"Los gritos de Camila" Testimonios sobre el #27E

| Observatorio | 29/01/2021
Artistas frente al Ministerio de Cultura. Foto tomada de Facebook.

Vuelven los gritos de Camila a la cabeza de la curadora Solveig Font. El "shock" para ella no ha terminado, según ha dicho en un audio publicado en el proyecto Columna Cultural.

Tanto Solveig como la artista Camila Lobón, junto a una treintena de personas, fueron violentadas el pasado 27 de enero frente al Ministerio de Cultura de Cuba, ubicado en el Vedado; por funcionarios de la institución, policías y agentes de la Seguridad del Estado.

Ese día, artistas, activistas y periodistas habían convocado un homenaje a José Martí, en la víspera de su natalicio. También se acercarían al Ministerio de Cultura para reunirse con el viceministro Fernando Rojas, quien los habría citado para una reunión.

Sin embargo, desde horas de la mañana se comenzaron a leer distintas denuncias en las redes sociales relacionadas con vigilancia policial e imposibilidad de salir de viviendas particulares.

“Estoy bajo arresto domiciliario, sin orden judicial, desde este 27 de enero de 2021. Fui arrestada a las 9 am, llevada a la estación policial de Infanta y Manglar, y sobre la 1:30 pm devuelta a la casa bajo prohibición de salir a la calle”, escribía Camila Acosta, periodista de Cubanet en su perfil de Facebook.

También eran impedidas de salir de sus casas, las periodistas Luz Escobar e Iliana Hernández, la poeta Katherine Bisquet, la artista Tania Bruguera y la activista Anyell Valdés Cruz.

Sobre lo ocurrido en el Ministerio, otra de las participantes, Miryorly Garcia, ha relatado:

“Mientras estaba fuera del Ministerio, vi que el viceministro Rojas se comunicaba varias veces con una vocera nuestra. Al saber que Solveig y Camila no estaban solas, pidió que nos dispersáramos. Se le explicó que había personas sitiadas y detenidas. Insistía una y otra vez que nos dispersáramos y abandonáramos el lugar. (…) Los que estábamos allí guardábamos distancia para cumplir con las medidas epidemiológicas. Al vernos rodeados de policías, comenzamos a recitar una poesía de José Martí como homenaje a su aniversario. Nunca cometimos ningún acto de provocación, solo pedíamos el cese de toda esa violencia policial antes de que entraran los voceros. Además, Fernando Rojas decía que podíamos entrar todos, pero sin los teléfonos, lo cual nos dejaba totalmente desprotegidos una vez que entráramos al Mincult. Los teléfonos, esa ha sido la única arma con la que nos hemos defendido hasta ahora, y ellos lo saben. Y un teléfono no hiere, solo recoge la verdad de lo que está sucediendo. Y a eso le temen”.

Cartel de la diseñadora cubana Ame Gla. Tomado de El Estornudo.

Uno de los más importantes actos violentos de esta jornada lo cometió el propio Ministro de Cultura, Alpidio Alonso, quien al acercarse al grupo de jóvenes le arrebató el celular a uno de los periodistas presentes para que dejara de filmar.

Así lo recuerda Solveig:

“Veo la cara de Alpidio empujándonos, empujando a Mauricio (Mendoza). Nosotros tratando de separar al Ministro, porque no había quien lo controlara. Empujándonos contra las personas que nos iban a llevar, contra la guagua...”.

Las imágenes se entrecortan luego de este momento. Golpes, gritos, empujones, apagones de Internet, son las últimas señales de estos jóvenes que hace dos meses y con otras trescientas personas, se habían plantado frente al mismo Ministerio, exigiendo el cese de la opresión y un diálogo público e inclusivo.

Momento de la agresión de agentes de la Seguridad contra los manifestantes pacíficos. Still de video donde se distingue a la artista Celia González cuando es violentada.

Las reacciones ante estos hechos no se hicieron esperar.

Por una lado el perfil Feministas Cuba comenzó una campaña en la plataforma change.org exigiendo la dimisión de Alpidio Alonso y Fernando Rojas; la que, a esta hora, cuenta con más de 6000 firmas.

(Esta carta cuenta con un antecedente reciente e importante, que es la Declaración de Feministas y Aliades Cubanes sobre Violencia contra Mujeres en la Política).

Por otro, la Red Femenina de Cuba envió una carta abierta a Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), para “pedirle se posicionara en relación a los daños colaterales y vejaciones a la que han sido sometidas las mujeres que de manera pacífica ejercían su derecho a la libre expresión (…) Además para que promoviera, acelerara e impulsara la promulgación de una Ley Orgánica contra la Violencia de Género, ya que estas leyes orgánicas, son las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas”.

Sobre los daños que menciona esta carta, podemos citar un testimonio del artista Henry Eric Hernández:

“Celia estaba detrás de mí (en la guagua). Tenía a una chamaca de 25 años vestida de MININT que le daba golpes. Celia gritaba: No somos delincuentes! Y a la vez me decía: “¿Henry, qué hago?” A la tercera o quinta vez, no sé, la mujer me dice: 'vírate para allá o le meto'. Yo pensé que era mentira. Y le metió con el codo por la teta izquierda, el brazo, no sé, las costillas y me grita: vírate para allá porque le sigo metiendo”.

Camila Lobón con su propuesta para la campaña "Mi Cartel por el cambio en Cuba". Foto tomada de Facebook.

Esta no es la primera vez que el Estado cubano golpea, acosa, intimida, arresta a activistas cubanas. Hemos visto este accionar repetirse hasta el agotamiento no solo en fechas señaladas como el 10 de octubre, el 10 de diciembre, el 8 de septiembre; sino durante cualquier tipo de gesto crítico o disidente.

A la fecha, y pese al rechazo de varias organizaciones, el gobierno cubano ocupa un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, algo que confirma una frase recién escrita por Carlos Aguilera en su perfil de Facebook:

“Qué cosa tan tremenda la soledad de la lucha cubana”.

Mientras esto ocurra seguiremos horrorizándonos con testimonios como este de Solveig:

“Estando en shock todavía no podíamos entender qué estaba pasando y además nos seguían dando... Pies y manos contra el pecho de Camila en una llave, para quitarle el teléfono y quitarle la jaba. Camila gritando como si fuera el último día de su vida. Eso no la voy a olvidar nunca.”



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