos que debe exponer un hombre de piel negra. El padre trata de conservar un credo social basado en la raza y también en una representación conservadora de lo masculino, todo esto lo automargina frente a las personas de piel blanca y frente a los jóvenes que asumen una imagen diferente de lo tradicionalmente considerado para ser hombre.

Y el puro, […], cuando me vio con el pelo así... me estuvo dando patadas por el culo hasta que se cansó. Y Nancy, […] deja al muchacho, Gregorio, de contra que es huérfano también lo vas a maltratar […]. Y él: pero es que él quiere ser blanco, chica, ¿tú no ves que quiere ser blanco? Le molestan los toques de santo, no se pone la ropa que yo le compro, no le gustan las mulaticas, lo único que quiere es parecer un blanco, parecerse a las pelúas esas que lo vienen a buscar, porque esa pasa se la planchó para parecerse a ellos, lo único que le gusta son las cosas de los blancos. Y Nancy, pasándole la mano por la cara: pero si tú no te quedas atrás, papi, tú eres un negro piolo, te casaste conmigo. (p. 81)

El modelo masculino de belleza occidental es el del hombre blanco, con pelo lacio y, por lo general, ojos claros. Cuba es un país de amplio mestizaje afro y español, fundamentalmente, pero, como toda sociedad occidental, no escapa a la presión de ese canon físico. Indirectamente, este cuento nos habla de esa zona de imposición cultural y de la relación de individuos de diferentes campos sociales y razas con esa realidad. También nos habla del esquema de la pareja de igual color de piel, y de las barreras que esa idea provoca, pues Black dog está interesado en una muchacha blanca y el padre de este se encarga de alertarlo acerca de la imposibilidad total ―según él― de un vínculo amoroso entre ambos:

[…] ya empecé a acordarme de Lissy, yo no puedo tomar sin que me acuerde de ella. Y de mi puro cuando la vio: ¿y tú crees que esa masita de coco se va a empatar con un negro de mierda como tú? Y ella hablándome bajito, repasándome la Matemática […], y yo mirando sus labios y sus pecas, y el pelo de miel ¡cojones qué pelo más lindo! Hasta que se empató con Raúl, mi socio, rubito igual que ella. Era verdad lo que mi puro decía: cuando una blanca se acerque a ti, primero pregúntate qué anda buscando y después decide. (p. 82)

El fragmento citado abarca ―además de lo ya señalado― el reconocimiento involuntario que de los criterios del padre hace el muchacho. Además, en el planteamiento general de la pieza narrativa Mariela Varona deja suspendida una posibilidad: ¿Lissy tendría prejuicios raciales o simplemente se sentía atraída por Raúl, el rubio?

Las relaciones de conveniencia también aparecen en este cuento: el propio padre de Black dog se muestra excesivamente prevenido contra estas, y trata de que su hijo comparta sus ideas. Sin embargo, este último cuestiona la relación entre Gregorio y su joven esposa: “Entonces, por qué no se preguntó qué quería Nancy cuando se acercó a él, tenía que haberse dado cuenta de que ella estaba muy ricota […]. Él, tiburón viejo, niche barrigón y nariz ñata, tenía que saber que ella venía por el baro que él estaba levantando en la candonga […]”. (pp. 82-83)

Las diferencias físicas entre negros y blancos están presentes en la mayor parte del cuento. Estas influyen en las valoraciones de Gregorio, y consolidan el ethos de este personaje. También inciden en las valoraciones de Black dog, y el caso específico del cabello ilustra cómo lo físico puede ser parte del habitus de determinados campos, en este caso el del rock. Black dog recurre al desriz para integrarse físicamente entre los seguidores del rock, pues, el baile fundamental se realiza con un movimiento de cabeza al que el cabello largo le otorga más fuerza.

Lo referente al cabello se evidencia en varios momentos y desde la perspectiva de varios personajes. Black dog evoca las risas de su amigo Raúl, cuando este lo ve con el pelo desrizado: “Me acuerdo como se carcajeaba cuando me aparecí con el pelo desrizado en aquel concierto. Que cuando fuera a trashear le avisara, él no se podía perder eso” (p. 81). El protagonista también repara enfáticamente en el pelo de Omar: “Omar tiene el pelo a media espalda, lacio y medio rojizo” (p. 78). Finalmente, la posición más radical respecto a esta cuestión física, base de una imagen que a su vez forma parte de un habitus, es expresada por Gregorio en una frase que es imprescindible reiterar: “[…] porque esa pasa se la planchó para parecerse a ellos, lo único que le gusta son las cosas de los blancos” (p. 81).

Por su parte, Black dog mantiene sus reservas respecto a su presencia en un mundo no cercano a las personas de piel negra, aunque sea el ambiente que genuinamente le gusta. Esto le hace proyectarse con prejuicios anticipados en unas ocasiones, y justificados en otras. En el momento en que el Stone le presenta Black dog a Mayra, el protagonista plantea:

A mí me dice: ¿Black dog? Entonces te deben gustar los Zeppelin. Y se ríe […]. Qué comemierda. Como si fuera ciega. Como todos los blanquitos cuando quieren congraciarse, haciéndose los que no le dan importancia a la cosa, para no decirle negro al pobrecito negro” (p. 78). En cambio, el prejuicio justificado aparece dado por los chistes ―esas acciones protagonistas de las relaciones humanas, que no son tan ingenuas como pretenden―: “¿Y este negro que hace aquí? Grita César […]. Stone, caíste, metiste a este negro en tu casa y yo me voy, porque ahorita empiezan a perderse los discos, los libros, las gatas y los blumers de Mayra. (p. 82)

En este cuento aparece también una diferencia posible entre dos jóvenes negros dentro del campo del rock: se trata de la comparación que hace Black dog con su colega Escáner. Dentro de todo el argumento, y el conflicto establecido por la relación entre Black dog, su padre y la mujer de este, dicha comparación no es de las más notables, incluso tiene un toque irónico que aporta comicidad por la forma en que el protagonista se expresa. No obstante, y a pesar de su brevedad, recrea eficazmente la valoración que tiene Black dog respecto a la importancia de las posibilidades materiales para legitimarse, en un campo en que la raza negra puede ser una limitación. La frase en cuestión hace uso de un concepto popular que perfila agudamente todo un estatus para situar a una persona negra con un éxito determinado: “negro fino”. Black dog no se considera así, pero califica a su amigo con dicho concepto: “Siempre los mismos chistes, hasta cuándo. Con Escáner no se meten porque es un negro fino, con computadora y quemador y todo […]” (p. 82).

Un asunto que se respira indirectamente a lo largo del cuento es la violencia. En este caso, se trata de la violencia psicológica, específicamente la verbal del padre hacia Black dog, cuando intenta coartar su libertad individual. De igual forma, está presente la venganza del joven hacia el padre, al tener sexo con su madrastra y gozar del dinero que ―proveniente de Gregorio― ella le da a escondidas. Aunque no lo expresa literalmente, Black dog considera que su respuesta hacia los agravios del padre es la adecuada.

Por eso es que el puro debía morirse de un infarto con ella, porque él no sabe que yo compré el t-shirt de Cannibal Corpse con el baro que él le da a Nancy, que con ese mismo baro yo quemo los discos de Carcass, Dimmu Borgir y todo lo que me da la gana; que ella le quita todo el baro que a mí se me ocurra pedirle; que por las mañanas, cuando se acaban los gritos fingidos y él se va, Nancy se queda callada bailando encima de mí […]. (p. 83)

Cuestiones raciales aparte, Black dog representa al joven marginal, sin capital cultural ni económico, tratando de identificarse con un grupo dentro de un campo aparentemente ajeno, cuya libertad de elección es limitada por su padre y por la carencia de un espacio privado. Por lo tanto, es un joven que vive en un constante presente, ayudado por el placer que halla en el sexo, en la música, en las drogas y en las relaciones con sus amigos. Sin embargo, dentro de ese presente lineal y fluctuante a la vez, encuentra su lugar en un ambiente generado por otros que, aunque diferentes por capital cultural, raza, etc., también se encuentran en los extramuros de la sociedad y representan la posibilidad de una apertura real a lo que escapa de esquemas tradicionalmente aceptados por la sociedad cubana.

En este sentido, el fragmento final del cuento, constituye un cierre insuperable, demostrando el cambio de perspectiva de Black dog y su disposición a vivir el momento: “Pero por qué yo tengo que fundirme siempre con estas cosas, la gente se divierte y yo tengo que asarme con esas mierdas, tengo que seguir tocándome con el kini y después consigo unos parkis y que viva el rocanroll; y los Stones son volaos y César y Ernesto también y después de todo, qué bien se descarga con los Porno”. (p. 84)

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1 Mariela Varona: “Teoría del cuarto oscuro”, en La casa de la discreta despedida. Ediciones Cajachina, La Habana, 2009. Todas las citas se harán por esta edición.

2 “[…] prefiero definitivamente la primera persona. Y esto me obliga a asumir el personaje como si fuera una actriz, tengo que creérmelo de punta a cabo, y ahí dentro va incluido su lenguaje”. En Remigio Ricardo Pavón: “Mariela Varona: 'soy una mujer que no acepta la realidad'”, en Desnuda vocación de la palabra. Ediciones Holguín, 2010, p. 42.

3 El pasaje más elocuente al respecto, es el siguiente, cuando Verónica tiene sexo con su esposo y con Jelena: “Yo no podía evitar mirarme de reojo: mi cuerpo ahora me avergüenza. Ya Reinaldo no se revolcaba con dos muchachas, Verónica y Liliana, sino con una muchacha y una señora madura. Qué diferencia cuando le toca a una hacer de señora madura. Él solo tenía que cuidar, tanto ahora como veinte años atrás, que su erección alcanzara para dos. Y yo harta de todo. Cansada de sentirme vieja sin serlo aún, harta de mí misma y avergonzada de mis carnes casi flácidas y enrojecimientos y rugosidades que solo tomo en cuenta hoy que tengo el cuerpo de la otra al lado para comparar” (p. 16).

4 Justamente el título del cuento se origina por la práctica que en el pasado habían tenido Verónica, Reinaldo y Liliana: “Aquella teoría del cuarto oscuro, donde se podía demostrar que el cuerpo reaccionaba a las caricias de cualquiera, hombre o mujer, porque todo dependía del rostro que imagina el cerebro detrás de esas manos o esa lengua. Reinaldo explicando la teoría a dos muchachas que reían y gritaban y tomaban un trago […]” (pp. 14‐15).

5 Esto es palpable en un fragmento, en que Verónica se compara con las mujeres traicionadas al estilo corriente de infidelidad: “Mi caso es distinto. Al menos ellas podían, pueden, dar escándalos, divorciarse, arañar la cara del marido adúltero, tirar sus cosas a la calle, discutirle el derecho de ver a los hijos […] yo no soy ni siquiera una esposa, acepté este arreglo y no tengo ni la opción del desahogo histérico, que calma tanto. Con Liliana rompimos la primera regla de oro de las parejas heterosexuales, y Reinaldo la romperá una y otra vez, imperturbable” (p. 18).

6 Mariela Varona: “Black dog”, en La casa de la discreta despedida. Ed. cit. Todas las citas se harán por esta edición.

7 En Dean Luis Reyes: “Esta es mi venganza”, Cubarte [cubarte.cult.cu/periodico/print/articulo/10698.html].

8 En español, perro negro.

9 “El apodo me lo puso Raúl, cuando empezamos a ir a conciertos y a grabar a Sepultura y a Nirvana. Me dijo que me pegaba ese nombre, que los Led Zeppelin habían escrito esa canción para todos los perros callejeros como yo, que encima era el primer negro rocker que conocía” (p. 81).

10 Por ejemplo, hay momentos en que escuchan Pearl Jam, luego Cradle of Filth, Rage Against The Machine, Porno para Ricardo, también se mencionan los diferentes discos que poseen los personajes anfitriones: Zap Mama, Nina Simone, Ravi Shankar, etc.

11 “Y entramos al gao más raro que he visto en mi vida. La entrada es por la cocina, mira tú. Es chiquitico y está lleno de libros como una cabrona escuela” (p. 77). “Mientras Ernesto conversa con el Stone, él nos da agua y yo miro alrededor. Hay un montón de cuadros en las paredes, entre ellos uno con un tipo que tiene los ojos tapados con la bandera cubana. Otro con la cara de una vaca y abajo una mesa vacía. Posters no hay, solo uno grande de un viejo con una guitarra. Leo: Keith Richards. Hay hasta un busto de Martí y todo […]” (p. 77).

12 Como el cuento se desarrolla a lo largo de un encuentro entre amigos, el alcohol está presente como medio de relajación y liberación. Para la progresión del protagonista es importante porque los efectos del alcohol le ayudan a no tener en cuenta sus propias barreras psicosociales, hasta terminar aceptando la cordialidad de los anfitriones como genuina.

13 “No puedo evitar acordarme del mío [su padre]. La camiseta blanca, los collares, el diente de oro: comemierda, si te cojo oyendo la música fanosa esa te voy a... desde los catorce creo que está diciéndome lo mismo. Comemierda, inútil, vago, bruto, maricón. El repertorio no varía mucho, sobre todo desde que la pura ya no está. Esa música no es de machos, las argollas no son de machos, la ropa que uso no es de macho. Los socios míos son unas pelúas. Las socitas mías son unos cueros” (p. 79). “Ojalá yo tuviera un gao como éste, donde vivir solo y oír la música así, cada vez que me diera la gana. No oír más el baja la mierda esa, que te voy a...; esconde los casetes esos, porque el día que los encuentre te los voy a despingar, so comemierda. Pero yo sí tengo que aguantar Original de Manzanillo, y los Bukis y los Tigres del Norte y toda la mierda esa que él oye” (p. 80).

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