Galería | Celebración
"Una celebración de mis 50 años que hago pública como otro acto reivindicativo, como gesto político, como una acción directa contra la dictadura, que nos quiere aislados, exiliados, no en comunidad".
El pasado 12 de febrero por primera vez en mi vida celebré mi cumpleaños. Lo festejé, no por ser partidario de este tipo de festejos, sino porque consideré que para mí era algo necesario.
Como si fuese una mariposa, luego de pasar por varios procesos evolutivos más bien complicados, sin tan siquiera percibirlo, ni creérmelo del todo, he arribado a medio siglo de vida. Aunque, apartando la modestia a un lado, aún no luzco como una persona de 50 años, que son los años que realmente cumplo; no 60, como los amigos en jodedera divulgaron en las redes. Pero tengo que asimilar que muy pronto, en el transcurso de los próximos 10 años, comenzaré a ser visto y etiquetado como un adulto mayor. Eso si llego, porque todas sabemos que para morir sólo hay que estar vivo.
Viviendo en estos tiempos tan convulsos donde cualquier cosa puede pasar, por estas fechas me pongo a pensar en cuántas personas han dejado de vivir en estos años en los que una pandemia llegó y en poco tiempo nos hizo comprender lo frágiles que somos.
No sé, ni quiero pensar en que podría pasar en el futuro, prefiero pensar en el aquí y ahora, y vivir esta realidad en la que estoy. No le tengo miedo a la muerte, más bien le temo a la forma en que esta pueda manifestarse, a través de enfermedades degenerativas, largas, dolorosas, crueles.
Yo sé, y presiento, que la muerte será el comienzo de otra etapa donde ya no habrán más preocupaciones, ni crisis existenciales, ni sentimientos que me hagan sentir tristeza o dolor.
Hoy, a pesar de todo, agradezco a la vida, y acepto todo lo que ha ocurrido en estas etapas transitadas por mi espíritu y por mí: el bullying desde edades tempranas, el maltrato de mi padrastro, la pobreza, la marginación por parte de las instituciones cubanas, la violencia policial por mi travestismo juvenil, mi hostigamiento por ser artista independiente, los arrestos arbitrarios, el exilio...
Y si algo destaco de estas etapas es que las he caminado siendo como soy, una persona abiertamente homosexual, artísticamente impúdica, abiertamente sensible...
Nunca me he engañado, no sólo a mí, tampoco he engañado a nadie. Y he luchado contra viento y marea para ser aceptado por una sociedad que constantemente me ha juzgado.
Photocall
Por eso, nada mejor para mí que iniciar una nueva etapa de vida con una celebración como esta. Acogido por el espacio de Deslinde, que dirigen Francis e Ileana, y rodeado de magníficas personas que sí me entienden y aceptan como soy y por lo que soy. Personas que valoran mis logros y que no son familia, pero que se proyectan como si lo fuesen, y que me hacen ver la vida un poquito mejor.
La celebración como gesto reivindicativo
Fue una celebración feliz, donde simulé que cumplía 60 años, algo que quedó guardado en imágenes que aquí comparto de un photocall.
Una celebración que me permito hacerla pública como otro acto reivindicativo, como gesto político, como una acción directa contra la dictadura. El régimen nos quiere presos, nos quiere en colas del pollo, nos quiere cruzando la selva del Darién, yendo a la farsa de sus procesos eleccionarios. Nos quiere exiliados, pero no en comunidad. Nos quiere aislados, dispersos, enemigos.
Esta celebración para mí fue un acto de fe, donde defendí nuestro derecho a hacer activismo a la vez que a divertirnos, a amar, a disfrazarnos y más en momentos donde la situación de Cuba nos golpea a todos, que tenemos a nuestras familias allá, secuestradas, hambreadas, precarizadas, violentadas.
Encontrarnos en este, mi 50 cumpleaños, en Madrid, fue una manera también muy personal de mirar al futuro de frente, pero también de intentar visualizar ese futuro de la nación que todos queremos, donde quepamos todos, sin excepciones.
Nonardo Perea
(La Habana, 1973). Narrador, artista visual y youtuber. Cursó el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso del Ministerio de Cultura de Cuba. Entre sus premios literarios se destacan el “Camello Rojo” (2002), “Ada Elba Pérez” (2004), “XXV Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios” (2003- 2004), y “El Heraldo Negro” (2008), todos en el género de cuento. Su novela Donde el diablo puso la mano (Ed. Montecallado, 2013), obtuvo el premio «Félix Pita Rodríguez» ese mismo año. En el 2017 se alzó con el Premio “Franz Kafka” de novelas de gaveta, por Los amores ejemplares (Ed. Fra, Praga, 2018). Tiene publicado, además, el libro de cuentos Vivir sin Dios (Ed. Extramuros, La Habana, 2009).
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