Sin luz al final del túnel. Testimonios de madres cubanas

“La leche que da el gobierno no alcanza para el mes. Si no hago dinero extra, vendiendo lo que sea para comprarla a sobreprecio, mis hijos no toman nada”, comenta una madre cubana.

Madres cubanas llevando a sus hijas en bicicleta
Foto: Cuballama

La aguda crisis económica que experimenta el pueblo cubano ha ocasionado un deterioro de todos los sectores de la sociedad. Uno de los síntomas más visibles es el detrimento en la calidad de vida de la familia cubana. La falta de recursos básicos como el derecho a la alimentación o los medicamentos esenciales recrean una auténtica pesadilla en los hogares del país.

Las madres cubanas como lideresas, en muchos casos, del núcleo familiar, se ven en la necesidad de buscar alternativas para subsistir y garantizar el bienestar de sus hijos en medio del adverso contexto económico, político y social que se vive en la isla. Aunque no es un terreno desconocido para la ciudadanía, pues el país ya ha transitado por desafíos económicos anteriormente como el Periodo Especial en la década del noventa tras el colapso de la Unión Soviética.

En este momento “Cuba se enfrenta a la peor crisis económica desde el Periodo Especial”, según palabras del economista cubano Carmelo Mesa-Lago, en un artículo publicado a comienzos del 2023 por el Instituto Cubano de Investigaciones de la Universidad Internacional de Florida.

Un sacrificio constante

El acceso a la alimentación es una de las principales preocupaciones de las madres cubanas debido a la escasez de los alimentos o de los recursos monetarios para adquirirlos. Leche, carne, frutas y vegetales frescos en las mesas cubanas es un lujo que solo pueden darse un número reducido de familias, mientras la mayor parte de los núcleos familiares ve sus opciones de adquirir productos alimenticios básicos como un constante sacrificio personal.

Y no es un hecho aislado. Según el informe anual sobre el estado de los derechos sociales en Cuba del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), el porcentaje de cubanos que vive bajo el umbral de la pobreza es de un 88 % de la población.

A lo largo de 2023, las madres cubanas denunciaron en las redes sociales la falta de leche, de agua o de tratamientos médicos para sus hijos. Bloquearon calles, carreteras, avenidas en sus comunidades y, además, algunas acudieron al Ministerio de Salud Pública con la historia clínica de sus hijos. La lucha de la madre cubana es una muestra de resiliencia y valor.

madres cubanas
Foto: Openverse

Laura, de 31 años, es pediatra especialista en primer grado. Tiene un hijo de 11 y otro de 3 años.

Como madre de dos hijos, lo que más me golpea es el dilema de la alimentación, porque para poder vivir y desarrollarse, para pensar y efectuar cualquier tarea hay que comer. Así que mi lucha diaria es por la comida de mis hijos. Todos los derivados del lácteo son un lujo y rara vez puedo pagarles un helado.

Para satisfacer la demanda de productos esenciales hay que acudir al mercado negro o las mipymes: “La leche que da el gobierno no alcanza para los 30 días del mes, además, no tiene calidad. Si no hago dinero extra, vendiendo lo que sea para comprar leche a sobreprecio, mis hijos no toman nada”.

Para Laura el tema de la merienda es tan complejo como garantizar la leche del mes:

No se encuentra una galletica o un helado para darle a un niño a un precio asequible, uno tiene que contar con una gran cantidad de dinero para comprar en las mipymes donde cualquier producto para las meriendas de los muchachos cuesta una fortuna.

Comparte, además, que en el mes de enero, en la provincia de Santiago de Cuba, en la que reside, el azúcar llegó a su bodega el día 24. “Una libra de azúcar en la calle cuesta 250 pesos la libra, por eso no se puede ni hacer un dulce para la merienda de los niños”.

No alcanza ni con remesa

Para Katia, de 34 años, psicóloga, madre soltera de dos niñas, una adolescente y otra en grado preescolar, resulta extremadamente difícil sobrevivir un mes.

Yo recibo una remesa de 200 dólares mensuales, pero eso no es nada cuando se tiene que gastar en ropa y zapatos para dos niñas, además de lo que sea que necesiten para la escuela, y comida y merienda, sin contar que debo hacer colas interminables.

Katia sabe que pertenece a un sector privilegiado que recibe remesas y, aun así, le resulta incomprensible que ni con esa ayuda del exterior logre cubrir las necesidades de sus hijas. “Si eso me pasa a mí, que recibo 200 dólares, no sé qué es lo que estarán haciendo las madres que no tienen respaldo”.

Katia también menciona el dilema del transporte, porque representa un gasto importante para ella a pesar de que no trabaja en la calle: “Cuando tengo que salir con las dos niñas no me atrevo a montarlas en guagua, y las máquinas pueden cobrar de 100 hasta 250 pesos dependiendo el tramo y el horario”.

Imagen: Alas Tensas generada con IA

El deterioro de la “potencia médica”

El deterioro del sector de la salud en todas las escalas, junto a la falta de medicamentos e insumos médicos, incluyendo los más elementales, hace que se vean más afectados sectores poblacionales vulnerables como los niños. Las madres se ven obligadas a buscar alternativas para enfrentar tratamientos a enfermedades crónicas o de cualquier otro tipo. Por lo general, se recurre a compras ilegales de medicamentos en “farmacias” online donde se pagan precios exorbitantes.

Todos los niños necesitan vitaminas cuando no se suplen las necesidades del organismo con el alimento necesario. En Cuba solo hay Nutriforte y únicamente lo indican a niños que padecen de bajo peso y a mujeres embarazadas a través de una receta médica. Si no entras en esas dos categorías, no tienes acceso a un simple pomo de vitaminas.

Hay ejemplos tan simple como la falta de vitaminas o casos de padecimientos graves, con peligro para la vida. Tal es el caso de la niña Amanda Lemus Ortiz de 2 años, diagnosticada con cirrosis hepática grado 2, que se encuentra ingresada en el hospital William Soler, a la espera de que el Estado autorice el trasplante que necesita.

Amanda cuenta con lo más difícil de conseguir, que es el donante. Ese donante es su padre, que tiene la compatibilidad necesaria y la preparación previa al procedimiento. La activista conocida como Lara Croft ha estado ofreciendo, a través de su perfil de Facebook, información puntual y detallada de la evolución de la salud de la Amanda. A través de sus redes se puede acceder a los mensajes que transmite Milagros, la madre de la niña.

madre cubana junto a su niña Amanda
Milagros Ortíz junto a su hija Amanda.

Sin futuro ni para nosotros ni para nuestros hijos

Mirna tiene 35 años, es madre soltera de un adolescente de 17 años. Apunta que no puede tener otro hijo porque su entrada mensual apenas le alcanza para cubrir las necesidades del hijo que ya tiene.

Me interrumpí varios embarazos con medicina verde y también en hospitales, arriesgándome en una mesa de legrados, porque no hay preservativos. Imagínate el gasto en pañales, toallitas húmedas, canastilla, alimento adecuado, medicamentos, en fin, un sinnúmero de necesidades y preocupaciones que vienen de la mano con la decisión de ser madre.

La dificultad para encontrar los productos necesarios y sus elevados precios, lleva a muchas madres a buscar soluciones creativas y económicas como reutilizar pañales desechables. Para Laura, un simple jabón de baño es un lujo: “Estoy cansada de pasar trabajo. No veo futuro ni para mí ni para mis hijos”.

Además de problemas materiales las madres también se enfrentan a una crisis de valores latente en la sociedad. La falta de oportunidades laborales y de acceso a una educación de calidad crea un panorama incierto para las nuevas generaciones en medio del caos sistémico del país.

Entre la preocupación por los alimentos de mi hijo y el trabajo de vestirlo y de calzarlo, también me ocupo de inculcarle valores como la honestidad y el respeto. Ser honesto en un país que se mueve económicamente gracias al mercado negro, y en el que sus dirigentes mienten en el televisor todos los días, es un reto, es casi un imposible.
Denuncia Mirna, consternada por la realidad moral de la nación.
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El dilema de los profesionales

La falta de oportunidades de empleo bien remunerado dificulta que las madres cubanas puedan mantener a sus hijos de manera adecuada. Aunque tengan algún vínculo laboral, los salarios son inútiles frente al tamaño de las necesidades de los hogares cubanos. “Para decirlo de manera resumida, me siento frustrada porque estudié nueve años de mi vida, seis de universidad y tres de la especialidad y, al final, no me ha servido de nada”, comparte Laura, que es doctora de primer grado en pediatría.

Laura no ejerce la medicina:

Como especialista, lo que gano son 5.560 pesos de sueldo básico. Creo que merezco algo más digno, y por eso decidí no ejercer hasta que esté en un país donde mi esfuerzo sea recompensado con un salario que alcance para vivir con bienestar junto a mi familia.

Explica, además, que su plan B era trabajar por cuenta propia, pedir la liberación de Salud Pública y guardar dinero para salir del país. “Vendo ropa y lo que caiga en mis manos. Pero ni así gano lo suficiente para sufragar los gastos míos y de mis dos niños. Imagínate para salir del país”.

Imagen de Alas Tensas generada con IA

Katia se graduó de psicología y confiesa que a veces se pregunta para qué estudió. Y apunta que por más que se esfuerce no ve avance.

Lo que estudie no me da de comer, y eso me frustra. Trabajando para el Estado solo ganaría 4.000 pesos al mes, y eso no alcanza ni para una salida con mis niñas.

Katia explica que para trabajar por tan poco dinero prefiere quedarse en la casa y vivir de la remesa que recibe del exterior, mientras se dedica a atender a sus hijas.

Solo con tener que arreglarme la uñas, pintarme el pelo, comprarme ropa apropiada para la consulta en el hospital, además del gasto en la transportación y el almuerzo, se me irían los 4.000 pesos de salario si trabajara con el Estado.

Dejar de pensar en sí mismas

Un número elevado de madres cubanas se ven obligadas a dejar de lado sus sueños y aspiraciones personales para enfocarse en el bienestar de sus hijos. Laura comparte su experiencia al respecto: “He dejado de hacer tantas cosas por mí, que me tomaría mucho tiempo enumerarlas. Lo que sí puedo decir es que desde hace más de un año no me compro absolutamente nada”.

A Mirna le gustaría volver a presumir:

Creo que eso nos gusta a todas las mujeres. Pero invertir en ropa o coger dinero para salir a divertirme son gastos que no me puedo permitir, a pesar de que busco los cuatro centavos de debajo de la tierra. Pero entonces pienso que mi hijo me necesita y sé que no tengo otra opción que seguir.

A pesar de la crisis, la represión y la vulnerabilidad ciudadana, las madres cubanas luchan por la supervivencia y el bienestar de sus hijos y merecen soluciones urgentes a los problemas que enfrentan. Según Laura:

Ser madre en Cuba implica una carga de responsabilidades y desafíos adicionales a los que ya enfrentan las mujeres en su vida cotidiana. Ser madre aquí, donde ni siquiera se puede protestar, y una está desamparada como mujer y como madre, es un sálvese quien pueda, y eso es frustrante y difícil de asimilar.

Para Laura el futuro de su familia es incierto: “En este país no hay esperanza ni garantía de mejoría, la única salida es emigrar”. Pero ella pertenece al porciento de cubanos que no tienen cómo hacerlo. “No tengo familia en el exterior que me ayude, y tampoco nada que vender para cubrir gastos de travesía”.

Mueres y hombres migrantes cubanos cruzando el río Bravo en travesía hacia los Estados Unidos.
Migrantes cubanos. Foto: Cubacute

La solución para tanto dolor en los hogares cubanos no se ve a simple vista, y parece ser incompatible con el régimen actual. Mientras, crece día tras día en las madres cubanas la necesidad de denunciar, de expresar cómo se sienten y las situaciones por las que están pasando. La denuncia ha demostrado ser un arma poderosa contra el silencio y la vulnerabilidad social que se experimenta en Cuba, pero sigue sin resolver nada. Al respecto Laura responde: “Todo el tiempo tengo ganas de gritar, de pedir ayuda. Me siento atrapada en un túnel en el que no hay luz al final, y es desesperante”.

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