Tan triste como los «Paraguas de Cherburgo»

| Escrituras | 20/07/2022
Nonardo Perea artista queer cubano
Serie fotográfica "Ya no juego con muñecas" de Nonardo Perea
Cuento incluido dentro del libro inédito "Alguien tiene que quererte".

A mi correo han enviado una encuesta donde hacen preguntas acerca de la intimidad y el amor. Según reza en el encabezamiento debe ser contestada en menos de 24 horas y enviarse a la página web: mujeres de hoy. Luego sería revisada por una comisión de especialistas que se encargarían de seleccionar las tres más sobresalientes, para ser publicadas en el próximo número de la revista digital: Romantic Time.

El sujeto que me la hizo llegar, un tal, Gonzalo Mendoza había errado pues algo así solo atañía a amas de casa y a fervientes adoradoras de Corín Tellado. Aunque repasando las últimas preguntas me sentí animado, por lo que comencé a rellenarlo con la inmediatez que se precisaba en el asunto.

¿Es cursi, la palabra amor?

Prefiero el vocablo sexo, tal vez por ser esta una palabra mas abarcadora, el sexo encierra ternura, violencia. En ella esta inmerso lo prohibido, la pornografía. Pueden entrecruzarse tanto pasiones intensas como sentimientos reprimidos que varían en dependencia del tipo de individuo. ¡Sí! Porque cada persona tiene la posibilidad de experimentar disímiles estados anímicos, incluso, un asesino en serie podría sentir especial adoración por alguna de sus victimas sin llegar a deshacerse nunca de ella, y algo semejante no puede tratarse de otra cosa que de amor.

Serie fotográfica "Ya no juego con muñecas" de Nonardo Perea
Serie fotográfica «Ya no juego con muñecas» de Nonardo Perea

¿Cree que en la intimidad el rendimiento de un hombre negro, puede ser mejor que el de un hombre blanco?

Estaba en la tercera pregunta, y parecía destinada a un entrenador deportivo. Leyendo la segunda no me sentí bien, y aunque sabía que todas debían ser contestadas opté por dejarla en blanco.

He tenido sexo con hombres negros y blancos, pero no he sido capaz de discernir las diferencias, solo sé que los hombres negros, algunos, besan en la boca con lengua, y antes de meter las manos donde quieren, se sientan en una esquina de la cama y en un minuto me cuentan de su mujer y los respectivos problemas. Los hombres blancos, algunos, también besan con lengua, y antes de meter las manos donde quieren se sientan en una esquina de la cama y en un minuto me cuentan de su mujer y los respectivos problemas. Eso me hace pensar, que tanto hombres negros y blancos son seres muy comunicativos, y por lo general en la intimidad ambos luchan por conseguir aquello que sus mujeres se rehúsan a darles.

Lo del rendimiento es algo superfluo, unos sobresalen más que otros, y otros no son tan satisfactorios. Tengo la certeza de que las razas no tienen nada que ver con el asunto.

Desconfié de la respuesta, ciertamente no creí haber entendido del todo la pregunta. Releí la número dos de la encuesta y esta vez sentí melancolía, una sensación como de haber ingerido pastillas con alcohol. Casi lloro, pero me contuve, y sin mucho ánimo fui a la cuarta pregunta.

¿De los objetos que usa o tiene en el hogar, cuál distingue como un elemento erótico?

Con esta comencé a desconfiar de la revista, más que de algo serio, parecía tratarse de una broma. Por mi parte no supe si ser sincero, o que lo mejor era inventar una contestación similar de estúpida e intrascendente. Pero no lo hice.

En casa, tengo una gran variedad de frascos de vidrio. Colecciono botellas, de las cuales unas son alargadas, y otras no tanto, algunas se diferencian por su grosor y colores. A todas les he otorgado un nombre. Las más insignificantes en tamaño tienen nombres muy cortos, y las que sobresalen por su altura les he puesto nombres más viriles, como, por ejemplo: Alessandro, Napoleón, etcétera, etcétera. Yo mismo he confeccionado botellas de cerámica que sobrepasan los cinco metros, a estas les he conferido nombres largos y compuestos.

Desde hace unas semanas, he comenzado a acaparar tubos de desodorantes. A estos solo los diferencio por sus olores. La colección va en aumento, y para ser franco, es muy bonita.

Serie fotográfica "Ya no juego con muñecas" de Nonardo Perea
Serie fotográfica «Ya no juego con muñecas» de Nonardo Perea

¿Se ha masturbado alguna vez pensando en el amor, o nunca se ha masturbado?

Me hago pajas con frecuencia, pero no recuerdo haberlo hecho alguna vez pensando en esa frase. En ese instante de frenesí o nirvana suelo anular ciertos sentimientos, y es que prefiero ocupar la mente en imágenes mucho más sugestivas, pensar tal vez en algunas celebridades: Brad Pitt y sus fotografías tomadas in fraganti, donde se le ve tan real, desnudito, untándose crema en el cuerpo. O pienso en las fotos donde aparece Bruce Willy, haciendo jogging en una playa nudista, casi excitado por el movimiento y el roce continuo de la pinga contra sus muslos.

Definitivamente, nunca, jamás, me he hecho una paja pensando en el amor.

Pude haber continuado respondiendo la encuesta, pero llegué a un punto en el que comencé a sentirme incómodo, reducido al tamaño de una pasa. Me vi sentado allí, dejando correr el tiempo en vano, dándole respuesta a un formulario que me hacía parecer un imbécil, leyendo un montón de preguntas que de ser contestadas no resolverían ninguna de mis carencias afectivas.

Determiné dar un clic en borrar y desaparecí el mensaje, todo no era otra cosa que un juego inútil. Apagué la máquina y me fui a la calle. Caminé más de diez kilómetros y sentí mucho cansancio. Tengo mala la circulación, pero no le di importancia al dolor, ya estaba acostumbrado a las caminatas y a la búsqueda incesante de ese alguien añorado. De regreso, no dejé de pensar en la incontestada pregunta de la encuesta, y en cómo se les pudo ocurrir preguntar: ¿Cree que hay muchas personas solas?

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