Poesía cubana | “Otras alas”

“Vengo llegando al fin, tocando al fin el páramo/ donde he de ser piedra y semilla, trino y nido/ para otras alas acaso menos tensas.”

Vengo de lejos, desde antiguo volando sobre el erial esquivo,
surcando espectros que se desvanecen, espejismos,
intangibles promesas de bosque y pródiga rivera.
Vengo sembrando en la nada la fugacidad de un resquicio,
una semilla alada, un sendero que no alcanzas a advertir.
Hacia ti, que es decir hacia nunca, hacia el silencio,
vengo cantando mi ilusión de manantiales;
aunque mis palabras se acumulan como el polvo
en un rincón de tu memoria, inoportunas siempre,
desterradas entre el bullicio y la escarcha,
y como polvo en mi lengua pulen lo decible.

Tengo también las alas tensas, los ojos densos,
la sangre dura donde el frío hendió lo manso.
Con fatiga cargo, sin desmayo, el ansia de llegar;
y mi pecho se gasta atravesando ausencias
sin reclamo ni patria, sin derecho aún al horizonte.
Soy hombre, que es como decir culpable
de la tensión y el deseo,
de la prehistoria y el mito que te inventas
para cerrar altiva tus fronteras a mi paso.
Soy fuego, que es decir culpable de la sed de lo imposible,
como decir ceniza, rastro de luz en la negrura
de una noche perpetua, ciega y rota también
pero feliz en su dolor y fiera:
noche hecha mundo, patria que es sueño.

Vengo desde siempre hacia un tal vez ya crónico,
tentando en mi siringe la fe en un equilibrio
demasiado improbable, casi ingenuo.
Vengo llegando al fin, tocando al fin el páramo
donde he de ser piedra y semilla, trino y nido
para otras alas acaso menos tensas,
menos ávidas de ti, menos dadas a soñar
lo que no existe, lo que todavía no somos.