Poesía cubana | María Lucía Expósito: “Poemas en Sol-edad”

Esta serie imagen-verso, de María Lucía Expósito, es el intento de construcción de una imagen de distintos espacios-contextos donde residen las solitarias.

María Lucía, mujer solitaria en Alta Habana. Foto: María Lucía Expósito
María Lucía, mujer solitaria en Alta Habana. Foto: María Lucía Expósito

Esta serie imagen-verso es el intento de construcción de una imagen de distintos espacios-contextos donde residen las solitarias. Dedicatoria combinada para las jóvenes, las estudiantes, las madres, las migrantes, las trans, las ancianas. Catorce fotografías y seis poemas se entremezclan en primera persona, resultado de vivirlo en mis soledades y las de ellas.

A Anna Lidia Vega Serova y Soleida Ríos, poetas magnéticas de mis aposentos.
A Celerina Ramos, anciana resiliente, montera solitaria del Cabo de San Antonio.

I

Hace más de un mes que no me pongo aretes

piensa esta silla automática que hojea

a Lina de Feria

en Bellas Artes.

Frente a la silla unos cristales

jóvenes que fuman químico

en la calle.

Lina de Feria tiene

cadencia en “texto de un crimen”,

piensa desde el parque

el cigarro encendido que ya no espera a nadie.

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Pinar del Río, hogar y alquiler de una anestesióloga migrante. Foto: María Lucía Expósito
Pinar del Río, hogar y alquiler de una anestesióloga migrante. Foto: María Lucía Expósito

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Shayra González Pernía, mujer trans migrante rentada en Víbora Park, Foto: María Lucía ExpósitoDiez de Octubre.
Shayra González Pernía, mujer trans migrante rentada en Víbora Park, Diez de Octubre. Foto: María Lucía Expósito

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Lu Vega, no binario, a las afueras del Reparto Camilo Cienfuegos. Foto: María Lucía Expósito
Lu Vega, no binario, a las afueras del Reparto Camilo Cienfuegos. Foto: María Lucía Expósito

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II

A esta hora

se habla de más y de amor en los programas de

la radio.

Las noticias recuerdan

el heroísmo de la desdicha

de Julio Antonio Mella.

¡Exactamente las 12!

impugna una voz repugnada de haberlo dicho.

No más ridículo esto

que quien pulsa la 94.1 con la antena de los audífonos.

O cómo se oye, ipso facto,

en la onda de Richard Clayderman,

el himno.

En Radio Enciclopedia

Miller espera a que se descorra el intro

para advertir la eternidad de la trompeta.

A espaldas

del amarillo prepotente de una lámpara

pienso

que la medianoche ahora es un ombligo.

Llevo la goma del lápiz a los labios,

como aparato que busca en el abdomen estéril del silencio

ultrasonidos.

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María Antonieta, solitaria estrella. Foto: María Lucía Expósito
María Antonieta, solitaria estrella. Foto: María Lucía Expósito

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María Antonieta, mujer solitaria de 87 años, Boyeros. Foto: María Lucía Expósito
María Antonieta, mujer solitaria de 87 años, Boyeros. Foto: María Lucía Expósito

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III

Intento de ser o no ser

una parte silenciosa de esta casa.

Perder el nombre con el que vine,

el oficio sonoro de profunda palabrera.

Convertirme

en pared, hoja seca, ventanal, tendedera.

Permitirme un momento, diez minutos al día

para constar lo que consta en los espíritus mudos, sus secretos.

De noche, aquí, al fondo de la calle Pasaje Oeste

los panaderos

reproducirán su fidelidad por Whitney Houston

las dos horas siguientes.

Mañana, y puede que pasado mañana

entre con 1 cm de diámetro

la imagen en movimiento

(que la luz proyecta en una pared perpendicular)

de los árboles que afuera están abrazando al viento.

En silencio, va también hasta la bodega

una jaba de plástico que lleva otras jabas de plástico

colgando de una mano.

Y sin cruzar palabra escucha que Boyeros

es el último municipio de La Habana

a donde llegan los huevos.

Callados también en la fila se encogen los hombros.

Guardan en el bolsillo la jaba de más que han llevado de menos,

ausencia gestual que exceptúa

el mínimo acto de protesta,

de revirar un momento

los ojos.

La misma razón por la que pude escribir

solo dos textos

donde prometí entregar

seis u ocho.

Porque, mi china,

este barrio es zona de silencio.

Porque, mi querer,

salimos a saludarte en la inauguración,

vestidos con camisas parecidas.

Primero yo y después “Manuel”

para, entre otras cosas, hacerte saber

que después de esta vuelta

te pasaremos de nuevo una cita

por debajo de la puerta.

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Massy Carram, mujer solitaria en constante mudanza, Centro Habana. Foto: María Lucía Expósito
Massy Carram, mujer solitaria en constante mudanza, Centro Habana. Foto: María Lucía Expósito

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María Lucía, mujer solitaria y migrante, Alta Habana. Foto: María Lucía Expósito
María Lucía, mujer solitaria y migrante, Alta Habana. Foto: María Lucía Expósito

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Maria Antonieta, en su casa en Reloj Club. Foto: María Lucía Expósito
Maria Antonieta, en su casa en Reloj Club. Foto: María Lucía Expósito

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IV

Hoy es, para las rotaciones,

el día del trayecto harto.

Redundan seis horas anuales

multiplicadas por cuatro.

Un empujón numérico:

la belleza

en la sumatoria del desacato.

Alta Habana / 5 am.

Lustraron doce canciones

las extremidades sucias

de esta casa.

[Ahora]

la música sube al cuerpo

como el humo invisible de la mañana.

Pienso que limpiar parece

una buena trampa.

Pero el mismo pensamiento vuelve.

Qué hacer aquí con tantas palabras.

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Lu Vega. Foto: María Lucía Expósito
Lu Vega. Foto: María Lucía Expósito

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Alta Habana, soledad de la tarde. Foto: María Lucía Expósito
Alta Habana, soledad de la tarde. Foto: María Lucía Expósito

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V

Escribo frente a una puerta de cristal,

en un balcón de la calle Línea.

El sol de las 5 se proyecta a un costado de mi rostro.

Cuánto se siente el tratado que pautaron

los que inventaron el tiempo

sobre nosotros.

La luz en decadencia es una víspera

que no me dejar ver por dentro la habitación,

solo a mí misma.

El lunes comienza la eternidad.

Mañana seré algo similar a

lo mismo,

las edades, esa mierda:

la faz diluida

en un número distinto.

Estoy detenida,

las esperas son como los domingos

para cazar enigmas o verdades.

Pensar habita el cuerpo textual

para desenredar cordones en los mitos.

Es otra forma de elucubrar también esta

la que traen los vientos del suspiro.

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Amanda Santana, madre soltera. Foto: María Lucía Expósito
Amanda Santana, madre soltera. Foto: María Lucía Expósito

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Balcón de la calle Línea. Foto: María Lucía Expósito
Balcón de la calle Línea. Foto: María Lucía Expósito

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VI

Despertar. El agua llegando.

El agua llegando al edificio me obliga

a volver sobre los pasos de otra noche

con la fuerza efímera

de los últimos pisos.

Asomarme luego a dos balcones,

puntas de flecha de los puntos cardinales.

Al norte el mar,

lenguaje audible,

violencia y la muerte contra las rocas.

Al sureste, Alamar,

la flota interminable de barcos grises.

Los vientos de los balcones se tocan,

juegan brusco en medio de la sala,

entre piernas y brazos invisibles que levantan

los recibos de la luz

y al piso espantan

los pétalos de unos girasoles secos.

Solitaria y provechosa avidez,

la de los elementos.

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Melisa Cores, cubana migrante a Ecuador. Foto: María Lucía Expósito
Melisa Cores, cubana migrante a Ecuador. Foto: María Lucía Expósito

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Melisa Cores, cubana migrante en Ecuador y anterior residente del barrio periférico capitalino de Alamar. Foto: María Lucía Expósito
Melisa Cores, cubana migrante en Ecuador y anterior residente del barrio periférico capitalino de Alamar. Foto: María Lucía Expósito

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