Entrevista ⎸ Elena Llovet: "Subvertir la narrativa que maneja la izquierda sobre Cuba, comprometiendo el cuerpo"
"Siento que dar argumentos sobre nuestra realidad en Cuba, deconstruye toda esa narrativa que están intentando poner sobre nosotros ”.
Encontrarse en la estación de Atocha parece ser muy común en Madrid. A mí me pareció intrigante, misterioso. Las estaciones de trenes son escenarios que exacerban mi paranoia. A mi alrededor, en un Madrid lluvioso como nunca antes, la gente corriendo para no mojarse, gente corriendo para alcanzar un tren, un par de adolescentes sentadas en el alfeizar de un ventanal enorme: cualquiera hubiese podido ser Elena Llovet.
De la teatróloga, con una beca en el Museo Reina Sofía, había leído algunos de sus textos en las revistas Hypermedia y Rialta. Había intentado ampliar la foto que está a la derecha de algún artículo suyo, pero la gente no suele parecerse a esas fotos, y no se me ocurrió stalkearla. No sé si me observaba detrás de una columna. No sé si estaba a mi lado mientras me decía a propósito que no me veía. Terminé enviándole mi ubicación.
La piel curtida en dictadura y ese estado de hipervigilancia que me generó la estación de Atocha no estaban muy alejados de los caminos que ha tomado la obra de Elena Llovet. Sin quererlo me estaba conectando con una entrevista que va de violencias a violencias, desde lo que algunos podrían llamar “privilegios”.
“Yo vengo del teatro. No soy artista visual”, así se auto percibe Llovet, “El mundo del teatro es totalmente diferente a las artes visuales. Todavía estoy aprendiendo muchísimo aquí, sobre todo en cuestiones de mercado. ¿Cómo se mueve esa obra, cómo comienza la vida de la obra después que la termine? Vengo de Nelda Castillo, de El Ciervo Encantado. Mis límites son muy flexibles. Necesito implicarme con el cuerpo, pero quizás implicarme con el cuerpo ya no sea estar en escena, sino colocarme en situaciones de investigación que pueden ser lo mismo estar encubierta en un sitio, que trabajar con mi propia condición legal aquí como ciudadana”, y no lo menciona pero se le respira un aire de Ingmar Bergman en tiempos de romance con la espía española de nacionalidad sueca o una angustia generacional que ella representa y que no puede contarlo todo porque las guerras siempre terminan incomunicando.
"Esa sensación de siempre sentirte vigilado..."
“La idea de agente encubierto, de espía en Cuba, la tenía muy cercana. Creo que todos la tenemos. La paranoia familiar, la paranoia de los artistas cubanos con los que he trabajado. Esa sensación de siempre sentirte vigilado. Ese estado de vigilia constante en el que te coloca el Estado cubano”, y así comienza a darle forma al nuevo derrotero al que la ha llevado la beca en el Reina Sofía.
“Creo que soy un poco masoquista porque la gente cuando sale de la isla intenta dejar eso atrás, pero yo tenía que exorcizar eso de alguna manera. Es algo que la obra me pide. Intento que la metodología, el cómo lo voy a hacer, emerja de la propia obra” y se propone una quimera. “Quiero subvertir la narrativa, el arquetipo que maneja la izquierda sobre Cuba, sobre todo un fragmento de los intelectuales y artistas de la izquierda”.
“¿Cómo voy a subvertir eso con la palabra? No es suficiente. O sea, necesito implicar el cuerpo. Y si eso lleva a que yo tenga que jugar con la idea de la agente de la seguridad del estado, de todos esos referentes que tenemos los cubanos, lo voy a hacer porque estoy conectada desde el punto de vista biográfico. Porque lo tengo muy cercano y la verdad es que me gusta, sobre todo en la performance o en las acciones, o en las artes vivas, donde se puede jugar con los límites de algo que está socialmente aceptado o que puede rozar lo ilegal. Esto es algo que encuentro apasionante”.
Y como a todas las espías hay que construirles una biografía. Elena Llovet cuenta la suya...
“Viví toda mi niñez y adolescencia y juventud en Blanco y Trocadero, en el barrio Colón, Centro Habana casi al límite de la Habana Vieja. Yo pensaba que no, pero definitivamente el entorno, va a permear tu obra de alguna manera. Y a mí comenzó a interesarme mucho los entornos de trabajo sexual por amigas mías que ejercían la prostitución. Comencé a familiarizarme con esas historias de violencia o cómo se sentían inseguras a la hora de ejercer o a veces simplemente expresarse con su cuerpo”. El primer giro dramático de su investigación fue cuando unos extranjeros asesinaron a una niña en una fiesta ilícita en Holguín.
“Ya no me interesaban solo los entornos de trabajo sexual, sino también la implicación de menores de edad en ello. Entonces llego a Madrid con toda esa información. Sabía que era una investigación que bebía mucho de un contexto, que era muy específica y que, por una cuestión de supervivencia, tenía que ver cómo la abría. Y me encuentro con una persona como Núria Güell, que me lleva totalmente a mi origen y a preguntarme hasta dónde quiero llevar los límites de esto, hasta dónde quiere implicarme en la investigación".
El segundo giro de su investigación lo encontró en Madrid
“Llegué a Madrid y conocí a otros artistas que se decían abiertamente izquierdas, sobre todo mujeres feministas y la percepción que ellos me daban de Cuba era totalmente ajena a la vivencia, al estado real en que está la isla, que yo creo que está muy alejado de la polarización de derecha o izquierda, porque las dictaduras llegan a estar alejadas de eso”. Elena Llovet tuvo que agenciarse nuevos métodos de cómo dialogar con esas lecturas utópicas.
“Era muy difícil expresarme como mujer, feminista, como artista. Dónde y cómo encausar mi discurso con toda la edulcoración sobre el socialismo, sobre la situación de Cuba o el modo en que ellos me decían que Cuba debía continuar siendo socialista, porque Latinoamérica, el mundo, tenía que tener un símbolo, un lugar donde el socialismo había funcionado”.
“Venía con mi investigación de violencia y me empiezo a encontrar en centros nocturnos alternativos propaganda del Che Guevara y aquello empezó a dialogar conmigo” y fue decisivo la auto referencialidad que asume en cada una de sus obras. “No me interesa la obra de arte donde esté segura, en donde estoy reafirmando mi ego o mi privilegio. Tengo suficientes privilegios: soy ciudadana española, estudio en el Reina Sofía y algo que aprendí en el taller de Nuria y que para mí fue crucial, fue a trabajar con mis privilegios”.
“Eso todavía está en construcción. Yo misma estoy en construcción porque me interesa mucho desmontar narrativas". Así reconoce que va de la zona violenta del trabajo sexual en Centro Habana a la violencia política en círculos de izquierda donde se piensa Cuba desde la vitrina. “Son zonas muy peligrosas, sobre todo cuando estás hablando de posiciones políticas como la izquierda, que tienen tanta influencia en el arte, en los círculos de arte, lo que hace apasionante mi investigación, porque tengo mucho más escenarios donde colarme”.
“Se está ejerciendo otro plano de violencia cuando un curador, cuando otro artista o un colega invalida tu vivencia con tal de sostener un argumento político”. Elena habla entonces de la primera acción que se planteó en esta investigación: “Argumentos contundentes”.
“Argumentos contundentes”
“Fue una acción que tuve en el Reina Sofía. Invité a Edgar Ariel, a Katherine Bisquet y a José Luis Aparicio Ferrer. Quería tres voces cubanas que dijeran allí, en un sitio como el Reina Sofía, en tres minutos, una serie de argumentos con los cuales ellos habían decidido emigrar de Cuba. Sentía que esos argumentos estaban hablando del estado de emergencia política, social y económica en la que se encuentra Cuba. Dar argumentos sobre su realidad ya deconstruía toda esa narrativa que estaban intentando poner sobre nosotros ”.
Llovet siente esa violencia también cuando “encasillan” no solo a los cubanos, sino a todos los artistas migrantes. Si no se ajustan a los trending topics quedan fuera de ciertos espacios expositivos.
“No es justo y me parece verdaderamente un nuevo tipo de colonialismo. Es un colonialismo artístico que se te cohíba como creadora de entrar en otros sitios, en otros temas, en otras activaciones, simplemente porque vienes de Latinoamérica”.
Estos son los argumentos que Elena Llovet ha encontrado para justificar el nuevo giro que ha dado a su proyecto. Aunque lo niegue ya ha analizado, ha caracterizado con quienes tendrá que lidiar en el desarrollo de su investigación, porque como toda buena espía, también tiene incorporado el personaje.
“Es un territorio muy complicado porque todo el tiempo la gente está a la defensiva. Sienten que tú vas a hacer un alegato contra una posición política y no es la idea. Yo estoy hablando ante todo de mis relatos, de mi biografía y desde mi vivencia, que está siendo anulada de alguna manera por una construcción idílica que se tiene de Cuba. No estoy descubriendo el agua fría”, dice.
Piensa a Iván de la Nuez, junto a su libro Fantasía roja, como uno de sus referentes. Lo ha descubierto como a un “par en el diálogo” sobre sus experiencias de emigrada y sobre el paisaje intelectual madrileño.
Comprometiendo el cuerpo
“Creo que aquí me he encontrado con las personas correctas”. Eso la ha salvado de todas las frustraciones posibles. “Vengo de El Ciervo Encantado, de una idea del rigor diferente y aquí he tenido que adaptarme a otra cosa. Nuria Güell me dio mucho aliento en ese sentido. No sé si estoy siendo muy idealista o si es que estoy verdaderamente comprometida. Si la obra logra descolocarme o ponerme en un sitio, ese sitio de la performance, que para mí es la vulnerabilidad, la fragilidad, pienso que de alguna manera va a funcionar”. Llovet confiesa que aunque detesta la palabra “compromiso” no hubiese podido ser de otra manera su trabajo que comprometiendo el cuerpo.
“Cuando salí de Cuba sentía un vacío y una depresión muy fuerte. Creía que toda mi generación y toda expresión artística estaba coartada de todas las formas posibles. Luego, llegar aquí y encontrarme con esa Cuba idealizada, sentir eso de verdad en el estómago de que no importa lo que tú cuentes, no importa cuánta evidencia, no importa cuantos argumentos tengas, cuando vi que la ideología me sobrepasaba, aún aquí, de alguna manera necesité colocar esta maniobra”.
Elena Llovet próximamente estará en el Teatro Pradillo, como parte de la beca del Reina Sofía, donde se podrá ver el resultado este trabajo investigativo que traía desde Cuba relacionado con las violencias en el trabajo sexual y con la violencia de género. Mientras nos deja a la expectativa sobre lo que expondrá en septiembre cuando cierre el proyecto que ha contado como centro de esta entrevista que empezó en la estación de Atocha.
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Es tan duro escapar de una dictadura para llegar a tener que enfrentarte a lo que la gente supuestamente progresista cree que debes ser