¿La celebración del Día de la Raza o la manutención de la estructura colonial eurocéntrica?
El 12 de Octubre "no se celebra ningún 'intercambio entre culturas', porque lo que sucedió fue un exterminio de saberes indígenas y africanos en razón de hacer prevalecer el privilegio epistémico europeo".
Hay varias entrelíneas enredadas en la narrativa del día de la raza, al menos en la forma en que ella nos es presentada en este texto “Día de la raza o del respeto a la diversidad cultural, 12 de octubre 2021”, de la autoría de Teresa Martínez Delgado. Voy a tomar como base este documento, a sabiendas de que las ideas que se defienden en el mismo, encuentran eco en diversas plataformas que intentan convencernos de que tanto el origen de la festividad como las motivaciones que la animan, serían motivo de celebración o, al menos, de “respeto a la diversidad”. El propio hecho de tornar equivalentes la raza y diversidad cultural es una forma de amenizar las violencias que están asociadas al proceso histórico de racialización de pueblos africanos e indígenas.
Me vienen a la cabeza varias formas de amenización que la hegemonía (jurídica, política, económica, simbólica) usa para amortiguar las violencias y sus efectos sobre determinados sujetos. Por ejemplo, cuando el lenguaje jurídico usa “abuso lascivo” para referirse a una violencia sexual que, por el hecho de no incluir la penetración genital1, sería, de acuerdo con esa lógica, menos violenta.
Esa jerga jurídica es a mi juicio, aliada de un entendimiento bien restricto de la sexualidad, pues donde quiera que no haya consentimiento hay violencia.
Otra forma de minimizar, por la vía del lenguaje, violencias estructurales es cuando se le llama “uberización del trabajo” a las políticas de precarización laboral de centenas de trabajadores que son desprovistos de derechos y garantías. El término uberización suena hasta bonito para los oídos, en la misma sintonía que “Día de la Raza o Día del respeto a la diversidad cultural”. A tono con eso, es necesario un análisis pormenorizado de las diferentes capas que componen el convite a la celebración de esta fecha.
El origen (europeo) de la celebración de pueblos racializados
De acuerdo con la materia citada en la sección anterior y con otras fuentes como la polémica Wikipedia, la celebración de la fecha fue una iniciativa del entonces presidente de la Unión Ibero-Americana, Faustino Rodríguez-San Pedro, un político español, ex ministro de Estado que eligió el día 12 de octubre como Fiesta de la Raza para: “unificar la celebración de este día en España e Iberoamérica”.
A partir del año 1915 se denominó Día de la Raza. O sea, atendiendo a la autoría de la celebración no es de extrañar la presencia de la “política de amenización” que se vale de términos tales como “unificar” como si, de hecho, existiera simetría entre quienes impusieron la ideología de la supremacía blanca europea y quienes fueron deshumanizados, inferiorizados en razón de tal ideología. No hace falta decir que cuando hablamos de raza no se trata de un significante biológico ni fenotípico, ni apenas cultural (como pretende colocar el citado texto). La raza constituye una invención moderna colonial que sirvió para la estratificación y segregación de grupos humanos. Cuando hablamos de raza estamos refiriéndonos a una tecnología de dominación impuesta globalmente y vigente hasta hoy, para reducir a todos aquellos que se sitúan fuera de las coordenadas geopolíticas europeas a la condición de “resto del mundo”, “países en vías de desarrollo” y otros eufemismos que procuran ocultar que “la civilización europea” es un producto directo del saqueo y la colonización de América Latina, África entre otros.
Que esta fecha haya partido de alguien que representa esa posición geopolítica hegemónica es una burla de mal gusto, pues se continúa perpetuando el privilegio de la enunciación europea. En ese acto enunciativo de la fecha y de los motivos de celebración son, nuevamente, los europeos quienes dictan más allá de sus fronteras geográficas, los términos y preceptos con los que deben identificarse los territorios y poblaciones colonizadas por ellos.
Imaginemos por un instante si un colombiano, un salvadoreño, un ecuatoriano, guatemalteco o nicaragüense tendrían autoridad de enunciación para elegir una fecha de celebración que involucrara a algún país europeo. Imaginemos por un instante que un ciudadano de cualquiera de estos países no europeos decretase una fecha global de “reparación histórica europea”. ¿Sería escuchado siquiera? ¿Tendría alcance y visibilidad? La pregunta que dejo es: ¿quién sigue teniendo el poder de la enunciación global?
Obviamente ello no ha impedido que se tejan resistencias. Varios países latinoamericanos rechazan de forma enérgica esta celebración y han creado otras formas de enunciar esta fecha y los motivos de celebración. Por ejemplo en Bolivia fue decretado en 2011 que esta fecha fuera celebrada como “Día de la descolonización”. Aún cuando en países considerados periféricos se hayan establecido críticas y denuncias al modo como esta fecha fue concebida bajo coordenadas europeas, el poder de derribar esta enunciación hegemónica aún es limitado. Tanto es así que en pleno 2021 se publica un texto con este tono colonial.
Agrego algunas otras notas sobre enunciaciones del documento que se inscriben en lo que concibo como una política de amenización de la violencia colonial.
Pistas anticoloniales para contrarrestar gramáticas de amenización
El documento antes mencionado reitera esa tentativa de amortiguar la violencia colonial a través del uso de otras narrativas que vienen siendo sistemáticamente cuestionadas dentro de los diferentes proyectos políticos y estudios decoloniales. Para quien quiera profundizar en ese debate, queda la invitación a entrar en contacto con el mismo. En las breves líneas que siguen, apenas reitero algunas de las principales ideas y posturas del proyecto epistémico y político de la decolonización o decolonialidad:
- No fue “descubrimiento”, fue invasión.
- No fue “intercambio” entre culturas, fue (entre otras cosas) imposición de la fe monoteísta cristiana en detrimento de la demonización de religiones de matriz africana y otras espiritualidades. Tan es así y tal es el peso heredado del cristianismo como pilar de la colonización europea, que aún en países con Estados laicos, algunos feriados nacionales (como Navidad) son de inspiración cristiana. ¿Por qué será que no tenemos (hasta donde alcanzo a saber) feriados nacionales inspirados en cosmologías y religiosidades africanas? Para profundizar en este aspecto, sugiero la lectura de "La invención de las mujeres. Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género". Un trabajo de la investigadora Oyeronke Oyewumi acerca del papel de la ideología cristiana dentro del proyecto de colonización europea. Inclusive, es importante prestar atención al hecho de que el sincretismo religioso, tan invocado como ejemplo de “integración cultural de cosmologías religiosas”, fue el único camino posible de resistencia de las espiritualidades no europeas; caso contrario la posibilidad de cultivar esas otras religiosidades estaría sujetas a más estigma y persecución.
- No fue “intercambio” entre culturas, fue exterminio de saberes indígenas y africanos en razón de hacer prevalecer el privilegio epistémico europeo. El nombre de eso es epistemicidio y etnocidio.
- Tampoco fue “intercambio” entre culturas en lo que respecta a las formas de organización social (de la sexualidad, del parentesco, entre otras) que existían en Abya Yala y que fueron redireccionadas para “la familia nuclear” heterosexual y monogámica con sus respectivos ingredientes de pecado o salvación. El binarismo entre “sexualidades limpias, puras y volcadas a la reproducción” versus sexualidades “impuras, tildadas de enfermas y pecadoras” no obedeció a un “intercambio cultural” sino a una imposición de la gramática simbólica occidental.
- ¿Cómo sustentar la siguiente incoherencia? Según el documento referenciado el día 12 de Octubre es la fecha en que “Cristóbal Colón y su expedición llegaron a la isla que los nativos llamaban Guanahani y que él bautizó como San Salvador”. Tamaña autoestima colonial de autorizarse a renombrar lo que ya tenía nombre, cultura, historia y llamar a eso “un encuentro”. Peor aún, convidarnos, bajo las mismas coordenadas eurocéntricas a encontrar motivos de celebración en ese genocidio.
Que sigamos encontrando más antídotos y pistas anticoloniales para descentralizar las estructuras eurocéntricas que siguen insistiendo en el privilegio de la enunciación y del decreto y están convenientemente desinteresadas en la reparación histórica.
1Ese delito es tipificado considerando el manoseo intencional de los genitales y otras partes del cuerpo a menores de edad.
Yarlenis M. Malfrán
Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.
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