Cincuenta años sin/con Sara Gómez

“Mirar la obra de Sara Gómez desde una perspectiva poliédrica fue uno de los retos y logros del Coloquio Internacional realizado en Brasil.”

| Escrituras | Mundo | 19/07/2024
Sara Gómez (La Habana, 1942-1974), cineasta cubana.
Sara Gómez (La Habana, 1942-1974), cineasta cubana.

El 2 de junio de 1974 murió Sara Gómez, hace ya cincuenta años. Fue la primera cineasta en Cuba que dejó una impactante obra documental y, a la vez, el primer filme de ficción realizado por una mujer en la isla.

Excepcional por su inteligencia, cultura y espíritu creador, Sara Gómez enfrentó sin vacilaciones uno de los períodos más difíciles de la historia cultural cubana. Su lenguaje cinematográfico sigue siendo hoy una zona muy poco explorada con la agudeza que precisa. Poseía una formación ―casi autodidáctica― antropológica, musical, sociológica, etnográfica e histórica, que la hizo pionera en el cine latinoamericano realizado por mujeres hasta hoy. Incursionó en el periodismo cultural y publicó textos sobre la música y los bailes africanos que calaron hondo en los aportes de estas tradiciones a la cultura popular insular.

Sin respaldo de las instituciones oficiales cubanas

Sara Gómez como asistente de dirección de Tomás Gutiérrez Alea en "Cumbite" (1964).
Sara Gómez como asistente de dirección de Tomás Gutiérrez Alea en "Cumbite" (1964).

El primer homenaje que recibió en Cuba, después su fallecimiento, fue en 1989. Lo organizó el crítico de cine cubano Frank Padrón. Reunió a amigos de la cineasta como Nancy Morejón, Rogelio Martínez Furé, Gerardo Fulleda, Tomás González —todos ellos habían pertenecido al grupo El Puente— y a Tomás Gutiérrez Alea (Titón), al también documentalista Santiago Álvarez (que influido por Sara empleó la técnica del collage en Now (1965), la actriz Sarita Reyes, que había actuado con Bobby Carcassés, Mario Balmaseda y Yolanda Cuéllar en De cierta manera, entre otros pocos.

Nunca más hubo un homenaje público a Sara Gómez, hasta que en el 2021 se le dedicara un pequeño espacio en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana. No podía ser de otra manera, porque la investigadora y profesora canadiense Susan Lord no solo había restaurado buena parte de la cinematografía de Sara, sino que venía a presentar la antología preparada por ella, María Caridad Cumaná y Víctor Fowler, con textos acerca de la obra de la cineasta.

Hasta hoy, pues, se han realizado mesas y paneles sin respaldo de las instituciones oficiales de la cultura, para dar a conocer la trascendencia de la obra de Sara. Pero todo a pequeña escala, de forma fragmentada y sin atención mediática. Algunas perspectivas críticas tienden a encasillarla como feminista o defensora a ultranza de la racialidad negra. Estas afirmaciones tajantes pecan de un carácter reduccionista y dejan sin abordar la amplitud de la obra de la cineasta. Limitarla a una arista de sus aportes significa estar de espaldas también al complejo entramado de su cultura, así como a las lecturas que Sara Gómez hizo de la obra de Fanon. El martiniqueño había afirmado en sus textos sobre cultura y racismo que “El racismo desfigura el rostro de la cultura que lo practica”.1 Y eso fue lo que la cineasta hizo a lo largo de su obra artística: defender al negro, pero como una parte importante de la identidad y la cultura insular, y viceversa: la cultura cubana no existiría como es sin el sostén y aportaciones del negro.

Además de tales miopías críticas, hay otra que, en alguna medida, entraña una cierta discriminación elitista e incluso racista: se ha afirmado una y otra vez que a Sara le gustaba la marginalidad. Es una manifestación de incultura de quienes así se han expresado. Conocedor de los textos de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, entre otras obras vitales para una antropología de la cultura insular, la de Sara Gómez fue una de las voces que en su tiempo más defendieron la cultura popular que, desde luego, estaba marginada. Fue una artista con una perspectiva sobre múltiples factores de la cultura cubana: la racialidad, la mujer, la situación de marginalidad, la pobreza, el machismo, la corrupción, la realidad del socialismo en la isla, la multiculturalidad cubana.

A Gerardo Fulleda, Inés María Martiatu, Tomás González y a Nancy Morejón se les debe el haber dado información acerca de las fuentes culturales presentes desde temprano en la obra de Sara. Mientras, Olga García, Yissel Arce Padrón y Alberto Abreu Arcia son los que, por primera vez, se acercan a la figura de la cineasta desde el punto de vista de los Estudios Subalternos y de la historia cultural de la isla.

Hace poco se le dedicó un espacio cinematográfico en la televisión cubana: en una noche, de forma maratónica, exhibieron buena parte de su obra. Pero todavía hoy el interés por el estudio de la directora de Iré Santiago (1964) resulta muy pobre en su isla natal. A cincuenta años de su muerte, Sara Gómez será recordada en su isla solo con el dossier que le dedica la revista digital Alterna, perteneciente a la Asociación de Cineastas.

No habrá homenajes por la Facultad de Medios Audiovisuales de la Universidad de las Artes, como tampoco en la Universidad de La Habana. La Escuela Internacional de Cine también parece haberse unido a este silencio. Mientras, el Ministerio de Cultura, el ICAIC, y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba evitan promover cualquier homenaje a una cineasta pionera en la cinematografía hecha por mujeres en América Latina.

Coloquio Internacional: 50 Años (sin) con Sara Gómez

Fotograma de "Guanabacoa: crónica de mi familia" (1966), de Sara Gómez.
Fotograma de "Guanabacoa: crónica de mi familia" (1966), de Sara Gómez.

Por eso, duele y reconforta a la vez que la Universidad Federal Fluminense (UFF) del Estado de Río de Janeiro, que se destaca a nivel de país por su labor investigativa, haya llevado a cabo entre los días 25 y 27 de junio el “Coloquio Internacional: 50 Años (sin) con Sara Gómez”. Este encuentro fue organizado por el Instituto de Arte y Comunicación Social de dicha alta casa de estudios. Las coordinadoras fueron las especialistas Marina Cavalcanti Tedesco, Renata Masini Hein y Maìra Ezequiel. En la convocatoria del encuentro se señala:

En el año del cincuentenario del fallecimiento de esta gran directora cubana, nuestro evento se propone debatir la actualidad de sus filmes y de su pensamiento. Por eso, invitamos a los investigadores del legado de la cineasta, pero también a aquellos que la han estudiado en su diálogo con otras áreas del conocimiento, especialidades y momentos históricos.

El Coloquio contó con la presencia de investigadores de diferentes universidades e instituciones brasileñas, así como también de Argentina y Chile. Se llevaron a cabo mesas redondas con los siguientes temas: “Diferentes miradas al documental Iré a Santiago, 1964”; “Relaciones entre el cine de Sara Gómez y las políticas gubernamentales en Mi aporte, De cierta manera y la construcción de la ciudad”; “Preservación, difusión y fuentes de la obra de Sara Gómez” y, por último, “Descolonización, religiosidad y subjetividad en la filmografía de Sara Gómez”. En la sesión de clausura se debatió el filme realizado por Alessandra Müller (Suiza) en el año 2005: “Dónde estás Sara Gómez?

El arte cinematográfico de Sara Gómez

Fotograma de "Iré a Santiago" (1964), de Sara Gómez.
Fotograma de "Iré a Santiago" (1964), de Sara Gómez.

Al hacer un balance del encuentro se destacan trabajos como el de Ernesto Loaiza, quien es profesor de la UFF y director de cine entre, otras esferas de estudio y creación. Su texto abordó “La música en la filmografía de Sara Gómez: análisis del guion musical en Iré a Santiago de 1964”. Para el investigador es importante enfatizar que cualquier aproximación a la obra de Sara debe tener en cuenta el amplio conocimiento musical de la documentalista. Por eso, pudo incorporar una diversidad de ritmos y géneros musicales de la isla, en apenas quince minutos de duración del texto fílmico. El empleo de la música por Sara debe estudiarse desde una perspectiva estética. No obstante, este es un terreno apenas tocado por la crítica.

La complejidad de la política cultural en los años setenta en Cuba y su relación con el cine fue el tema presentado por Leonam Montero. Su trabajo “De cierta manera: entre la restricción y la protesta” estuvo dirigido al estudio del complejo espacio público cubano de aquellos años. Los setenta estuvieron marcados por una política cultural que censuró la creación artística. Las indicaciones derivadas del Primer Congreso de Educación y Cultura y su repercusión en el ámbito cinematográfico fueron objeto de análisis en su ensayo. Desde esa óptica, el largometraje de Sara Gómez se entiende como una fractura dentro de los proyectos revolucionarios. Porque estos pasaron por alto que las mentalidades y valores culturales heredadas del tiempo histórico que antecedió a la Cuba de 1959, eran muy difíciles de borrar.

Un tema que llama la atención, por no haber sido investigado nunca en el cine cubano, es el que aborda el profesor Fabián Núñez, quien se especializa en el audiovisual latinoamericano. Su trabajo “Consideraciones sobre lo visual urbano en la obra de Sara Gómez” abre caminos en el estudio de la representación y conformación de la ciudad en el cine de Sara Gómez. La ciudad es vista aquí como patrimonio y expresión cultural, como fue concebida por la cineasta: la ciudad como espacio antropológico y de encuentro entre variados estratos sociales. Un análisis de este tipo tiene un gran valor porque el estudio del espacio urbanístico y sus redes apenas se ha estudiado en el cine.

Renata Masini Hein, quien cursa una maestría en audiovisual e investiga el cine de Sara Gómez, presentó su ponencia “La doble jornada del trabajo femenino en Mi aporte (1972) de Sara Gómez”. La autora partió para su estudio del texto publicado en 1971 por la revista Casa de las Américas: “Hacia una ciencia de la liberación de la mujer”. Los autores de aquel texto fueron la argentina Isabel Larguía y su esposo el antropólogo norteamericano John Dumoulin, entonces residentes en Cuba. Ambos develan los límites tensionales entre marxismo y feminismo cuando crean el concepto de trabajo invisible. Así catalogaron el trabajo doméstico de la mujer al considerar a esta como fuerza de trabajo.

Este análisis de Larguía y Dumoulin nunca había sido hecho por el marxismo ni por el pensamiento feminista. Renata Masini estableció los vínculos entre este texto y el documental de Sara Gómez filmado un año después. La autora apunta cómo:

[…] al Sara Gómez entrevistar a mujeres de diversos estratos sociales y profesiones, evidencia que la mujer trabajadora no existe como categoría abstracta y universal, sino como persona con diferentes inserciones sociales y diversidades en el entramado social.

Una perspectiva poliédrica

Sara Gómez, cineasta cubana.
Sara Gómez, cineasta cubana.

No es posible reseñar todos los trabajos presentados en el Coloquio, pero no sería justo el dejar de mencionar a Yolanda Galvão y Lìliam de Alcântara, ambas integrantes del Observatorio Latinoamericano de Realizadoras radicado en Pernambuco. Cada una de ellas explicó la necesidad del estudio, realización y difusión de la mujer cineasta en América Latina. La personalidad y la obra de una cineasta como Sara Gómez, a quien consideran pionera en la región, ha sido reconocida y divulgada por este Observatorio, como también la obra de otra realizadora cubana: Gloria Rolando. La institución realiza encuentros, diálogos y ha creado el Premio Sara Gómez para reconocer al mejor filme dirigido por mujeres latinoamericanas.

Por último, la investigadora chilena Judith Silva Cruzzata cuya tesis doctoral se titula “La Revolución de Sara, cine y contradicciones en Cuba, 1960-1974”, señaló con total razón que:

Debido a los problemas de accesibilidad a las fuentes existentes en Cuba: las películas mismas, así como también testimonios de personas, cartas, cuadernos, diarios, anotaciones que pudo haber dejado Sara Gómez antes de su prematura muerte, el estudio de su vida y obra se presenta como un laberinto en el que se deben sortear capas geológicas construidas, no siempre a base de fuentes primarias, sino repeticiones de las repeticiones de lo que se dijo sobre ella o la imagen que se quiso construir sobre ella.

Esta afirmación toca, pues, la urgente necesidad de estudiar la obra de la cineasta a partir de una historia de la cultura. Es una urgencia. No hay otra posibilidad.

El “Coloquio 50 años sin/con Sara Gómez” tuvo como conferencia inaugural “Sara Gómez: transgresión y rebeldía”, impartida por la investigadora cubana residente en Brasil, Olga García. La ensayista presentó un estudio acerca de las redes sociales y culturales en las que se movió la cineasta desde la perspectiva de la historia de la cultura insular entre 1959 y 1974.

El cierre contó con la conferencia “Sara Gómez e o inicio do cinema feminista na América Latina”,2 a cargo de Marina Cavalcanti Tedesco, Doctora en Cine y Audiovisual por la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, directora de los Estudios de Posdoctorales de la misma y coordinadora principal del encuentro. Marina Cavalcanti ha estudiado y publicado acerca de la obra documental de la cineasta cubana en diversos espacios. Entre esos trabajos se destaca su importante estudio acerca de “Guanabacoa: crónica de mi familia”. Su conferencia sitúa a Sara Gómez como pionera de un cine que trata por primera vez los problemas de la mujer en una América Latina marcada por su cultura patriarcal.

Mirar la obra de Sara Gómez desde una perspectiva poliédrica fue uno de los retos y logros del Coloquio. Un encuentro como este demuestra que, a pesar de las desidias y los olvidos oficiales de la isla, siempre hay voces en el continente que mantienen viva nuestra cultura y nuestra esperanza.

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1 Frantz Fanon: Cultura y racismo, Ed. Terra sem amos, Brasil, 2021, p. 19.
2 “Sara Gómez y el inicio del cine feminista en América Latina”.

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