Lutos, lazos y travesías: breves notas a propósito del incendio de Matanzas

"El luto es la ruptura de lazos que hacen la vida posible, por eso tal vez sea preciso darse el tiempo para restaurar todo aquello que la catástrofe deshizo, y aceptar también lo que no podrá ser rehecho".

21/08/2022
en una fila de bomberos uno sobresale con la cabeza baja
Imagen tomada en Matanzas durante la despedida de las personas fallecidas en el incendio del Supertanquero. Foto: Ismael Francisco (AP)

Cada día me resulta más difícil creer en una de las tesis que aprendí cuando estudiaba Psicología: “el individuo como un ente independiente que tiende, por sí mismo, a su autorrealización”. ¿Qué meta de realización individual podría ser esa que no considera que somos afectados por otras existencias? No debe haber una tesis tan frágil como esa.

Como dice Geni Núñez en uno de sus tantísimos textos: “los millones de microorganismos que habitan en mí, no me dejan reivindicar la autoría individual de mi existencia”. Existir enlazados con otros seres (humanos, no humanos, naturaleza, ambientes, tecnologías) es la condición ontológica de nuestra existencia, no es cuestión de supervivencia; es la vida misma la que está juego en esa premisa.

Mares, ríos, ambientes o naturaleza como le queramos llamar, no son soportes de vida o redes de apoyo, son la propia condición que posibilita que existamos. Por eso, cuando una de esas dimensiones resulta herida, las demás también lo son. Yo insisto en que pensarnos como seres en alianzas con otros seres, es un camino fructífero para entender la vulnerabilidad de una forma distinta a como suelen enseñarnos en las carreras de Ciencias Sociales y Humanidades. 

Nos presentan la vulnerabilidad asociada a determinadas condiciones de vida precarias o como efecto de una catástrofe. Diferente de esa concepción y de las manos de Judith Butler, entendemos que la vulnerabilidad no es un efecto de, no es algo que viene después o que está exclusivamente vinculado a determinadas condiciones de vida. La vulnerabilidad radica en nuestros lazos de interdependencia con múltiples seres, y es justamente porque existimos en redes que nos constituyen, que estamos continuamente expuestos, querámoslo o no. (Obvio que nada de eso niega que privilegios/opresiones estructurales nos colocan en lugares distintos frente a esa exposición). Sin embargo, esa condición constitutiva no nos condena necesariamente, sobre todo si pensamos que la interdependencia puede conducirnos a establecer alianzas, alianzas entre especies compañeras como diría Donna Haraway. O inclusive como nos enseñan las cosmologías indígenas: el río, la tierra, el cielo, el aire también pueden ser nuestros parientes.

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Rostros de los fallecidos en el incendio en Matanzas. Foto: Granma

Nada como un luto para mostrarnos nítidamente que la vulnerabilidad significa, entre otras cosas, estar expuesto a lo imprevisto. En la noche del 5 de agosto se desató un incendio en el tanque 52 de almacenamiento de crudo de la Base de Supertanqueros de Matanzas debido al impacto de un rayo, según reportes del Estado. A partir del curso de esos acontecimientos fue decretado Duelo Oficial, desde las 6 horas del 18 de agosto hasta las 12:00 de la noche del día 19 de agosto. Nada como un duelo para mostrarnos que cuando uno de los eslabones que une nuestra vida a otras es afectado, no tenemos cómo salir totalmente ilesos.  

Una catástrofe de esa índole nos coloca delante de la interrupción de la pulsión de vidas: humanos, ambientes, animales, infraestructuras que garantizaban dimensiones importantes de la vida misma, son afectadas. Diversas etiquetas inundan las redes sociales, entre ellas la que más aparece es #FuerzaCuba y #FuerzaMatanzas. Vi también algunos post alertando de la necesidad de proteger a los animales (sobre todo los que están desprovistos de un hogar que los acoja) de los efectos de este siniestro. Cuando pienso en el luto como un dolor que atravesamos colectivamente en contraste con esa invitación de los hashtags que invocan a la fuerza, no puedo dejar de pensar en la complejidad de ese proceso. Si bien es reconfortante esa invocación a la fuerza en un momento de tanta fragilidad, me parece que, al mismo tiempo, podemos dejar espacio a otras emociones. 

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Durante el incendio más de 22 mil personas usaron en Facebook el hashtag #FuerzaMatanzas. Foto: Cubadebate

Al final un luto es un trabajo emocional, una travesía de oleadas de dolor y pérdida que van de la mano con momentos de respiro en medio, de nuestros lazos. Luto y duelo implican permitirse tocar fondo sin exigirnos, necesariamente, fortaleza. No sería, me parece, tan fuera de lugar, crear espacios para otras invocaciones distintas a las de esos hashtags. Al final, el luto es la ruptura de lazos que hacen la vida posible, por eso tal vez sea preciso darse el tiempo para restaurar todo aquello que la catástrofe deshizo, y aceptar también lo que no podrá ser rehecho. Que podamos vivir esa jornada sin la urgencia de la fuerza, como en cualquier travesía. 

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Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.