Feminicidios: la invisibilización y el desafío de mantener la atención y la acción
Otra mujer asesinada en Cuba por razones de género eleva a 18 el número total de feminicidios en lo que va de año.
El pasado 6 de mayo se dio a conocer un nuevo caso de feminicidio en Cuba, elevando a 18 el número total de mujeres asesinadas por razones de género en lo que va de año. La víctima, identificada como Yudely Chongo, de 28 años y madre de un hijo menor, fue presuntamente asesinada por su ex pareja el 18 de abril en la comunidad rural de Manicaragua, provincia de Villa Clara, según exponen el Observatorio de Género de la Revista Alas Tensas (OGAT) y la plataforma YoSíTeCreo en Cuba (YSTCC) en redes sociales.
En el transcurso de 2024, además de los 18 asesinatos registrados, se reportan tres intentos de feminicidio, uno de ellos muy reciente, así como cinco casos cuya confirmación requiere acceso a la investigación policial.
Según la Fiscalía General de la República, hasta octubre de 2023 habían ocurrido 117 crímenes machistas en la isla, aunque no se especificó el período exacto ni si este número incluía los casos en proceso de investigación. Por su parte, las organizaciones feministas independientes notificaron un total de 89 feminicidios confirmados en 2023, más del doble que en el año anterior. Aunque no hay cifras oficiales actualizadas sobre violencia de género en Cuba, las organizaciones independientes alertan sobre este tema y mantienen un registro en tiempo real.
“El movimiento contra la violencia de género en Cuba tuvo un obvio fortalecimiento en 2023. Sin embargo, en 2024, con 18 feminicidios confirmados hasta hoy, no se observa la misma preocupación.”
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, declaró el pasado 8 de marzo que las condenas por asesinatos machistas se triplicaron en 2023 en comparación con 2022, pasando de 18 a 61. Subrayó que, aunque el flagelo de la violencia contra la mujer no alcanza en el país expresiones brutales que se dan en otros, “los casos que aparecen con lamentable frecuencia resultan suficientes para indignarnos y actuar”. No obstante, señaló que las cifras sobre violencia de género son manipuladas por “enemigos de la revolución”.
Según el Mapa de Feminicidios de América Latina, al que contribuyen la OGAT y YSTCC, Cuba sufrió en 2023 el mayor aumento (un 150%) en crímenes asociados a la violencia machista en comparación con el año anterior. Hacia fines de abril de 2023 se habían subregistrado 29 feminicidios en Cuba, y desde febrero de ese año se exigía al gobierno cubano declarar un Estado de emergencia por violencia de género. Esta respuesta colectiva evidencia una sensibilización y movilización social ante la gravedad del problema.
Dada la gravedad de tales acontecimientos, el movimiento contra la violencia de género en Cuba tuvo un obvio fortalecimiento en 2023. Sin embargo, en 2024, con 18 feminicidios confirmados hasta hoy, no se observa la misma preocupación ni demanda de acciones contundentes por parte de la sociedad. ¿A qué se puede atribuir esta aparente mengua en la preocupación por los feminicidios? La invisibilización de los feminicidios, incluso cuando disminuyen su incidencia o sus denuncias, es un fenómeno multifacético que puede explicarse por varios factores interrelacionados.
Deficiencia + Desesperanza
Después de un período de intensa movilización y demanda de acciones, es evidente en la sociedad cubana una fatiga en relación con el tema de la violencia de género. Esto provoca una disminución en la atención y el compromiso con la causa.
“La adopción de políticas punitivas y populistas por las instituciones públicas, junto a la falta de transparencia y el sometimiento de la sociedad civil, contribuyen a aumentar los feminicidios.”
Por otra parte, persiste la ausencia de una estrategia estatal comprensiva para abordar la discriminación contra las mujeres en Cuba.
El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, aprobado por el Decreto Presidencial No. 198 de 2021, “resume el sentir y la voluntad política del Estado cubano de exigir, atender, dar seguimiento y enfrentar, de manera integrada y sistemática, las manifestaciones violentas o discriminatorias en todos los ámbitos de la sociedad”. En concordancia con esto, se aprobó una Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar.
Sin embargo, esa "voluntad política" proclamada en su marco legal no se materializa en medidas suficientes o efectivas para prevenir la violencia de género. En el I Taller Parlamentario por la Igualdad de Género, celebrado en julio de 2023, la investigadora del Centro de Estudios de la Mujer, Mayda Álvarez, afirmó que no todos los organismos han elaborado la Estrategia de Género con su plan de acción específico, ni el Protocolo para la prevención y atención a la violencia de género, como vías para su implementación: “Aún no hay suficiente conocimiento entre los directivos sobre los documentos normativos ―dijo―, no hay seguimiento ni evaluación sistemática del cumplimiento de sus medidas y acciones, y persiste una inestabilidad en el trabajo relativo a la igualdad de género”.
La Ley No. 151, Código Penal, aprobada el 15 de mayo de 2022 y vigente desde finales de noviembre del mismo año, fortaleció las medidas contra quienes perpetren delitos contra la vida, y prescribe sanciones más severas para todos los tipos de violencia de género, discriminación por motivos de odio, identidad sexual, color de la piel, religión, orientación sexual, etcétera. Si una mujer pierde la vida por tales causas, las condenas contempladas van desde 20 hasta 30 años de prisión, cadena perpetua o incluso la pena de muerte.
La adopción de políticas punitivas y populistas por las instituciones públicas, junto a la falta de transparencia y el sometimiento de la sociedad civil, que se ve privada de sus derechos a asociarse, manifestarse o expresarse libremente, contribuyen a la disminución de las denuncias de los feminicidios, así como a la persecución política y la vulnerabilidad de las mujeres, niñas y personas de la comunidad LGBTIQA+.
Quienes han estado activamente involucrados en la lucha contra la violencia de género, ya sea a través de actividades de sensibilización, organización de eventos o acompañamiento directo a las víctimas, se frustran por el esfuerzo constante y la falta de avances significativos en la erradicación de este problema.
Exposición continua ∝ Desgaste
La exposición frecuente a relatos de violencia, especialmente en el contexto de las relaciones de género, tiene un impacto en el bienestar emocional de las personas. Estudios psicológicos y sociales han documentado los efectos negativos de este tipo de narrativas, que van desde el aumento de la ansiedad y la depresión hasta el desarrollo de trastornos de estrés postraumático.
En enero de este año, la especialista en prevención y trabajo social de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Mayra Díaz García, hizo una declaración preocupante en el programa de televisión “En buen cubano”, que se transmite por Cubavisión Internacional. Según sus palabras, la Consejería Nacional de Violencia de la FMC atendió a un total de 130 o 140 personas durante ese año. Esta cifra es sorprendentemente baja y se asemeja a la cantidad de mujeres atendidas por la plataforma independiente YSTCC, que atendió 118 mujeres a través de su “Línea de Apoyo”. Es importante destacar que YSTCC opera con recursos mínimos y bajo presión gubernamental.
“El desinterés ante la violencia de género es preocupante. La energía y el tiempo que demanda esta lucha, y la dificultad para conseguir cambios tangibles, hacen que algunas personas se desanimen.”
Las periodistas oficialistas Ania Terrero y Dixie Edith, en un artículo para Cubadebate, cuestionaban si había o no un aumento de feminicidios. “¿Estamos ante una ola de femicidios en Cuba? Es difícil saberlo, no conocemos si efectivamente están muriendo más mujeres, o si ahora nos enteramos más. No tenemos todos los datos que necesitamos”.
Al respecto, Yanelys Núñez, una de las coordinadoras del Observatorio de Género de Alas Tensas, explica que “no hay información pública con la que contrastar y verificar lo que nosotros vamos investigando”.
En el ámbito del activismo y la defensa de los derechos humanos, suele ocurrir que quienes están constantemente expuestos a estas historias se abruman por la magnitud del problema y sienten que a pesar de sus esfuerzos no logran generar un cambio significativo. Esta sensación de impotencia puede ser aun más intensa en contextos donde la violencia de género ha arraigado en las estructuras sociales y se encuentra normalizada.
En tales casos, es válido y hasta necesario que las personas se protejan del desgaste emocional. Cuidar la salud mental y emocional es imprescindible para mantenerse fuertes y comprometidos a largo plazo. Esto requiere establecer límites saludables en cuanto a la cantidad y el tipo de contenido relacionado con la violencia que se consume, así como buscar apoyo terapéutico cuando sea necesario.
El distanciamiento como mecanismo de defensa es una estrategia comprensible para protegerse del dolor y la angustia asociados con este tipo de eventos. Lo cual no significa desinterés o falta de compromiso. Es solo una forma de autoprotección necesaria para mantener la salud mental en un contexto que puede ser desgarrador. Sin embargo, es importante encontrar formas de mantener el compromiso y la solidaridad con la causa, de manera que sea sostenible a nivel emocional y contribuya a la lucha contra la violencia de género en el largo plazo.
Normalización = Invisibilización
La normalización de la violencia de género es un fenómeno que arraiga en las estructuras sociales, y estas estructuras contribuyen a perpetuar la desigualdad entre hombres y mujeres. A lo largo de la historia, las sociedades han tendido a minimizar, justificar, o incluso glorificar la violencia contra las mujeres, lo que contribuye a su invisibilización.
La apatía y el desinterés ante la violencia de género son preocupantes. La energía y el tiempo que demanda esta lucha, y la dificultad para conseguir cambios tangibles, hacen que algunas personas se desanimen y, lamentablemente, se vuelvan indiferentes ante esta grave realidad.
“La normalización de ciertos comportamientos machistas contribuye a la percepción de que la violencia de género es inevitable.”
Una nueva solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género, entregada el 5 de diciembre de 2023 por miembros de la sociedad civil cubana a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), tenía como antecedente otra que se entregó a la propia Asamblea el 21 de noviembre de 2019. En aquella ocasión, la Oficina de Atención a la Población de la ANPP comunicó a las peticionarias que, aunque la violencia de género era un tema relevante en el país, no se incluiría la discusión de una Ley Integral contra la Violencia de Género en el cronograma legislativo aprobado.
La solicitud actual cuestiona la falta de efectividad de acuerdos como la Estrategia Integral de Prevención y Atención a la Violencia de Género y en el escenario familiar. Además, expone el estado de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres cubanas. En mayo de 2023, el OGAT y la plataforma YoSíTeCreo en Cuba presentaron una serie de demandas a las autoridades cubanas. Estas incluían la tipificación específica del delito de feminicidio, la implementación de protocolos integrales de prevención y atención a las personas afectadas por la violencia de género, la creación de refugios y sistemas de rescate para mujeres en peligro, la legalización del activismo, y el fomento de una perspectiva de justicia y reparación para las víctimas. Sin embargo, hasta la fecha, esas solicitudes no han sido atendidas.
La exposición continua a la violencia y la falta de resultados visibles agotan la capacidad de las personas para empatizar y comprometerse activamente en la lucha contra la violencia de género. Además, la normalización de ciertos comportamientos machistas contribuye a la percepción de que la violencia de género es inevitable. La minimización o la ignorancia de los feminicidios, incluso cuando su frecuencia parece disminuir, refleja una peligrosa aceptación de la violencia contra las mujeres como si esta fuese algo natural en la sociedad.
No podemos permitir que los feminicidios o cualquier forma de violencia de género se asuman como un “costo” aceptable. Debemos contrarrestar este fenómeno; necesitamos un compromiso continuo con la educación, la sensibilización y la acción colectiva.
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