Buscando “Una habitación propia” en Cuba. Dialogan Ileana Álvarez e Irela Casañas.

| Multimedia | 17/01/2018

Acerca de la vigencia del pensamiento feminista de Virginia Woolf en la Cuba de hoy, dialogan Ileana Álvarez e Irela Casañas en un nuevo video producido por la revista feminista Alas Tensas y publicado en el canal de Youtube de este medio.

Ileana Álvarez (Ciego de Ávila, 1966), poeta y filóloga, directora de la revista feminista Alas Tensas, e Irela Casañas Hijuelos (Santiago de Cuba, 1980), socióloga y también escritora, editora de Ediciones La Luz (Holguín), comparten sus criterios en un audiovisual de siete minutos, tocando conflictos relacionados con la búsqueda de la emancipación de la mujer y en especial la intelectual en Cuba.

Ileana introduce el tema: “Hay una frase de Virginia Woolf que a mí siempre me ha llamado la atención, que habla de que la mujer escritora o la mujer que desea escribir ficción, debe hacerse primero de una habitación propia y tener dinero”.

Alude Ileana al libro Una habitación propia (A Room of One’s Own), publicado por primera vez el 24 de octubre de 1929 y que se basa en dos conferencias pronunciadas por Woolf en Newnham y Girton, Colegios femeninos de la Universidad de Cambridge, en 1928. La afirmación referida, y que resume las propuestas del novedoso texto, es la siguiente: “una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”.

Ambas intelectuales repasan algunos de los principales problemas que afectan a las mujeres en la sociedad cubana, partiendo de reconocer la importancia del aspecto económico para lograr la equidad. Abordan temas como el déficit habitacional, el tener que vivir muchas parejas jóvenes agregadas, la insuficiencia o el carácter simbólico del salario en Cuba, y los niveles de pobreza generalizada, situaciones que condicionan la dependencia de un gran número de mujeres que se ven atrapadas en un círculo de sumisión, aunque tengan conciencia de sus legítimos derechos.

“En nuestra sociedad —comenta Ileana— se percibe que hay como una especie de retroceso, en cuanto a que, paradójicamente, aunque se abren algunas libertades, por ejemplo, en el mundo de la economía, con la existencia de cuentapropistas, el número de mujeres es inferior al de los hombres. Por otra parte, encontramos algunas mujeres que aún buscan el hombre que les garantice toda una serie de recursos económicos que ellas mismas no se pueden garantizar. Por esa condición de trabajar en la calle con un salario mísero, y además llegar de esa calle y tener que realizar otro trabajo dentro del hogar, y por la función de cuidadora que tiene la mujer cubana, esa libertad, esa autonomía, esa habitación propia de la que habló Virginia Woolf no se ha logrado en Cuba”.

“Esa habitación propia —dice Irela—, de la que habló Virginia Woolf, representa la habitación física, pero también simboliza la habitación espiritual. A veces hemos conseguido crearnos una cápsula para salir adelante, y logramos una habitación propia invisible que nos protege, y tratamos de crear a toda costa y encausar los proyectos personales. Pero, sin duda la habitación física, por favor, a estas alturas del siglo XXI, eso debería estar resuelto”.

Publicar los clásicos del feminismo no ha sido una prioridad de las editoriales cubanas, que nunca han impreso Una habitación propia de Virginia Woolf, ni muchas otras obras de teoría feminista, como los textos de Simone de Beauvoir. No obstante, en los últimos años esta bibliografía ha empezado a circular de mano en mano, principalmente en formato de libros electrónicos.

Woolf, a principios del siglo XX, se preguntaba: “¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué era un sexo tan próspero y el otro tan pobre?”. Con preguntas parecidas dialogan ahora dos mujeres cubanas en un video que revela las preocupaciones antiguas, pero inmediatas, de más de una generación de mujeres que conviven en la isla.

“La situación habitacional en Cuba es desastrosa”, afirma Irela, un hecho que confirman las estadísticas, y agrega: “Lo que me preocupa es que no advierto un proyecto para solucionar eso. Yo no quisiera decir ‘no hay esperanza’, pero casi no la hay. Eso va en detrimento de la mujer, la vuelve indefensa. Hay muchos casos de mujeres que tienen que tolerar palizas y otras formas de violencia porque no tienen para dónde irse, lo vemos en los barrios cubanos…”

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