Gestación subrogada | Las feministas liberales vienen a “salvarnos” una vez más

"¿Qué es lo que realmente está en juego en el proyecto abolicionista de la gestación subrogada?"

22/04/2023
Mujer de Nicaragua vendiendo en la calle
"¿Qué es lo que realmente está en juego en el proyecto abolicionista de la gestación subrogada?". Foto: Marlen Gutiérrez / Alas Tensas

El tema de los derechos reproductivos ha sido históricamente un punto de divergencia dentro los feminismos. Las discrepancias que, desde siempre marcaron las disputas sobre el derecho al aborto, ahora también abren una línea divisoria entre las abolicionistas de la gestación subrogada y las feministas que defienden el derecho a la autonomía reproductiva. Particularmente me posiciono en el segundo grupo. 

Tal vez sea precisamente esa tensión que pulsa dentro de los movimientos feministas contemporáneos, uno de los puntos que enlaza una discusión que sucede en Europa (España) con los territorios del sur global, de América latina, Abya Yala

Como reseña una reciente publicación del medio El País del 6 de Abril de 2023:

Ana Obregón se convirtió en la protagonista del debate mediático y político. La noticia de que había recurrido a un vientre de alquiler en Estados Unidos para volver a ser madre tras la muerte de su hijo, Aless Lequio, fue la más comentada en las redes sociales, en las portadas de los periódicos e incluso en el Congreso de los Diputados”. 

Existen varias polémicas en torno al caso, algunas de las cuales penetran el campo jurídico-administrativo pues a pesar de que la gestación subrogada fue realizada en Estados Unidos, país que acoge esta práctica reproductiva, la bebé nació en el Estado de Florida, territorio en el que se exige que los padres de intención estén legalmente casados y que al menos uno de ellos tenga vínculo genético con el bebé. Esta última condición se cumpliría si consideramos que la bebé es fruto de un óvulo donado junto con el esperma congelado del fallecido hijo de Ana Obregón.

De todas formas no me interesan aquí esos detalles que pueden ser acompañados en los diferentes medios que le han dado seguimiento al caso. Mi foco de debate en esta columna es el argumento según el cual la gestación solidaria en España, es considerada como un tipo de violencia contra la mujer, siendo por tanto prohibida desde el año 2003. Es decir, la prohibición supuestamente estaría protegiendo a quienes decidan prestar sus vientres, contra una violencia supuestamente ejercida por los padres de intención.

«Para las abolicionistas de la gestación subrogada este trabajo reproductivo pagado constituye un tipo de explotación de los cuerpos de esas mujeres». 

Si el problema es la violencia contra las mujeres, pudiéramos preguntarnos por la selectividad de esa conmoción que ve violencia en la decisión de algunas mujeres de envolverse en un trabajo reproductivo pago: albergar en su vientre por 9 meses el hijo de terceras personas. Para las abolicionistas de la gestación subrogada este trabajo reproductivo pagado constituye un tipo de explotación de los cuerpos de esas mujeres. 

Campesina cubana alimentando a sus cerdos y gallinas.
Campesina cubana alimentando a sus animales. Foto: Aimara Peña

Algunas preguntas sobre esa conmoción selectiva

Dado que las posturas abolicionistas recurren a una moral sexual y reproductiva, vale la pena establecer algunas asociaciones: ¿Por qué la trabajadora sexual y las mujeres que practican la gestación subrogada son explotadas, pero, dentro de esta lógica, la trabajadora migrante y sin papeles de una empresa privada o la trabajadora doméstica mal pagada no lo son?

Tanto la migrante sin papeles como la trabajadora doméstica gozan de un estatus social bajo, sometidas a una baja remuneración, a condiciones de insalubridad en el trabajo, a derechos laborales precarizados. Ambas usan el cuerpo como fuerza de trabajo. O sea, quién es quien no lo usa? Yo misma escribiendo este texto tengo todo mi cuerpo como principal instrumento de trabajo.

Nicaragua: un país de mujeres subempleadas y jefas de hogares que mantienen solas a sus familias
Gran parte de las familias latinoamericanas están lideradas por una mujer. Foto: Marlen Gutiérrez / A.T.

El problema es cuando se trata de determinadas partes del cuerpo: el útero o la sexualidad de las putas; el problema es cuando algunas mujeres deciden subvertir, hasta cierto punto, el control capitalista y decidir por sí mismas cómo vender su fuerza de trabajo. Al final todo el mundo la vende, no obstante ciertos feminismos reformistas insisten en colocar la disputa entre mujeres sagradas y mujeres profanas cuando el punto central es la explotación capitalista que afecta, sin excepción, a todas las trabajadoras que no son burguesas ni blancas como estas “salvadoras feministas”. 

Un poco de historia feminista para entender las diversas madejas enredadas en el campo reproductivo

En los inicios de la lucha por derechos reproductivos en el contexto estadunidense, mientras mujeres blancas y de clase media tenían derecho a embarazos planificados mediante las diversas formas de control de la natalidad (acceso a anticonceptivos y abortos), mujeres negras y de minorías étnicas eran sometidas a esterilizaciones involuntarias, una bien conocida política racista de control de la natalidad. 

Mujer sostiene cartel contra la esterilización forzada en Estados Unidos.
Protesta contra la esterilización forzada en Estados Unidos. Foto: Timeline.com

Otro punto de esa disputa histórica que marcó la década de los ´70 en países como Estados Unidos es que, como relata Angela Davis en uno de los capítulos de Mujeres, Raza y Clase, muchas veces la reivindicación del derecho al aborto por parte de mujeres negras y latinas en el contexto estadunidense no respondía tanto a un deseo de verse libres de la gravidez, sino a las condiciones económicas precarias que implicarían para ellas traer hijos al mundo. Por tanto, al considerar derechos reproductivos es imprescindible tener en cuenta vectores de raza y clase. 

Históricamente las políticas de esterilización y control de la natalidad de mujeres racializadas han tenido como base idearios eugenistas propios de las cosmovisiones europeas, cosmovisiones estas que se enuncian como culturas de “orden, progreso, civilización” y, a partir de ahí, se autorizan a intervenir y a aniquilar culturas, modos de vida, existencias.

Es justamente por ese histórico que debemos observar con recelo esa insistencia de feministas blancas de “salvar a mujeres pobres” de “los peligros” de la gestación subrogada. ¿Qué es lo que está en juego en ese – no tan nuevo – proyecto salvacionista y civilizador? Para mí, dosis excesivas de escrutinio, control y tutela de determinados cuerpos en detrimento de otros. Además, una cooptación de la autonomía reproductiva. Como bien nos enseñan las feministas negras, el feminismo de inspiración occidental y eurocéntrica siempre tuvo efectos bélicos para cuerpos racializados, pobres, migrantes, no burgueses o blancos. Y es desde ese lugar del belicismo disfrazado de proyecto salvador, que estas feministas vuelven al ataque. 

¿A quién se criminaliza con este feminismo salvacionista?

Ese rastro, ese lastre que insiste en detener el derecho radical a decidir sobre nuestros cuerpos sobre la base de la autonomía y el consentimiento informado, como dos condiciones que, si no únicas, serían centrales en un ejercicio de emancipación. Es bastante conveniente para este feminismo liberal aprovechar la posición de privilegio de Ana Obregón (blanca, rica) para alimentar su proyecto abolicionista. Sin embargo, los efectos de ese proyecto continuarán cooptando la autonomía reproductiva de las minorías sociales dentro de las que no se encuentra Ana Obregón.

¿A quién se criminaliza con este feminismo salvacionista? A las mismas que han estado jodidas históricamente. Mientras el foco sea ese, y no la desigualdad estructural, las que puedan ir a otro país para costear la gestación subrogada lo seguirán haciendo y las precarizadas seguirán siendo objeto de una tutela que ellas no han pedido. 

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Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.