El ritmo en el poemario “Cirquísima”, de Jessica Pérez Quesada, se impone a lo inevitable y busca maneras de resistir punzadas muy largas y profundas.
Niña, fruto caído: "Cuéntame tus historias / inventadas en el frío / por el miedo a la tempestad / y a las nubes cayendo...".
"La eternidad habita en el abrazo, / cabe toda en la música / que se mide en minutos / y es siempre más pequeña / que la pista de baile".
"¿Por qué fue desprendida / su respiración / si ella careció de pecado de sombra? / Las rosas blancas la bendicen ignotamente".