Mi amante Audre Lorde y yo
"Audre me lo ha aclarado todo: 'Sí, soy negra y lesbiana, y lo que oyes en mi tono de voz es ira, no sufrimiento. Ira, no autoridad moral'. La ira tanto a ella como a mí, nos ha permitido sobrevivir".
Si la poeta estadounidense Audre Lorde viviera, yo fuera una de sus amantes. Lo supe desde el primer verso, la primera línea que le leí, aunque al principio fui con cautela. La política lo enrarece todo. Yo desconfío porque he vivido en el socialismo y sus horrores, y ella era una mujer anticapitalista que creía en el socialismo, pero cuando una se enamora busca alguna razón para no abandonar y ella me la dio cuando apenas nos estábamos conociendo.
Terminar el 2023 e iniciar el 2024 leyéndola aplacó la ira con que siempre comienzo un nuevo año. Para eso están las amantes aún cuando habitemos dimensiones espacio temporales diferentes. Esas amantes también están para que volvamos a la poesía, para que recuperemos la osadía, para que nos amemos más.
Mis inicios de años llegan con mucha ira, una ira ancestral, una ira que se vuelve rizomática, que crece indefinidamente aunque lo que la haya generado sean eventos como la Letra del Año y quienes la critican sin saber de qué hablan; quienes la dictan manipulando un oráculo milenario o quienes aprovechan la oportunidad para ir contra todo lo negro y activar con cada una de esas raíces que crece en mí, un recuerdo doloroso.
Audre Lorde nació en el Harlem de los años 30 y cuando yo nací en 1979 ya estaba explicándome, cómo sería mi vida en La Habana de los últimos cuarenta años porque “no hay nuevos sufrimientos. Ya los hemos padecido todos”, me había dejado dicho desde 1977, en su artículo ‘La poesía no es un lujo’, por si no sobrevivía al cáncer que padeció dos años más tarde.
¿Quién me autorizó a hacerle esta entrevista a Lorde? Pues ella en su biomitografía. Léansela y seguro que van a encontrar mi nombre escrito en más de una oportunidad.
Esta es una entrevista donde las interrogantes surgen en ambas direcciones. Ella me pregunta a mí y yo le respondo con alguna reflexión, alguna historia de mi vida. Yo le pregunto a ella y ella me responde con alguna cita de los cuatro libros de su autoría que me leído en menos de un mes.
La supervivencia
“Crecer siendo una negra gorda casi ciega en los Estados Unidos requiere tanta supervivencia que tienes que aprender de ello o morir”1, como las tantas muertes que padecemos las mujeres cubanas -ahí se cuentan las que tenían aspiraciones y se rindieron frente a la pobreza; las que parieron por ocultar embarazos no deseados y su vida se volvió todo, menos lo que deseaban; las que se prostituyeron porque fue la salida que encontraron-, como las tantas maneras de sobrevivencia cuando eres una negra gorda en Cuba.
“Cabe añadir aquí que no he visitado un solo país socialista libre de racismo y sexismo, por lo que la erradicación de ambos males parece requerir algo más que la abolición del capitalismo como institución”, así lo deja claro en Sexismo: un mal estadounidense en blackface”2 y es suficiente para que el idilio que sentí por ella no pierda terreno. Hablar de racismo, ser antirracista es más que un posicionamiento ideológico, es una cuestión de derechos humanos.
Pero “nunca se esperó que sobreviviéramos”3 Matienzo, me dice y entiendo que no se refiere al modo más literal del que se puede interpretar esa frase si no a cada obstáculo en nuestras vidas. No se suponía que sobreviviéramos a un despido del trabajo; a una campaña de difamación por habernos enfrentado a jefes abusivos; a un desplante amoroso; al exilio; a la escritura; al cáncer.
“Quienes estamos fuera del círculo de lo que la sociedad define como mujeres aceptables, aquellas que nos hemos forjado en el crisol de la diferencia —las que somos pobres, lesbianas, negras, mayores— sabemos que la supervivencia no es una destreza académica. Consiste en aprender a mantenerse en pie sin ayuda, sin reconocimiento y en ocasiones siendo denigradas, y en hacer causa común con otras que también están fuera del sistema para definir un mundo donde todas podamos florecer. Consiste en aprender a convertir nuestras diferencias en nuestras fortalezas. Pues las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo. Puede que nos permitan una victoria pasajera, pero jamás un verdadero cambio”4.
Nos quieren en la cocina, pero no en las mismas condiciones que a una mujer blanca, sino en un retorno inesperado a la esclavitud, para que puedan decir la línea del guión que permanece inédita para algunas: “yo sabía que ellas no podían”.
“Es cierto, la opresión de las mujeres no conoce límites étnicos ni raciales, pero eso no significa que sea idéntica para todas, a pesar de nuestras diferencias”5 y aunque en ese mismo texto me asegura que “a pesar de la sororidad, aún existe el racismo”, tampoco me engaña, la sororidad para con las mujeres negras o no blancas está en crisis desde que surgiera el propio término.
“Esa pretensión de una homogeneidad de la experiencia llamada sororidad en realidad no existe”6, y le señalo entre mis contemporáneas a las presas políticas y a las presas por hacer colas, por dedicarse al trabajo sexual, a las revendedoras, a las encarceladas por peligrosidad predelictiva, a las vendedoras ambulantes o a las que la pobreza las ha condenado para dar testimonio vivo, ¿cuántas feministas blancas quieren escuchar a esas mujeres y no hacer tesis sobre ellas o estudiarlas? ¿Dónde estaban las feministas blancas cuando las necesité? Le pregunto y ella tiene respuesta para todo.
“¿Qué teoría sustenta el feminismo racista?”7
En 1979 Audre “había tomado la determinación de no hablar sobre racismo con mujeres blancas”8 y yo me hago una pregunta que contiene más o menos los mismos resortes 44 años después: ¿Por qué hablar de racismo con las mujeres/feministas blancas con todas las veces que me han negado, que me han excluido?
Lorde me responde que aunque es extenuante, ella no se rinde, pero yo he perdido las esperanzas.
Mi amante sale en mi auxilio. Mira directamente a mis amigas feministas blancas que justo después de denunciar alguna exclusión por cuestiones racistas, ellas necesitan contar las veces que han sido excluidas también, sin percibir los matices entre mi situación y las suyas.
“La historia de las mujeres blancas incapaces de escuchar las palabras de las mujeres negras o establecer un diálogo con nosotras es larga y desalentadora. Ahora bien, que yo asuma que no vas a escucharme no sólo representa la historia, sino quizás también una antigua forma de relacionarnos que es paternalista y disfuncional, pero que, como mujeres que estamos construyendo nuestro futuro, espero que estemos en proceso de destruir y dejar atrás”9. Pero yo sigo con mis dudas ¿quién nos lee, Audre? ¿quién me lee?¿las mismas mujeres blancas que nos ignoran? ¿las mismas feministas que un día me mandaron a decir: "con ella no queremos trabajar"? y nunca supe si era por mi posición política, por el miedo a mi actitud frontal contra un régimen que nos ha criminalizado a todas o una interpretación personal de la mensajera.
Dice que en 1981 “las mujeres blancas han empezado a examinar su modo de relacionarse con las mujeres negras” 10 y desde ese entonces no salen de lo anecdótico y yo agregaría, siendo cínica y torciendo el significado de la palabra “examinar”, que han suspendido.
Muchas aún siguen creyendo que en los chistes racistas no hay maldad ninguna.
En la literatura, por ejemplo, podemos seguir siendo contadas por mujeres blancas pero no tenemos lectoras porque como le comentó alguien a Lorde en 1981, “me permite abordar el tema del racismo sin tener que enfrentarme a la dureza de las mujeres negras”11.
A mí no me han dicho como a Audre Lorde “cuéntame cómo se siente, pero no con esa brusquedad o seré incapaz de escucharla"12, pero tengo amigas que requieren mi presencia en todas las situaciones violentan inimaginables aunque nunca me hayan visto alzar la mano y golpear.
Definitivamente la solución no puede estar en mi silencio.
“Cualquier debate entre mujeres sobre racismo debe incluir el reconocimiento y el uso de la ira”13, no podemos conformarnos ni impedir que la apreciación de otras mujeres de nuestra ira, vista como violencia, se convierta en inamovilidad o invisibilidad.
“La ira es una reacción apropiada ante los acontecimientos racistas, como lo es la furia cuando las acciones derivadas de esas actitudes no cambian”14. Audre tiene preguntas a esas mujeres del siglo pasado le “temen a la ira de las mujeres de color más que a sus propios comportamientos racistas”, las mías son otras: ¿cómo justifican su feminismo? ¿cómo logran mirarse al espejo sin cuestionarse lo vacío de alguno de sus discursos? ¿Cuántos depredadores sexuales blancos son denunciados por el feminismo de las mujeres blancas que ignora a las mujeres negras?
Mi ira siempre termina sirviendo de pretexto para que otras no se enfrenten a sus limitaciones ni se hagan cargo de las consecuencia de sus actos.
A Audre Lorde la han interrumpido mujeres blancas para leer sus propios poemas. A mí me han interrumpido para contar sus propios problemas, hacer sus propios análisis, para acotar en mis explicaciones aunque no aporten nada a lo que yo estaba argumentando.
De ahí la pregunta: ¿cómo sobrevivir a encuentros con grupos, académicas y encuentros con mujeres blancas?
A más de 40 años de diferencia nos hemos hecho la misma pregunta: “¿Cómo podemos abordar las cuestiones del racismo?"15, si la sigo leyendo seguro encuentro alguna respuesta, pero el año pasado, cuando me propusieron un espacio de entrevistas, me tuve que enfrentar a las mismas limitantes, no había manera de enfocar dentro la estructura de la plataforma, el ‘problema de la racialidad’, aunque yo sólo estaba proponiendo entrevistar a profesionales por su talento y no por su color de piel.
¿A dónde va la ira?
A veces creo que Cuba ya es una plaza perdida y siento unas ganas enormes de rendirme: ¿cómo y por qué ciertas mujeres blancas llegan a ciertos puestos con semejantes lagunas intelectuales, mientras me señalan de violenta, iracunda y hasta bruta? Audre me ha aconsejado nunca ocultar mi ira solo para que las demás se sientan cómodas.
En estos años he visto cómo otras mujeres feministas me usan de fuente, usan mis artículos, se unen y hacen suyas mis propuestas sin darme crédito. Y se molestan el día que les pongo límites en su participación en mi vida.
Yo también “he intentado aprender cuál es la utilidad de mi ira, así como sus limitaciones”16 y muchas veces he callado para terminar resquebrajada. Mi silencio no me ha sido de ninguna utilidad.
Audre me lo ha aclarado todo: “Sí, soy negra y lesbiana, y lo que oyes en mi tono de voz es ira, no sufrimiento. Ira, no autoridad moral”17. La ira tanto a ella como a mí, nos ha permitido sobrevivir.
“Solía haber siempre una parte de mí que ofendía a los cómodos prejuicios de la gente con respecto a quién se suponía que debía ser. Así fue cómo aprendí que si no me encargaba de definirme a mí misma, las fantasías de los demás me triturarían y devorarían. Mi poesía, mi vida, mi obra, mis energías para la lucha no resultarían aceptables si no fingía encajar en una norma ajena. Aprendí que nunca ganaría ese juego y que la energía que le dedicaba se la estaba robando a mi trabajo”18, leímos la cita ambas, en voz alta para que nos escuchara el mundo porque es en esos momentos donde entiendes que nadie te entenderá mejor que tu amante.
Sin embargo, la ira que he expresado ha sido el argumento para excluirme y no sólo por las mujeres feministas blancas.
“Algunas mujeres negras todavía se niegan a reconocer que también están oprimidas como mujeres, y que la hostilidad sexual contra las mujeres negras no sólo proviene de la sociedad blanca y racista, sino que también se da en nuestras comunidades negras… y el silencio no hará que desaparezca”19 a lo que yo agregaría que esta misma comunidad tiene miedo de incorporarse a los feminismos negros, a la oposición política.
Pero yo he vivido en la trinchera y no se me olvida que la guerra contra la deshumanización no da tregua ni distingue, aunque para algunas se nos haga más cruel, pero no vale de nada que mi amante y yo coincidamos en que no debiéramos permitirnos pelearnos entre nosotras. Y no estoy imponiendo guetos. Estoy proponiendo mayor comprensión porque el dolor que provocan los rizomas que me han estado creciendo por todo el cuerpo y a lo largo de toda la vida, son comunes a muchas otras mujeres negras y feministas.
¿Por qué yo no tengo los libros de las mujeres negras que conozco?¿Por qué las mujeres negras que conozco no tienen mis libros? Cuando publiqué la monografía de la Orquesta Hermanos Castro, la respuesta de algunas intelectuales negras fue tratarme con desdén, como si yo fuera la enemiga, como si con ese libro yo levantara un estandarte contra ellas. Pero una vez más Audre sale en mi defensa: “Nada que yo acepte sobre mí puede usarse en mi contra para menospreciarme”20 y “No nos amamos a nosotras mismas, así que somos incapaces de amarnos las unas a las otras”21.
En un párrafo Audre Lorde resume mi vida y la de tantas otras.
Pero no somos capaces de transformar ese odio en alianzas y nos acuchillamos a la primera oportunidad olvidando que ninguna de nosotras es quien precariza las vidas de millones de cubanos.
“Todas las mujeres (…) hemos sobrevivido a varias vidas de odio (…) sobrevivimos a los escupitajos que el viento arrastraba a nuestros zapatos y a las tiritas del color de la carne rosada, a los intentos de violación en la azoteas y a los pellizcos del hijo del conserje, a la imagen de nuestras amigas siendo ridiculizadas (…) y por todo ello absorbimos el odio como un estado natural”23, y solo he tomado algunas de las vivencias que tenemos en común con Audre porque en Cuba el racismo no es menos sistémico que en los Estados Unidos.
En Cuba el odio lo aprendimos en las escuelas, en los centros científicos que analizan al negro o a la negra desde la canonización de Fernando Ortiz y sus perfiles raciales hecho obras etnológicas o desde la mitificación de Natalia Bolívar de quien recuerdo las primeras lecturas racistas de la Santería, en su libro Los Orichas en Cuba; y alrededor mucho silencio, nadie oponiéndose.
Parece que “las mujeres negras devoramos nuestros propios corazones (…) Nos hemos vuelto increíblemente preciosas e inconmensurablemente peligrosas las unas para las otras”24, pero devorarnos, devorar nuestros corazones no nos ha hecho ni más poderosas ni más fuertes, sino todo lo contrario.
Y no me estoy escudando detrás de mi amante para atacar a nadie. No estoy atacando a nadie pero quiero hacerme la misma pregunta e intentar dar otra respuesta aunque ya ella lo ha dicho: “es el odio” lo que nos pone no solo a luchar para que las feministas blancas nos entiendan; si no lo que hace que pongamos las construcciones racistas en medio permitiendo que nos mantengan tan alejadas.
Yo, como Audre, “tengo hambre de mujeres negras que no me den la espalda, iracundas y despectivas. Incluso antes de saber quién soy o de escuchar lo que tengo que decir. Tengo hambre de mujeres negras que no me den la espalda ni siquiera cuando no estén de acuerdo conmigo”25.
Audre Geraldine Lorde murió el 17 de noviembre de 1992 y no me dejó dicho cómo saciar esa hambre.
Notas
1Los Diarios del Cáncer, traducción Gabriela Adelteins, 2008. Editorial Ginecosofia, Chile, 2019, pág 57
2 Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022. Editorial San Cristóbal, 2022, pág 70
3 El Unicornio Negro, traducción Jimena Jiménez Real, 1997. Editorial Torremozas, España, 2019, pág 77
4 Las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo (Intervención en el ‘Panel de lo personal y de lo político’. Segundas Jornadas de Sexualidad, septiembre de 1979): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 136.
5 Carta Abierta a Mary Daly (mayo de 1979): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristóbal, 2022, pág 79
6 “Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia”(Ponencia del Coloquio de Copeland, Amherst College, abril de 1980): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022. Editorial San Cristóbal, 2022, pág 142
7 “Las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo”(Intervención en el ‘Panel de lo personal y de lo político’. Segundas Jornadas de Sexualidad, septiembre de 1979): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 136.
8 “Carta Abierta a Mary Daly”(mayo de 1979): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 80.
9 “Carta Abierta a Mary Daly”(mayo de 1979): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 74.
10 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 157.
11 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 158.
12 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 158.
13 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 162.
14 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 163.
15 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 157.
16 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 166.
17 “Usos de la ira: las mujeres responden al racismo”(Conferencia inaugural de las Jornadas de la Asociación Nacional de Estudios de las Mujeres, Storrs, Connecticut, junio de 1981): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 167.
18 “Aprender de los años sesenta”(Ponencia realizada durante el Malcolm X Weekend, Universidad de Harvard, febrero de 1982) ): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 176.
19 “Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia”(Ponencia del Coloquio de Copeland, Amherst College, abril de 1980): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 148.
20 “Mirándonos a los ojos: mujeres negras, odio e ira” (artículo dedicado a la memoria de Sheila Blackwell Pinckney, octubre de 1983) ): Hermana Otra, Sister Outsider, traducción Gloria Fortún 2022, editorial San Cristobal, 2022, página 191.
21 ídem, pág 204.
22 ídem, pág 199.
23 ídem, pág 204.
24 ídem, pág 206.
25 ídem, pág 218.
María Matienzo
La Habana (1979). Escritora. Realiza la columna de opinión «Mujeres de Alas», en la Revista Alas Tensas. Ha colaborado como periodista en medios y revistas como Cubaliteraria, Havana Times, Diario de Cuba, El Tiempo en Colombia, Hypermedia Magazine, Programa Cuba y Connectas. Sus reportajes han sido publicados en una compilación de ediciones Samarcanda, España, bajo el título Apocalipsis La Habana (americans are coming). En el 2020 publicó la novela Elizabeth aún juega a las muñecas (Editorial Hurón Azul) y el libro Orquesta Hermanos Castro: la escuelita, sobre la historia musical olvidada (Unos & Otros Ediciones ). Fue reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como Women Journo Heroes. Sus reportes sobre la vida cotidiana de las cubanas y los cubanos se pueden encontrar en el diario CubanetNews.
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