Entrevista | Fotografía y activismo feminista menstrual en "Lo llevas en la sangre" de Constanza Rutherford
Las manchas de menstruación sobre el nitrato de plata serán el inicio de una búsqueda dentro del activismo feminista menstrual y la fotografía experimental de la artista chilena, Constanza Rutherford.
“¿Me manché?” preguntamos al menos una vez al mes y siempre que lo hacemos se nos nota cierta vergüenza que se hace más grande que la mancha si nos responden con un sí. Y lo que puede ser apenas una sombra en nuestros pantalones, se vuelve enorme en nuestra imaginación, y nos sale la culpa de haber menstruado para el público.
Constanza Rutherford Pezoa decidió romper con esa responsabilidad social que nos han asignado. “Si usted no quiere saber que algunas mujeres menstruamos no se acerque a la exposición, "Lo llevas en la sangre”, en Sales de Plata, López de Vega 15, Madrid. Y mucho menos visite el perfil de Instagram @conniferasss que ha creado Conni con sus experimentos fotográficos”, más o menos así versaría la advertencia para la gente que aún nos hace cargar con la vergüenza de la mancha menstrual.
Constanza Rutherford Pezoa (1997)
El ciclo menstrual dentro de la gestación de un proyecto
La artista espera su ciclo menstrual como lo hace una mujer ansiosa por la maternidad deseada o no, para vivir la gestación de su proyecto, lo que coincide en este caso con ambos procesos químicos: revelado analógico y la maduración del óvulo.
“Menstrúo cada vez más cerca y antes me duraba cuatro o cinco días de sangrado. Ahora una semana”, explica Rutherford y de paso asocia esta concepción fotográfica a los cuidados del maternar. “Cuando necesitamos, nos cuidamos a nosotras mismas. Lo mismo pasa con la foto, que igual requiere el cuidado de ser rigurosa con la toma, con el proceso químico. Limpio mis negativos pero cuidando de que las manchas que quería que estuvieran, se mantengan ahí”. Y así pare una buena imagen.
“Empecé primero recolectando la menstruación. Tenía un frasco que le puse 'menstruación pura' y eso era medio como un chiste, una suerte de aceite de oliva extra virgen. Luego tenía las toallitas de tela, y las dejé remojando, para después del lavado, fregarlas”, así narra uno de los procesos por los que pasa cada rollo fotográfico.
“Entonces tenía estos tres líquidos: sangre pura, agua de sangre del trapo menstrual y el agua enjabonada del trapo menstrual, y lo primero que hice fue la técnica del film soup, que es cuando los carretes de negativos antes de revelarlos los dejaban como remojando en algún líquido que puede ser desde té hasta lejía, agua con limón, arena. La gente en este sentido experimenta con distintas cosas y van compartiendo sus resultados. Yo lo hice con la menstruación”.
“Con la menstruación de las toallitas de tela en remojo siento que funcionó súper bien y quedó un primer carrete y tres o cuatro fotos que quedaron en la selección final. Luego seguí experimentando con otras técnicas. Por ejemplo, con el líquido tres: el que quedó después de la friega, diluí los químicos para revelar. La menstruación número uno, que era la directa de la copita, la ocupé para pintar sobre el negativo”. Estas son las tres técnicas que aplicó Rutherford Pezoa para obtener diferentes resultados.
Esos fueron los experimentos que resultaron. Entre los que no resultaron estuvo cuando se pasó con el tiempo de hervor y la emulsión se le salió. O cuando intentó usar productos de limpieza con los que se suelen quitar las manchas menstruales y fueron demasiado agresivos con el carrete.
Menstruar: entre la incomodidad y el autoconocimiento
Constanza cuenta que en esta, su primera muestra personal, “Lo llevas en la sangre”, hubo gente muy interesada, pero sigue creyendo que se necesita “entender la experiencia de lo qué es menstruar, que dentro de todo es incómoda".
O sea, una puede estar muy amigable con su ciclo, con su menstruación, pero igual es incómodo sangrar, tener dolor. Y quería plasmar un poco de eso en las fotos. Es algo con lo que vivimos mes a mes. Hay mujeres que les llega y no se dan ni cuenta y lo pasan sin problemas y otras que lo pasan súper mal y no pueden seguir con su día a día tal cual, sino que se tienen que adecuar a sus síntomas.
Esa variedad de experiencias las quería tener en consideración. No quería hablar de la menstruación idealizada de la mujer como súper conectada con su raíz y qué sé yo, pero tampoco quería que fuera como la visión de ‘la menstruación es lo peor del mundo y no quiero que me venga a mí’. No quería irme en ninguno de los dos extremos”.
Constanza Rutherford intenta sintetizarlo todo en un concepto: “es una experiencia incómoda y es dolorosa, pero a la vez igual es una herramienta de autoconocimiento. Esa dualidad es lo que quería plasmar en las imágenes, que puede ser hermosa y asombrosa, pero a la vez monstruosa y dolorosa. No, no tenía un solo objetivo”, por eso afirma que hace de ambos ciclos químicos un rito. Se toma su tiempo en cada revelado y pareciera escuchar a su cuerpo darle ordenes de por dónde deben ir las imágenes en cada ciclo creativo.
“Yo menstruo y me preparo a la vez para hacer las fotos. Limpio el espacio físico y espiritualmente. Me relajo, medito, prendo una vela. Trato de repetir siempre los mismos pasos, con el mismo cariño y cuidado cada mes y voy haciendo este proceso de sacar las fotos, recolectar, intervenir las fotos”, explica parte de lo que ella misma llama “ceremonial”.
“Al inicio mis fotos eran muy explícitas. Luego me fui dando cuenta que para hablar de este tema tenía que ser mucho más abstracta. Estaba hablando de un proceso biológico mezclado con la química de las fotos y sentí que tenía que hacer todo más abstracto para que podamos analizar el material que es la sangre.
Traté de hacer fotos, por ejemplo, sobre una pared blanca y con las siluetas de las manos manchadas por haberme sacado la copita recién y luego encima se ve toda la textura de la intervención. Al inicio eran fotos de cómo yo misma recolectaba el material, cómo lo trabajaba y terminé haciendo autorretratos e interviniendo los medios”, pero sus orígenes, para llegar a pensar la mancha menstrual como un discurso artístico, tuvieron una inquietud política y feminista.
Feminismo menstrual
En el 2019, Constanza Rutherford Pezoa era periodista cuando ocurrió el estallido feminista estudiantil en Chile. Dentro de toda esa vorágine “conoció la copita menstrual y los productos de higiene y empezó a formarse más en el activismo menstrual. En cómo ver la menstruación desde otra perspectiva, cómo sobrepasar esta incomodidad”.
De forma paralela estaba aprendiendo a revelar y no tardó en preguntarse en qué punto se conectaban ambos procesos. “Pasé de tener mucha vergüenza de mi menstruación porque siempre me manchaba o porque era un tema que no se hablaba, a conocer todo este feminismo menstrual”, afirma.
En ese proceso se dijo a sí misma: "claro, tengo que manchar mis propias fotos para poder hacer este enlace entre las reflexiones de mi propio cuerpo y cómo convives al final, mes a mes, y el trabajo fotográfico que estoy haciendo de forma paralela. Aprender a trabajar con fotografía química”. De esta manera asoció las cuatro etapas de ambos procesos.
Sus referentes artísticos son tan íntimos como su propio discurso
“Mi mamá y mis abuelas, que no son artistas, me motivaron a trabajar estos temas. Yo llegaba de alguna asamblea y ellas me daban ideas tras una conversación". Como ejemplo esta la anécdota de su abuela con relación al uso de las almohadillas sanitarias.
"Mi abuela vivía en el campo, en el sur de Chile, y antes no habían toallas higiénicas desechable, ni gestión de la basura. Entonces, para tratar de ocultar la menstruación, y para que nadie viera sus trapos manchados, las mujeres los metían entre los hoyitos de las casas de barro para esconderlos. Esas reflexiones de lo oculto, la vergüenza, fueron un punto de partida muy inspirador”.
También están sus amigas artistas que la han acompañado en sus descubrimientos.
“Fue muy nutritivo conocer a dos fotógrafas. La primera es Deneb Martos que es la directora de La casa encendida y que lleva varios proyectos. Su fotografía es análoga, experimental, de intervención en los negativos, y cuando recién estaba con la idea y no sabía muy bien a dónde apuntar, por casualidad la conocí y el intercambio fue bien bueno. Me mandó un montón de libros y fue muy inspirador conocerla. La obra que presentó a inicios de año es alucinante.
También está mi amiga Tamara Grinberg que tuve la suerte de conocerla acá en Madrid y que ha sido un crecimiento conocerla por la ida y vuelta de ideas, por el participar la una en el proyecto de la otra”, lo que está muy en correspondencia con las colectividades feministas de sus inicios.
Rutherford Pezoa estará en Sales de Plata, con su paralelismo entre el cuerpo menstruante y la fotografía experimental analógica, hasta finales de julio. Los horarios son de lunes a viernes, entre las de 11:30 y las 14:30 y de 16:00 a 20:00. Los sábados de 11:30 a 14:30. La muestra “Lo llevas en la sangre” deconstruye la vergüenza de las manchas menstruales, la destierra de nuestras vidas como la herencia que no tenemos que seguir arrastrando.
▶ Vuela con nosotras
Nuestro proyecto, incluyendo el Observatorio de Género de Alas Tensas (OGAT), y contenidos como este, son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Trabajamos de manera independiente en la búsqueda de la verdad, por la igualdad y la justicia social, por la denuncia y la prevención contra toda forma de violencia de género y otras opresiones. Todos nuestros contenidos son de acceso libre y gratuito en Internet. Necesitamos apoyo para poder continuar. Ayúdanos a mantener el vuelo, colabora con una pequeña donación haciendo clic aquí.
(Para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@alastensas.com)
Responder