Poesía cubana │ Dos poemas de María Eugenia Caseiro

Con una voz poética desbordante de intensidad pero pulida y diáfana, María Eugenia Caseiro es una singularidad en la literatura cubana actual.

Rapsodia de la pausa

A Ana Ivonne Sandrino.
Equilibrio del mundo es no moverse,
ni hablar, ni escribir una letra…
Carmen Conde

Ella sigue
afinando la pausa,
ese pan monocorde
inmordible último pez
devenido rapsodia.
Hecha de largura
con el hálito doble
de no estoy no estás
mientras estoy y estás
en la medida inútil
que empapela por siempre
el cielo de su boca
con lisura de estanco.
Enredándose toda
en blanda celosía
de notas angustiadas
como esa triste lámpara
de la que habló Alfonsina,
está la pausa ahí
trágicamente digna
colgando de sus dedos
al son que los empalma
como una flor de lis.

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Consideraciones de lo último

A Francesca Woodman.
Que tu viennes du ciel ou de l'enfer, qu'importe
Charles Baudelaire

De cara al vacío
apoyarás la cabeza en tu pasado.
No importa si en magenta inviolable
o en amarillo seco que ha dejado atrás
el piélago verduzco de otro tiempo.
Se arraciman aún las hojas del desastre
que sellaron su alianza con la súplica
sin que todos los espacios circulares
hayan desaparecido en el recuerdo.

De cara al vacío
serás siempre el dilema,
una prolongación del polvo que desciende sobre ti,
serás un espejismo de la sed, nunca tú misma,
en esa fantasía elástica del paso de la vida,
en esa incontenible marcha
de tu cuerpo ya sin sombra apurándose a la nada.

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Con más de veinte títulos publicados, María Eugenia Caseiro es ―al decir de Luis Álvarez Álvarez― “una voz muy especial, una singularidad en la literatura cubana contemporánea”. Poeta, narradora, ensayista, editora y promotora cultural, su voluntad expresiva y su vocación humanística son insaciables. El personal estilo de Caseiro, desafiante de las tradiciones líricas insulares, desbordante de intensidad pero pulido y diáfano, sin excesos retóricos, la distingue como una de las escritoras más prolíficas y originales de la diáspora cubana.

Se ilustran estos poemas de María Eugenia Caseiro con una obra de la pintora Danielle Richard. Nacida en 1954, en Québec, Danielle es una de las más reconocidas artistas del realismo contemporáneo canadiense, con una técnica pictórica depurada en el estudio de maestros como Joaquín Sorolla y Andrew Wyeth, se define a sí misma como “una cazadora de la luz”. Sus retratos de figuras femeninas muestran siempre la fuerza de una actitud segura de sí misma que es esencial para la libre integración de la mujer en la sociedad. “Pinto mujeres porque las conozco internamente ―ha dicho Danielle Richard―, y me he dado cuenta que pueden ser el apoyo perfecto para trasmitir las emociones y sentimientos que deseo para mi arte. […] Vivo fascinada por la armonía y el equilibrio de la belleza, no quiero contar una idea o hacer una declaración, mi intención es poetizar la realidad y sus momentos mágicos”.