“Europa era así”, un libro de viajes de Ofelia Rodríguez Acosta (primera parte)
Ofelia Rodríguez Acosta es una de las voces descollantes de la ficción y el periodismo hechos por mujeres en Cuba durante la primera mitad del siglo XX.
El feminismo cubano en la República
Ofelia Rodríguez Acosta (1902-1975) es una de las tantas figuras olvidadas por la historiografía de la cultura cubana. Ella es parte de la historia del feminismo cubano de la república que han tratado de borrar desde el discurso oficial. La ensayista Elena M. de Jongh, al referirse a este tema, ha corroborado el criterio de K. Lynn Stoner: “Como ha señalado la historiadora K. Lynn Stoner, el movimiento feminista en Cuba antes de 1959 es uno de los aspectos más olvidados de la historia cubana moderna”.1
Las raíces de ese olvido han estado en la política del Estado cubano en relación con la mujer. En 1977, Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, declaró públicamente que: “Nosotros nunca hemos tenido un movimiento feminista. Odiamos eso. Odiamos el movimiento feminista de los Estados Unidos. ¡Vemos estos movimientos en los Estados Unidos que han concebido la lucha por la igualdad de la mujer contra los hombres! ¡Eso es absurdo, no tiene sentido! ¡Que esas feministas digan que son revolucionarias es ridículo”!2 La declaración de esta señora muestra su total ignorancia, no solo de la historia de la mujer cubana, sino de la historia de la nación.
“El movimiento feminista en Cuba antes de 1959 es uno de los aspectos más olvidados de la historia cubana moderna.”
No fue hasta la Conferencia de Beijing, celebrada en 1995, a la que fue invitada Cuba, que por conveniencias políticas, la Espín firmó la Declaración y Plataforma de Acción por la igualdad de géneros en lo relativo a la mujer y la pobreza, la necesidad de la equidad y oportunidades de la mujer y el hombre en una serie de esferas del desarrollo social.
A partir de allí, se intentó orquestar una campaña a favor de estos aspectos en Cuba. Pero no había respaldo teórico, ni verdaderamente político. Porque en realidad se han negado a reconocer la pluralidad de feminismos por la razón de que la única opinión que cuenta es la de ese gobierno y sus instituciones. Quizás lo hagan porque Marx nunca reconoció el trabajo doméstico como un tipo de actividad económica. Pero vale la pregunta: ¿sabrán esto de Karl Marx? Tampoco se ha reconocido nunca, por esta única organización de las mujeres en Cuba, la existencia de una historia de la mujer. Esto es lo que ha ocurrido y ocurre en Cuba.
Celia Amorós, importante filósofa del feminismo contemporáneo, ha afirmado con razón, que “los movimientos sociales feministas sin teoría crítica son ciegos, igual que la teoría sin movimientos sociales”. Esta es, la situación hoy en Cuba. Por eso, la mujer cubana vive expuesta al peligro.3
La mujer cubana en el periodismo
No es posible seguir ignorando a figuras como la de Ofelia Rodríguez Acosta. Ella ejerció el periodismo desde las páginas de diversas publicaciones periódicas en Cuba. Fundó, aunque de corta vida, la revista Espartana dedicada a la mujer. Es preciso destacar aquí que, en los primeros treinta años de la república, hubo un período de auge, como no ha habido otro desde entonces, del periodismo hecho por mujeres. A pesar de esto, Ana Núñez Machín no la incluyó en su estudio sobre la mujer en el periodismo cubano.
La ensayista Elena M. de Jongh al caracterizar esos años y el rol que en ellos tuvo Ofelia Rodríguez Acosta ha afirmado:
Durante las primeras décadas del presente siglo se desarrolló un movimiento feminista en Cuba que tuvo importantes repercusiones en diversos ámbitos de la sociedad. Narradoras, ensayistas, periodistas y poetas formaron parte fundamental de este movimiento y los escritos a favor de los derechos de la mujer llenaron las páginas de importantes revistas y periódicos de la época como Social, Carteles, El Mundo y Bohemia. También se fundaron revistas femeninas como La Mujer, Lyceum, La Mujer Nueva y Espartana. Bohemia una revista semanal de gran difusión en la isla, lanzó una campaña feminista en 1930 bajo la dirección de la narradora cubana Ofelia Rodríguez Acosta (1902-1975). A pesar de ser de las más prolíficas y de mayor renombre de la llamada “segunda generación republicana” […] hoy en día Rodríguez Acosta permanece prácticamente olvidada.4
Ofelia Rodríguez Acosta, escritora y periodista
Rodríguez Acosta se destacó también como conferencista de temas polémicos en aquellas décadas. Es el caso de la conferencia La tragedia social de la mujer, dictada en La Habana en 1932. Ese texto constituye uno de sus más importantes aportes al corpus teórico del movimiento feminista insular. No es necesario decir que no aparece en biblioteca alguna, como tampoco ha vuelto a ser publicada.
“A pesar de ser de las más prolíficas y de mayor renombre de la llamada 'segunda generación republicana' […] hoy en día Rodríguez Acosta permanece prácticamente olvidada.”
Por otra parte, Ofelia Rodríguez Acosta está considerada una de las voces descollantes de la narrativa hecha por mujeres en Cuba. Entre sus novelas están: El triunfo de la débil presa (1925), La vida manda (1928) ―quizás la más conocida y la única publicada después de 1959 por la Editorial Oriente―, y Sonata interrumpida (1940). Esta última se excluye sistemáticamente del ciclo de la narrativa cubana que tuvo como tema la lucha contra el dictador Gerardo Machado. Solo se han tenido en cuenta La Ráfaga, de Antonio Acevedo, “La noche de Ramón Yendía”, de Lino Novás Calvo, o “El acoso”, de Alejo Carpentier, y Una brizna de paja en el viento, del venezolano Rómulo Gallegos.
También es de interés señalar que Rodríguez Acosta incursionó, a su vez, desde las páginas de Social, en un tipo de narrativa de vanguardia. Zaida Capote lo señala en su trabajo “Creando lazos, tramando redes. Experiencias cubanas”:
Voz moderna por excelencia, la de Ofelia Rodríguez Acosta participó no solo desde la ficción en proyectos de vanguardia como la novela colectiva5 Once soluciones a un triángulo amoroso, con su capítulo “La importancia de un teléfono”, publicado en la revista Social en 1927, sino también en organizaciones como el Club Femenino de Cuba, del cual fue bibliotecaria. Su participación pública incluyó la lucha contra el régimen de Gerardo Machado […], experiencia que registraría en su novela Sonata interrumpida (1943).6
Libros de viajes
Ofelia Rodríguez Acosta incursionó en la literatura de viajes hecha por mujeres en el siglo XX. Su primer libro fue La excursión a Isla de Pinos, publicado en 1921. En este texto la autora recogió sus impresiones personales de la visita que, con su familia, realizó a aquella parte de Cuba. No ha vuelto a ser publicado a pesar de estar en los fondos bibliográficos del Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba.
Europa era así es, pues, su segundo libro de viajes, publicado por la Editorial Botas, en México, en el año 1941. Ese viaje a Europa era el resultado de una beca de estudios que le fue otorgada por el gobierno cubano. La revista Grafos le solicitó a la escritora que realizara las crónicas de su periplo a fin de publicarlas. Así hizo la autora. El viaje se realizó en medio de una Europa a punto de comenzar el conflicto bélico más devastador del siglo XX en ese continente: la Segunda Guerra Mundial. Por eso, al presentar su libro, en el “Prefacio” la autora afirma:
[…] muchas veces los hechos políticos y diplomáticos de Europa, en una época de incertidumbres y violencias, rebasan ciertos aspectos de su contenido; máxime cuando yo no construía estos relatos inmediatamente, sino de una manera, podría decirse, ocasional, es decir: en la oportunidad de su publicación. Es así, por ejemplo, que habiendo visitado Bruselas a fines de 1938 no fue hasta después de declarada la guerra —septiembre de 1939— y residiendo yo en México, que la crónica a ella dedicada apareció en Grafos.7
Esta y otras observaciones que, no solo aparecen en el “Prefacio”, sino también a lo largo del libro, dan al lector información acerca de cómo se fue construyendo el texto. Pero también, las consideraciones de la autora acerca de cómo ella piensa que debe ser un libro de viajes. Por eso, advierte que quiso que nada fuera demasiado pulido y que su prosa, con mayor esmero, hubiese sido mejor. No escribió, ella misma lo afirma, sobre la inmediatez. Rodríguez Acosta señala algo importante: esas “deficiencias” que se evidencian en la escritura: “Se pueden admitir en las columnas de una revista, que se lee al día, […] pero que se advierte con menos tolerancia en un libro otramente concebido. Pero de manera deliberada he querido dejarlo todo cual estaba, ya que conservan su carácter de artículos de prensa”.8
Razonaba la autora que estas crónicas debían ser concebidas a través de un cierto extrañamiento de la realidad. No obstante, es algo que considera que no pudo lograr. Porque la escritura nace de la honradez, consigo misma y con el lector. Así, irá del relato un tanto ingenuo que deja constancia de su paso por España, al más tenso y recio al llegar a Alemania. La autora de La vida manda ha tenido que calibrar su escritura en estas crónicas. Una vez comenzada la guerra, esos espacios se transformaron en “paisajes después de una batalla”. Por eso no deja de advertirlo: “Hoy, muchas de esas ciudades que ‘desfilan’ por estas páginas están casi, o sin casi, destruidas por la guerra. Agotadas por el hombre. Aplastadas por la derrota”.9
La autora sabe que sus crónicas se mueven entre dos tiempos. Se trata de un antes y un después de la guerra. Ella prefiere mantenerlas tal como las escribió antes. La razón, totalmente válida, es que entiende a la crónica como un testimonio que nace de la experiencia vivida y no construida artificialmente. En este concepto sigue la tradición de la condesa de Merlín, Gertrudis Gómez de Avellaneda, y de Aurelia Castillo de González, fundadoras de las crónicas de viaje en la literatura cubana. Ofelia Rodríguez Acosta explica entonces:
[…] mi trabajo resultó una inevitable transposición de los planos emocionales, o, por mejor explicar, una conservación en la sensibilidad de las vivencias tal como se habían efectuado en la realidad determinante de mis viajes, sin recoger en su exposición las variantes sufridas posteriormente (posteriormente a mi vista, pero anteriormente a mi reseña) en los cuadros de mis narraciones, […] y a la vez cumplir con un imperativo de conciencia; dos artículos con consideraciones políticas (que estimo pertinente suprimir aquí), porque decía: “no es posible continuar el relato de nuestro viaje por Europa Central, tocando justamente sus principales capitales sin hacer al margen unas breves acotaciones al triste estado de cosas que tan hondamente las ha transformado”. Y en otra ocasión: “¿Cómo evadirse del torbellino del mundo? ¿Cómo estar siquiera al día en el loco sucederse de los acontecimientos?”. Aun se están publicando en Grafos las crónicas que escribíamos sobre España, cuando la guerra civil había estallado en aquel país.10
Para la autora, este libro puede considerarse también un testimonio de la historia cultural del Viejo Continente. Es por eso su título: Europa era así. En ese sentido, nace de la nostalgia y del dolor. No hay nada artificial ni preconstruido en estas páginas.
Otra de las cosas que el lector va a advertir en estas crónicas es que son resultado del encuentro con una historia de la cultura que ya se conoce. Como buena parte de nuestras viajeras, Ofelia Rodríguez Acosta no va a conocer Europa, sino que la va a reconocer. La autora ya sabe, a partir de sus lecturas, lo que va a visitar y a descubrir. Lo cual le permite enriquecer aun más sus experiencias culturales.
Tres escritoras cubanas en la Europa del siglo XX
Tiempo después, en la década del veinte, otra viajera cubana, Renée Méndez Capote, visitó Europa y escribió Hace muchos años una joven viajera… Había terminado la Primera Guerra Mundial y, entre otras cosas, el paisaje social se había transformado. Se vivía la época de las vanguardias y, por eso, la mirada de esta viajera es de asombro ante la rapidez con la cual había cambiado el mundo. No obstante, la imagen que evoca Méndez Capote en relación con Alemania es la de un país que comienza a estremecerse ante la posibilidad de un nuevo conflicto bélico. La cronista quedó impresionada al percatarse, tiempo después, de que estuvo en la antesala del nacional socialismo.
Ofelia Rodríguez Acosta visita Berlín cuando ya es evidente la guerra y la persecución de los judíos se ha recrudecido. Por eso, Berlín le parece gris, fría y carente de atractivos. Vuelve a considerar algunos de las características de este tipo de literatura viajera al decir: “Lo peor que puede ocurrir en las relaciones de una ciudad con el viajero que se acerca a ella con intención de establecer un conocimiento directo, una amistad, es que este se aburra”.11 Porque el relato del viaje es también el resultado del diálogo necesario que el viajero establece con el espacio que recorre. Un diálogo que puede expresarse de múltiples formas ya sea cultural, político, costumbrista o todas estas cosas, no solo por separado, sino en un sentido múltiple de la realidad.
Es posible, incluso, que el resultado de ese diálogo sea una ciudad fragmentada. Porque la ciudad que se escribe nace del recuerdo. Porque nadie camina nunca por la misma ciudad. Cada ser humano tiene su propio sentido de la ciudad. Dicho de otra manera: hay tantas ciudades como seres que la habitan. Ofelia Rodríguez Acosta no puede, por condicionantes históricas obvias, recordar un Berlín alegre y despreocupado, sino ese espacio sombrío con el que no fue posible dialogar.
Beatriz Sarlo, al hablar de la ciudad, ha señalado cómo: “La ciudad escrita no es, por supuesto, solo una ciudad literaria”.12 En efecto, y esto es válido también para la literatura de viajes.
Teté Casuso, la viuda de Pablo de la Torriente Brau, tiene a su haber una obra escrita de la que forma parte un libro de viaje. Me refiero a Recuerdos de mi viaje a Europa. Ese libro, no incluido en ningún acercamiento a la literatura de viajes en la Isla, se publicó en 1951 por una editorial mexicana.
“La historia de la cultura cubana, en lo referente a la literatura de viajes, tiene tres miradas féminas a un continente, en tres períodos diferentes de su devenir. Cada una de ellas, son percepciones diversas. Allí está su riqueza cultural.”
A diferencia de Rodríguez Acosta, que visitó una Europa en las puertas de la guerra, la estancia de Casuso fue en un continente en ruinas. La autora se interesó, especialmente, en el mundo del arte y la cultura. No dejó de describir los efectos de la guerra para estos espacios culturales, pero poco se detuvo en la geografía humana. Para ella Europa era: “[…] como un museo. Un museo es muchas cosas maravillosas, en el campo del pasado intelectual. Y uno puede admirar mucho un museo, pero no quedarse a vivir allí. Eso me pareció Europa”.13
La historia de la cultura cubana, en lo referente a la literatura de viajes, tiene tres miradas féminas a un continente, en tres períodos diferentes de su devenir. Como en Rashomon, cada una de ellas, son percepciones diversas, en este caso, de un mismo espacio cultural. Allí está su riqueza cultural. No es posible, pues, seguir al margen de la historia del feminismo en Cuba. También es urgente rescatar la escritura viajera hecha por mujeres. No basta referirla, se precisa estudiarla.
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1 Elena M. de Jongh: “Feminismo y periodismo en la Cuba republicana: Ofelia Rodríguez Acosta y la campaña feminista de Bohemia (1930-1932)”, en: Confluencias, Colorado State University, Vol. II, Fall 1995, p. 3.
2 M. M. Azicri: Cuba: Politics, Economics and Society,Pinter Publishers, Nueva York, 1980, p. 115.
3 Tan expuesta vive que, cada año son más los feminicidios y no son reconocidos. Existe una discriminación a la mujer por su color, por su nivel económico y por tantas cosas más. Si hubiera verdaderas leyes y un reconocimiento de las diversas teorías e instituciones feministas no hubiesen podido torturar impunemente a la académica Alina B. López Hernández. La prensa no se mantendría callada y las cosas fueran diferentes. Ayer fue Alina B. López, y… ¿cuál será la próxima profesora universitaria que agredan físicamente? Porque la agresión a la inteligencia en general y, a la de la mujer en particular, se pasea impune por los predios académicos de la Isla.
4 Elena M. de Jongh: ob. cit., p. 3.
5 En 1926 la revista Social había llevado a cabo una experiencia literaria similar. Convocó a la escritura colectiva de una peculiar novela policial. Se llamó esta novela Fantoches. Participaron Carlos Loveira, Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Hernández Catá, Jorge Mañach, entre otros. La novela fue publicada en la década del 90 en Cuba por Dolores Nieves. [Nota de O. G.]
6 Zaida Capote: “Creando lazos, tramando redes. Experiencia cubana”, en: Revista Chilena de Literatura, No. 108, 2023, p. 23.
7 Ofelia Rodríguez Acosta: “Prefacio”, en: Europa era así, Editorial Botas, México, 1941, p. 8.
8 Ibídem., p. 8.
9 Ibíd., p.10.
10 Ibid., pp. 9-10.
11 Ibíd., p.187.
12 Beatriz Sarlo: La ciudad vista: mercancías y cultura urbana, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009, p. 146.
13 Teté Casuso: Recuerdos de mi viaje a Europa, s. e., México, 1951, p. 8.
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