Shanti: una iniciativa contra todos los tipos de violencia en Cuba

El aumento de los asaltos, robos, peleas, feminicidios y agresiones de carácter represivo ponen en riesgo la convivencia entre los cubanos.

| Mundo | 20/07/2023
El gobernante cubano envía a civiles a reprimir a los manifestantes del 11 julio.
El gobernante cubano envía a civiles a reprimir a los manifestantes del 11 julio.

Los asaltos, la inseguridad y la violencia en Cuba se han convertido en una de las tantas preocupaciones de los ciudadanos en los últimos meses, pues, pese a la falta de transparencia por parte de las instituciones al respecto y la nula cobertura de la prensa estatal, es imposible ocultar este fenómeno.

En un medio de prensa independiente como CiberCuba, que suele cubrir gran parte de las noticias de actualidad en la isla, han sido publicados al menos cuatro casos de asesinatos en la primera quincena del mes de julio, además de otras agresiones, mayormente con el fin de robar a las víctimas.

Pero si se habla de violencia en Cuba es imposible ignorar el fenómeno de las agresiones machistas, pues solo en los primeros siete meses del 2023 se han registrado unos 52 feminicidios, una cifra que supera con creces a los 36 registrados en 2021 y 2022, hasta ahora los años con mayor cantidad de crímenes de este tipo.

Marcha feminista contra la violencia de género. Imagen: Captura de pantalla

También la violencia política ha crecido notablemente en los últimos años, pues no solo son evidencia de ello los más de 1.000 prisioneros de conciencia que hay actualmente en la Isla, o la “Orden de Combate” dada por Miguel Díaz-Canel, sino también las constantes denuncias de activistas y ciudadanos opuestos al régimen que sufren todas las formas de intimidación imaginables.

El Gobierno niega el incremento de la violencia

En un contexto como este, donde parece que no cabe más presión en el día a día de la población, las autoridades cubanas siguen negadas a reconocer el problema de la violencia y presentaron a funcionarios de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y otros organismos de investigación criminal del Ministerio del Interior (MININT) el pasado 27 de julio en el programa televisivo Razones de Cuba para negar la inseguridad en las calles del país.

El coronel Hugo Morales, jefe de brigada de Patrullas, de la Dirección General de la PNR, quien fue uno de los oficiales invitados al programa televisivo, justificó que la alta percepción de inseguridad está dada porque “existen personas que inescrupulosamente colocan en las redes sociales informaciones sin verificar y generan el pánico entre la población”.

También un editorial publicado por el diario estatal Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, el pasado 14 de junio, culpó a los “enemigos” de fabricar, “desde el espacio virtual, un presunto escenario de inestabilidad, desconfianza e inseguridad”.

Pero el discurso del poder y la realidad cubana son tan distantes, que en este contexto 19 grupos de la oposición y la sociedad civil, entre ellos la revista Alas Tensas, se agruparon para lanzar la iniciativa “Shanti”, la cual definen como “una estrategia global para la violencia en Cuba». 

Factores que influyen en el aumento de la violencia

Por ese motivo, conversamos con el opositor Manuel Cuesta Morúa, uno de los líderes de Shanti, quien afirmó que “entre los principales factores que han propiciado el incremento de la violencia en el país se encuentran dinámicas propias de un estado antidemocrático y totalitario”.

“En un Estado totalitario como el cubano, con su normalización de la precariedad, las tensiones propias de la violencia institucional controlada, comienza a debilitarse cuando suceden dos cosas: la pérdida gradual de su legitimidad y la incapacidad de sostener los mínimos de subsistencia para su población”, afirmó el opositor.

De acuerdo con el disidente cubano, formado como historiador en la Universidad de La Habana, “ese debilitamiento desafortunadamente no conduce a resolver las tensiones a través de mecanismos pacíficos inexistentes en un Estado totalitario, sino mediante la liberación de la violencia controlada y el reforzamiento de los mecanismos de castigo”.

Aquí comienzan a superponerse y a retroalimentarse todas esas violencias acumuladas y a mostrar su relación orgánica: la violencia del Estado machista y la violencia de la sociedad patriarcal. La primera conduce a las cárceles, a las golpizas policiales y al intento de asesinato moral de la diferencia, y la segunda a los feminicidios. Esta es, paradójicamente, la doble respuesta fálica, respectiva, a la creciente auto liberación social, que desemboca en la protesta ciudadana, y a la auto liberación femenina, que da por terminada las relaciones tóxicas entre parejas”, añadió.

Según Cuesta Morúa, “el orden patriarcal, en el Estado y en la sociedad, no tolera estas liberaciones y no encuentra más recursos que la violencia. Eso explica parte del aumento de este triste fenómeno en Cuba. A esto se superpone tanto la violencia aprehendida, o violencia reflejo, como la violencia cultural, esta última muy visible en el lenguaje en todos los niveles”.

“Fíjate que hay dos programas, uno radial y otro televisivo, cuyos nombres muestran la cultura de violencia propia de la sociedad: el radial se llama Chapeando, lo que remite al machete, y el televisivo se llama Con Filo, lo que recuerda los objetos punzantes, que atraviesan el cuerpo. Todo eso desemboca sobre y se emparenta con, el otro extremo que reproduce la violencia: la precariedad social, lo que llamo también la violencia económica, sobre los sectores históricamente marginados y sobre los sectores más vulnerables”, añadió.

“Ahí tienes entonces la creciente violencia social y comunitaria, cubierta por la tradicional pedagogía de la violencia. A los niños no se les enseña el modelo de conducta martiano, sino el guevarista. Y esos mismos niños aprenden el bulliyng en sus comunidades y que los conflictos se resuelven a puñetazos. El cóctel está listo para espolear la violencia que estamos viendo en todos los niveles”, finalizó.

Shanti, un proyecto ciudadano para frenar la violencia en Cuba

El opositor cubano Manuel Cuesta Morúa. Foto: Cultura Democrática
El opositor cubano Manuel Cuesta Morúa. Foto: Cultura Democrática

En un contexto como este, el disidente cubano explicó que Shanti “parte de este enfoque orgánico para su estrategia contra todas las formas de violencia. Su concepto es muy apropiado porque remite a una paz activa, no meramente contemplativa, buscando la acción colectiva y proactiva contra la violencia y a favor de los climas de paz”.

Sobre el trabajo de la organización, explicó que tiene lugar “más o menos simultáneamente, en el campo simbólico, de ahí la campaña asociada a esta estrategia, para que visibilicemos el color naranja, asociado al activismo mundial contra la violencia”.

Cuesta Morúa dijo que actualmente, solo un mes después del lanzamiento de la iniciativa contra la violencia en Cuba, sus integrantes trabajan “esencialmente con la ciudadanía para que se identifique primero y se incorpore a lo que llamamos Movimiento Shanti”.

“Animamos lo que llamamos Conversaciones sobre Violencia en las comunidades, buscando la participación ciudadana en el entendido de que debemos trabajar el campo cultural y social para un aprendizaje de las conductas pacíficas. Un punto esencial aquí es el trabajo hacia el respeto de la diversidad y pluralidad propias de la sociedad cubana. La violencia está muy asociada a la intolerancia”, agregó.

El opositor político también dijo que trabajan “con todas las plataformas feministas cubanas, apoyándolas en sus demandas de políticas públicas y de cambios legales e institucionales contra la violencia de género”.

“Y, muy importante, estamos reanimando en algunos casos e impulsando en otros, reformas legales y constitucionales en los campos cívicos y políticos para desmontar el tejido de violencia institucionalizado que parte del Estado. El tema de la amnistía y despenalización del disenso, el tema del artículo 5 de la Constitución, que impone la violencia ideológica sobre la pluralidad social, están en el origen de la violencia de Estado, de cuya solución depende, en mucho, la pacificación social y la democratización en Cuba”, finalizó.

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