Poesía estadounidense | Tres poemas de Dorothy Parker
La poesía de Dorothy Parker deja ver esa rara mezcla de ligereza y profundidad con que se imponía como una mujer libre y segura de sí.
La galería de arte
Mi vida es como una galería de arte,
con pasillos estrechos en los que los espectadores pueden caminar.
Los cuadros están colgados para sacarles el máximo provecho;
de modo que los buenos captan enseguida la atención.
De cuando en cuando, uno está colgado con tanta inteligencia
que, aunque parece discreto,
capta la luz más favorecedora.
Incluso las pinceladas se muestran con tanto acierto
que las sombras las suavizan y las convierten en belleza...
Mi vida es como una galería de arte,
con unos cuantos cuadros vueltos discretamente hacia la pared.
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Hombres con los que no me he casado
No importa hacia dónde lleve mi camino,
no importa dónde termine,
en suma, no importa el cómo ni el por qué,
o adónde vaya, ahí están ellos.
En caminos o encrucijadas, en calles y plazas,
en callejones, en paseos o avenidas,
parecen surgir de todas partes,
hombres con los que no me he casado.
Los observo cuando pasan junto a mí;
a cada uno miro con asombro,
y “por Dios”, exclamo,
“¡ahí va ese tipo cuyo apellido podría ser el mío!”
No representan una especie rara,
andan y hablan como los demás;
son agradables a la vista —pero solo agradables—
hombres con los que no me he casado.
Es probable que para sus madres
cada uno de ellos sea un hombre de verdad.
Pero aunque estén en lo alto de la estima del hogar,
yo no cambiaría de opinión por ellos.
Y, pese a todo, la preocupación no platea sus sienes;
ni se engalanan con ramas de ruda.
Es curioso que no les importe...
a esos hombres con los que no me he casado.
Post Scriptum:
Si un día tuvieran la ocasión de compartir
su suerte conmigo, toda una vida,
aire, sin duda, es todo lo que me ofrecerían...
esos hombres con los que no me he casado.
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Idilio
Piensa en las cosas que nunca podrán ser,
salvo en el mundo sombrío de los sueños.
Piensa en lo que podría ser, para ti y para mí,
si tan solo pudiéramos romper los tristes esquemas del mundo.
Piensa en un nidito nuestro bajo una enramada,
cada día, al ocaso, te esperaría ahí,
abajo donde la verja, al resplandor del oeste,
vestida enteramente de blanco, con una rosa en el pelo.
Piensa en un sillón, de asiento mullido y ancho;
piensa en un hogar, donde la lumbre roja se apaga;
piensa en mí, sentada allí a tu lado,
leyendo las historias grabadas en lo profundo de tus ojos.
Piensa en los años, como una canción sin fin,
piensa en una tranquilidad que nunca hemos conocido.
Mientras el mundo, olvidado, sigue su curso,
piensa en nosotros dos, en un mundo nuestro.
Ahora que lo has pensado seriamente...
¿Verdad que es genial que nunca pueda ser?
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Conocida sobre todo por sus cuentos y guiones cinematográficos, Dorothy Parker fue también una aguda crítica teatral, dramaturga y poeta. Dueña de una singular inteligencia y espíritu crítico, hiriente y sarcástico a veces, Parker retrató con crudeza la frivolidad y la arrogancia de la vida neoyorkina. Su poesía, poco difundida en español, deja ver esa rara mezcla de ligereza y profundidad con que desafiaba las normas y se imponía como una mujer libre y segura de sí en una sociedad que, tras los avances del feminismo en las primeras décadas del siglo XX, intentaba someter a las mujeres.
Frente a los ataques machistas a la llamada “mujer moderna” en Estados Unidos, Dorothy Parker afirmó en una de sus demoledoras críticas literarias: “No puedo ser justa con los libros que se ocupan de la mujer como mujer… Creo que todos, sin importar que seamos hombres o mujeres, debemos ser considerados seres humanos”.
Acompañan estos poemas de Dorothy Parker dos obras de la artista estadounidense Lilla Cabot Perry. Nacida en 1848, en Boston, Perry comenzó a pintar ya de adulta, aprendiendo de manera autodidacta las técnicas de la pintura al óleo, que luego perfeccionó en Europa. Expuso en importantes espacios como la Exposición Universal de Chicago en 1893 y el Salón de los Independientes en 1908. Se la considera una de las pintoras impresionistas más importantes de su país.
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La dama de las letras.
Se ha ido, toda su belleza se ha ido
Y con ella la madurez de su existencia
A cuantos mas habrá enamorado
solo con su escritura
Quienes recaen una y otra vez
en el vaivén de sus letras
Un hilo suelto que siempre termina
en la tragedia que significa vivir
Un vuelo hacia un final casi siempre
oscuro y solitario
Cuál será su historia porque siempre
tuvo que contar la de los demás
Como vuela sin alas
y se cuela en la memoria
Tan solo con escribir,
ella se ha ido pero
Su arte se queda, se funde y
desaparece la tristeza de su partida
Para dejar la de su literatura
Se quedó por siempre
La dama de las letras.