Poesía cubana | María Lucía Expósito: “Poemas en Sol-edad”
Esta serie imagen-verso, de María Lucía Expósito, es el intento de construcción de una imagen de distintos espacios-contextos donde residen las solitarias.
Esta serie imagen-verso es el intento de construcción de una imagen de distintos espacios-contextos donde residen las solitarias. Dedicatoria combinada para las jóvenes, las estudiantes, las madres, las migrantes, las trans, las ancianas. Catorce fotografías y seis poemas se entremezclan en primera persona, resultado de vivirlo en mis soledades y las de ellas.
A Anna Lidia Vega Serova y Soleida Ríos, poetas magnéticas de mis aposentos.
A Celerina Ramos, anciana resiliente, montera solitaria del Cabo de San Antonio.
I
Hace más de un mes que no me pongo aretes
piensa esta silla automática que hojea
a Lina de Feria
en Bellas Artes.
Frente a la silla unos cristales
jóvenes que fuman químico
en la calle.
Lina de Feria tiene
cadencia en “texto de un crimen”,
piensa desde el parque
el cigarro encendido que ya no espera a nadie.
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II
A esta hora
se habla de más y de amor en los programas de
la radio.
Las noticias recuerdan
el heroísmo de la desdicha
de Julio Antonio Mella.
¡Exactamente las 12!
impugna una voz repugnada de haberlo dicho.
No más ridículo esto
que quien pulsa la 94.1 con la antena de los audífonos.
O cómo se oye, ipso facto,
en la onda de Richard Clayderman,
el himno.
En Radio Enciclopedia
Miller espera a que se descorra el intro
para advertir la eternidad de la trompeta.
A espaldas
del amarillo prepotente de una lámpara
pienso
que la medianoche ahora es un ombligo.
Llevo la goma del lápiz a los labios,
como aparato que busca en el abdomen estéril del silencio
ultrasonidos.
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III
Intento de ser o no ser
una parte silenciosa de esta casa.
Perder el nombre con el que vine,
el oficio sonoro de profunda palabrera.
Convertirme
en pared, hoja seca, ventanal, tendedera.
Permitirme un momento, diez minutos al día
para constar lo que consta en los espíritus mudos, sus secretos.
De noche, aquí, al fondo de la calle Pasaje Oeste
los panaderos
reproducirán su fidelidad por Whitney Houston
las dos horas siguientes.
Mañana, y puede que pasado mañana
entre con 1 cm de diámetro
la imagen en movimiento
(que la luz proyecta en una pared perpendicular)
de los árboles que afuera están abrazando al viento.
En silencio, va también hasta la bodega
una jaba de plástico que lleva otras jabas de plástico
colgando de una mano.
Y sin cruzar palabra escucha que Boyeros
es el último municipio de La Habana
a donde llegan los huevos.
Callados también en la fila se encogen los hombros.
Guardan en el bolsillo la jaba de más que han llevado de menos,
ausencia gestual que exceptúa
el mínimo acto de protesta,
de revirar un momento
los ojos.
La misma razón por la que pude escribir
solo dos textos
donde prometí entregar
seis u ocho.
Porque, mi china,
este barrio es zona de silencio.
Porque, mi querer,
salimos a saludarte en la inauguración,
vestidos con camisas parecidas.
Primero yo y después “Manuel”
para, entre otras cosas, hacerte saber
que después de esta vuelta
te pasaremos de nuevo una cita
por debajo de la puerta.
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IV
Hoy es, para las rotaciones,
el día del trayecto harto.
Redundan seis horas anuales
multiplicadas por cuatro.
Un empujón numérico:
la belleza
en la sumatoria del desacato.
Alta Habana / 5 am.
Lustraron doce canciones
las extremidades sucias
de esta casa.
[Ahora]la música sube al cuerpo
como el humo invisible de la mañana.
Pienso que limpiar parece
una buena trampa.
Pero el mismo pensamiento vuelve.
Qué hacer aquí con tantas palabras.
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V
Escribo frente a una puerta de cristal,
en un balcón de la calle Línea.
El sol de las 5 se proyecta a un costado de mi rostro.
Cuánto se siente el tratado que pautaron
los que inventaron el tiempo
sobre nosotros.
La luz en decadencia es una víspera
que no me dejar ver por dentro la habitación,
solo a mí misma.
El lunes comienza la eternidad.
Mañana seré algo similar a
lo mismo,
las edades, esa mierda:
la faz diluida
en un número distinto.
Estoy detenida,
las esperas son como los domingos
para cazar enigmas o verdades.
Pensar habita el cuerpo textual
para desenredar cordones en los mitos.
Es otra forma de elucubrar también esta
la que traen los vientos del suspiro.
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VI
Despertar. El agua llegando.
El agua llegando al edificio me obliga
a volver sobre los pasos de otra noche
con la fuerza efímera
de los últimos pisos.
Asomarme luego a dos balcones,
puntas de flecha de los puntos cardinales.
Al norte el mar,
lenguaje audible,
violencia y la muerte contra las rocas.
Al sureste, Alamar,
la flota interminable de barcos grises.
Los vientos de los balcones se tocan,
juegan brusco en medio de la sala,
entre piernas y brazos invisibles que levantan
los recibos de la luz
y al piso espantan
los pétalos de unos girasoles secos.
Solitaria y provechosa avidez,
la de los elementos.
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