La fijeza de un árbol —el sicomoro— evoca en Oneyda González una reflexión sobre el exilio, el desapego y la memoria.
Los poemas de Fina García Marruz están entre los más límpidos de nuestra poesía: su conciencia formal es un espejo.
De exilio hablan las imágenes que encontré en mi rutina de caminante, necesitada de un mínimo resguardo.
"Mi relación con el Oriente de Cuba ha sido de permanencia y rechazo. Aprendí a alejarme de él desde muy joven..."
Ese día metí mi lengua hasta lo más profundo de tu garganta, queriendo encontrar el sabor de tu estómago, el de tu digestión.
Se ha tenido que vivir con mucha intensidad para escribir un poemario como Ruinas. Con su lectura nadie queda impasible.
"Él ya nunca sabrá si sus lágrimas fueron sinceras; pero fueron muchas. Recordará, eso sí, la expresión terriblemente desconsolada de los ojos"...
"Ella dijo si al menos tú yo tuviéramos algún recuerdo juntos, cosas nuestras. Entonces él se levantó de un brinco, vamos a hacer ese viaje, lo vamos a hacer".