Activismos ⎸Seis mujeres ecologistas violentadas por el patriarcado
Amrita Devi, Rachel Carson, Wangari Maathai, Vandana Shiva, Greta Thunberg y Berta Cáceres no solo son hitos del activismo ecológico, su labor las llevó a ser víctimas de la violencia patriarcal.
Parecería que el ecofeminismo es una de las vertientes feministas que menos ataques o enjuiciamientos podría provocar. Lamentablemente, la historia del ecofeminismo ha vivido episodios oscuros. La masacre de Khejarli, al norte de la India, en 1730, podría ser uno de los hitos más conocidos. 363 bishnois fueron asesinados mientras trataban de proteger, abrazándolos, sus árboles sagrados. Pero hay otras violencias, sobre todo marcadas en las figuras que han llevado adelante su convicción medioambiental. Mujeres ecologistas violentadas por el dominio patriarcal.
Amrita Devi, lo que cuesta un árbol cortado
Justamente fue Amrita Devi la mujer precursora de la protección de aquellos árboles sagrados. En una época en la que la relación entre el medio ambiente y los derechos de la mujer rara vez se abordaba, Amtita Devi lideró un grupo de comuneras, principalmente mujeres, para oponerse pacíficamente a la tala de los Khejri.
La tala había sido ordenada por el maharajá Abnay Singh, para construirse un nuevo palacio. Ante la resistencia, ordenó también la ejecución de todos cuantos se interponían en su camino, incluida la propia Amnita. Amnita Devi y sus compañeras fueron martirizadas, y finalmente decapitadas antes de que comenzara la tala. Tres de sus hijas también fueron decapitadas. Se dice que las últimas palabras de esta mujer fueron: “Una cabeza cortada es más barata que un árbol cortado.”
Dos siglos después, estos hechos y la vuelta a la tala indiscriminada en la India, daría lugar al Movimiento de Abrazadoras de Árboles, cuyo objetivo es el de proteger la naturaleza de la zona y defender los intereses de la comunidad. Muchas de estas mujeres, ya en los años 70 del siglo XX, se vieron enfrentadas a sus propios maridos, que terminaban trabajando para los aserraderos. No es difícil imaginar la presión a la que estuvieron expuestas.
La masacre de Khejarli dejó un legado duradero. El gobierno de la India reconoce este sacrificio con el Premio a la Protección Ambiental Amrita Devi Bishnoi, y designó el 11 de septiembre como Día Nacional de los Mártires de los Bosques.
Rachel Carson y el desafío al machismo ambiental
Rachel Carson ya era una defensora de los derechos de conservación ambiental cuando publicó, en 1962, su libro Primavera Silenciosa. Pero fue en ese momento en el que se convirtió en un punto de mira notorio. En Primavera Silenciosa, Carson hace un llamado de atención sobre los peligros de los pesticidas, especialmente el DDT, y su impacto en la vida silvestre y la salud humana. La violencia mediática no se hizo esperar y, además de las críticas a su investigación, recibió ataques personales que la tildaban de histérica.
Víctima del machismo y de lo que la también medioambientalista y feminista Rebecca Solnit denominó Mansplaining, el libro se tildó de “injusto, parcial e histérico”. Levantó, desde una cobertura periodística insidiosa hasta la amenaza de acciones legales contra los editores y publicaciones relacionadas con él. Varios representantes de la industria química presentaron quejas anónimas, pero otras figuras prominentes, como el bioquímico estadounidense Rober White-Steven, criticaron agresivamente el libro. White-Steven afirmó que “seguir las enseñanzas de Carson nos llevaría de vuelta a la Edad Media, donde las enfermedades y las alimañas prevalecían”. Otros críticos atacaron las credenciales científicas de Carson, y cuestionaron su carácter insinuando, incluso, motivos políticos y personales como su estado civil.
El libro se sometió a un riguroso proceso de investigación, y alrededor de un año después ya se habían disipado las críticas en gran medida. Carson testificó ante el Comité Asesor Científico del Presidente Kennedy y el informe respaldó las afirmaciones de Primavera Silenciosa. Carson padecía cáncer, y durante casi todo el proceso de litigio, se estuvo sometiendo a radiaciones. Toda aquella presión debió influir en su padecimiento, pero aún así, logró que en su afán por la regulación de los pesticidas, se creara la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).
Wangari Maathai: “una mente demasiado fuerte para ser mujer”
A Wangari Maathai se le conoce por su trabajo pionero en la reforestación y la promoción de la participación de las mujeres en la conservación. Fundó el Movimiento del Cinturón Verde, que ha plantado millones de árboles en África y ha empoderó a las mujeres a través de la participación en proyectos de conservación y desarrollo sostenible. Fue la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz, en 2004, por “su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz”.
Sin embargo, el camino de Maathai hacia la transformación ambiental estuvo marcado por desafíos personales. Su compromiso y fortaleza ideológica le provocaron, no solo un divorcio, sino hasta seis meses de cárcel. Su esposo, al solicitar el divorcio, alegó que Wangari tenía “una mente demasiado fuerte para ser mujer” y que él “no era capaz de controlarla”. La acusó de crueldad y adulterio, y, ante su reclamo frente al tribunal, y varias declaraciones acerca de la incompetencia y la corrupción del sistema judicial, fue condenada a seis meses de privación de libertad.
Cuando en 1982, Maathai buscó un puesto parlamentario y renunció a su empleo en la Universidad de Nairobi para postularse, un tecnicismo injusto la descalificó. Luchó legalmente contra esta discriminación, pero se enfrentó a continuos obstáculos judiciales. Como su postulación no tuvo término, pidió su readmisión en la universidad, pero denegaron su solicitud y, además, terminó desalojada, pues vivía en la residencia universitaria, y al no ser plantilla del centro de estudios, no le permitieron seguir viviendo allí.
Vandana Shiva y las críticas a su activismo
En 1993, Vandana Shiva recibió el Premio al Sustento Bien Ganado, un reconocimiento que destaca su defensa de la agricultura sostenible y la biodiversidad. Fundadora de Navdanya, una organización que aboga por la conservación de semillas y la agricultura orgánica, Shiva ha luchado incansablemente contra la biopiratería y la monopolización de las semillas por parte de grandes corporaciones.
Su enfoque, inspirado en los principios de la no violencia de Mahatma Gandhi, se ha centrado en empoderar a las mujeres agricultoras. Shiva ha ayudado a estas mujeres a reclamar su papel tradicional en la preservación de semillas y en desafiar las leyes internacionales de comercio. Su obra pionera Staying Alive (1988) no solo redefinió la percepción de las mujeres del tercer mundo, también marcó un hito en la promoción de la igualdad de género en la agricultura.
A pesar de sus contribuciones notables, Vandana Shiva ha sido objeto de muy severas críticas y campañas de desacreditación. En 2001, el periodista científico Ronald Bailey la etiquetó como “ludita”, acusándola de oponerse a cualquier avance tecnológico. Muchos medios y blogs también han participado en difamar su imagen. Estas críticas, a menudo infundadas, han intentado socavar la relevancia de su trabajo, especialmente en el contexto de sus ideas ecofeministas.
Entre otros, un artículo de Francisco García Olmedo publicado en la Revista de los Libros, pone en duda algunas ideas de Vandana Shiva, como la de oponerse a los transgénicos y a la biopiratería. García Olmedo la llama “una de las más feroces y posmodernas detractoras de la ciencia actual” y agrega “su ignorancia de los más sencillos principios de la práctica agrícola es proverbial”.
Vandana Shiva, sin embargo, ha persistido en su defensa de la justicia ambiental y la igualdad de género. Su participación en proyectos como el asesoramiento al Gobierno de Bután para convertirse en un país completamente orgánico demuestra su compromiso continuo con la sostenibilidad.
Greta Thunberg: “¡Relájate, Greta!”
Desde su solitaria huelga escolar frente al Parlamento de Suecia en 2018, exigiendo acciones concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, Greta Thunberg, con solo 15 años, surgió como símbolo global en la lucha contra la crisis climática.
El activismo climático de Thunberg no solo ha enfrentado las barreras generacionales, sino que también ha suscitado tanto apoyo como críticas intensas. Su ascenso al estatus de icono mundial, conocido como el “efecto Greta”, la ha llevado a recibir numerosos honores y premios. Destacan entre ellos una beca honoraria de la Royal Scottish Geographical Society y múltiples nominaciones al Premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, junto con la admiración, Thunberg ha experimentado la amarga cara de la fama y la resistencia climática. Ataques personales, intentos de socavar su influencia y, lamentablemente, ataques hacia su condición de autist,a han marcado su proyecto. Políticos como el presidente ruso Vladímir Putin, el primer ministro australiano Scott Morrison y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han dirigido críticas hacia Thunberg. La han minimizado al rol de niña inocente, manipulada o mal informada y han tratado de desacreditar su mensaje.
En diciembre de 2019, después de que Greta fuera nombrara Persona del Año por la revista Time, Trump tuiteó: “Tan ridículo. ¡Greta debe trabajar en su problema de manejo de la ira y luego ir a una buena película clásica con un amigo! ¡Relájate, Greta, relájate!”. Por esos días, Thunberg había tuiteado acerca de lo vergonzoso que era que el mundo permaneciera en silencio frente a los asesinatos de los pueblos indígenas por la desforestación ilegal. Cuando se le preguntó sobre este tema al presidente brasileño Jair Bolsonaro, respondió: “Es impresionante cómo la prensa le da voz a un mocoso”. A pesar de la resistencia, Thunberg ha perseverado, y ha mantenido su determinación y su enfoque en la urgencia climática.
Berta Cáceres
Berta Cáceres fue una destacada líder indígena y activista ambiental hondureña, cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), una organización que lucha por los derechos de los pueblos indígenas y la protección del medio ambiente.
El activismo de Berta Cáceres se centró en la defensa de las comunidades indígenas contra proyectos de desarrollo, especialmente aquellos relacionados con la construcción de represas hidroeléctricas y la explotación de recursos naturales en territorios indígenas. Su lucha también incluyó la denuncia de violaciones de derechos humanos y la resistencia contra la presencia de empresas multinacionales en Honduras.
Berta Cáceres ganó reconocimiento internacional por su valiente defensa de la tierra y los derechos indígenas, siendo galardonada con el Premio Ambiental Goldman en 2015, uno de los mayores reconocimientos para los defensores del medio ambiente.
Trágicamente, el 2 de marzo de 2016, Berta Cáceres fue asesinada a tiros en su hogar en La Esperanza, Intibucá, Honduras. Su asesinato generó indignación a nivel mundial y resaltó los peligros a los que se enfrentan los defensores del medio ambiente y los derechos humanos, especialmente las mujeres que desafían estructuras patriarcales.
Según la ONG Global Witness, en Honduras, más de 120 personas fueron asesinadas entre 2010 y 2017 por oponerse a proyectos de represas, convirtiendo al país en el más peligroso del mundo para el activismo ambiental. Berta Cáceres enfrentó años de hostigamiento y amenazas de muerte, contando con medidas cautelares de la CIDH desde 2009. A pesar de ello, no recibió protección efectiva del Estado, afectada por la presión de autoridades vinculadas a empresas mineras e hidroeléctricas.
Debido a la persecución, su familia abandonó el país, mientras ella adoptaba precauciones extremas, cambiando constantemente su lugar de residencia y limitando la comunicación. Cáceres denunció amenazas tanto de la empresa privada DESA como de las fuerzas de seguridad gubernamentales que respaldaban el proyecto. Una semana antes de su trágico asesinato, alertó sobre amenazas de muerte a líderes de su comunidad, con cuatro de ellos ya asesinados.
En su lucha, estas mujeres no solo son la voz femenina preocupada por el futuro del planeta. Representan la resistencia frente a la adversidad y las críticas injustas que a menudo acompañan a quienes desafían el status quo. Cada una de estas narrativas lleva la marca, tanto de la fuerza del activismo como de la solidez ineludible que aún hoy sostiene al patriarcado. El machismo no es, sin embargo, inquebrantable.
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