Vindicación feminista del Oscar 2022
"Frente al despliegue de 'machería' que en lo inmediato eclipsó todo lo demás, varias mujeres protagonizaron los momentos más alegres y gentiles de la gala".
Aunque un poco a deshora, hoy quiero compartir mi visión sobre la gala de los premios Oscar que tuvo lugar unas semanas atrás.
Para no demorar el asunto, diré que soy de quienes consideran toda la actitud de Will Smith de pésimo gusto (a sabiendas de que esta categoría puede parecer superflua y "aburguesada"), como de mal gusto fueron también las bromas de Chris Rock, no solo la relacionada con Jada. Pero el daño general hubiese sido menor si el primero, en lugar de robarse la escena poniendo en ridículo no solo su persona y la del presentador sino la de su esposa (por segunda vez), hubiera esperado por ella para responder. Porque en medio de todo Jada Pincket quedó como foco y como espectadora casi sin nada que hacer o decir que no la hiciera quedar mal de una forma o de otra. Pienso que su silencio (en el que continúa) relativo a ese tema ha sido la mejor decisión.
Por suerte, frente a este despliegue de “machería” que en lo inmediato eclipsó todo lo demás, varias mujeres protagonizaron los momentos más alegres y gentiles del día. Estos fueron algunos:
Uno: A sus pies
Nuevamente Lady Gaga se ganó la simpatía de público y prensa con su manifiesta admiración y consideración por las leyendas. Esta vez supo enternecer a la audiencia con su trato hacia Liza Minnelli, guiándola y ayudándola a completar su tarea de anunciar el Oscar a Mejor Película.
Pues Liza Minnelli salió al escenario del Dolby Theater ese día sentada en una silla de ruedas y dando señas de una fragilidad y desorientación que fueron achacadas a su edad y problemas de salud. Sin embargo las declaraciones de un amigo cercano a la artista afirmaron luego que la dirección de la gala había “boicoteado” su aparición en escena y que ella estaba tranquila, pero contrariada y decepcionada por haber sido obligada a ser vista de una forma que no deseaba.
Explicó que Minnelli, que fue invitada a protagonizar el momento más esperado de la ceremonia como tributo por los 80 años del clásico Cabaret, debido a sus problemas de espalda había aceptado participar con el acuerdo de aparecer sentada en una silla-tijera de director. Pero ocurrió que justo antes de su presentación, le negaron esta dignidad. Se especula que el incidente Rock-Smith descolocó a los organizadores del evento quienes, por temor a un nuevo “imprevisto”, decidieron de último minuto “asegurar” a la artista sentándola en la silla en que finalmente apareció. Según los medios este cambio repentino pudo ser el motivo de su turbación. (Gracias de nuevo, Will Smith.)
Afortunadamente Gaga pudo embellecer la situación.
Dos: Gracias a Dios por los perros
El 31 de diciembre pasado moría a sus 99 años otra leyenda del cine y la televisión: la dulce y cómica Betty White, que defendió los derechos de la comunidad LGBTIQ e hizo activismo por el bienestar de los animales. Su homenaje llegó en brazos de Jamie Lee Curtis, que quiso recordarla en esta última faceta y se trajo consigo al escenario a una perrita rescatada de las calles y procedente de los refugios de la ONG PawWorks. Curtis sugirió al público que para honrar la memoria de Betty White consideraran adoptar mascotas abandonadas.
Como parte del homenaje, la artista decidió basar su indumentaria en la moda sostenible y promover el trabajo de Stella McCartney, diseñadora comprometida con la defensa de los animales y la protección ambiental. Junto con la compositora Diane Wane, Jamie Lee Curtis aprovechó también la visibilidad de la gala para pronunciarse sobre los refugiados del conflicto bélico en Ucrania.
Tres: MANERAS DE USAR una ALFOMBRA ROJA
De cara a la prensa, Kristen Stewart es una celebridad escurridiza. No es un secreto que le incomodan las normas y las clasificaciones de toda índole y que, en la medida en que su profesión se lo permite, le gusta conservar un margen de impredictibilidad.
Como actriz, por ejemplo, ha transitado por una cinematografía más o menos outsider (es el caso de su desempeño en una película de autor como Personal Shopper) tras haber sido por años el ícono femenino de una franquicia adolescente sobre vampiros y hombres lobos (Crepúsculo). Luego sorprendió arriesgándose con el doble filo de un rol como el de Diana de Gales en la producción comercialmente ambiciosa de Spencer, lo cual la mantuvo por meses en el foco de la crítica, el público y la prensa.
Otra forma en que canaliza su rebeldía es mediante su relación con la moda. Como embajadora de Chanel fue favorita de Karl Lagerfeld, quien seguramente vio en su actitud desgarbada y un poco varonil el potencial para apropiarse la esencia sofisticada y vanguardista de su sello como diseñador. Es así que, en complicidad con la casa de alta costura, Stewart ha orientado su irreverencia hacia la etiqueta de los eventos más notables de la industria del cine, desafiándola con cierta insolencia, pero también con el buen gusto que da la naturalidad. Mientras juega por momentos con lo queer y lo andrógino deja claro que en tiempos de reivindicaciones de género y de identidades flexibles tales requisitos, además de coercitivos, están muy obsoletos. En Cannes, en 2018, se rebeló contra el código de vestimenta que exige a las mujeres asistir en tacones, caminando descalza por la alfombra roja. Días después lo hizo usando zapatos planos en uno de los eventos de ese festival. Esta vez respondió a la exigencia del Oscar de ir con atuendo de gala (faldas o vestidos largos las mujeres) presentándose… como ven en la foto:
Kristen Stewart tampoco hace caso de las suposiciones y denominaciones de uno u otro tipo concernientes a su vida sexual, pero también aprovechó su paso por la alfombra roja para protagonizar un momento de visibilidad lésbica besándose con su novia frente a las cámaras.
CUATRO: LA REPRESENTACIÓN IMPORTA
Por su parte, el Oscar de Ariana DeBose gracias a su interpretación de Anita en la nueva West Side Story, ha sido uno de los más aclamados. Además de su ascendencia afrolatina y su físico mestizo, DeBose se identifica abiertamente como queer. La superposición de identidades marginadas que confluyen en ella es lo que hace que su triunfo sea tan importante.
Siempre habrá quien diga que el suyo (o el de Jane Campion, por ejemplo) fue un premio matizado políticamente. Pero incluso si así fuera, eso no las hace menos merecedoras. Una motivación política no contraviene necesariamente la justeza de un premio. Y ¿por qué no sentar, si es posible, un precedente a favor de equilibrar la balanza para hacer del mundo un lugar algo mejor para todos? Así quedó dicho en el discurso de aceptación de la artista cuando concluyó: “Para cualquiera que haya cuestionado tu identidad alguna vez (…), o si te encuentras viviendo en una zona gris, les prometo esto: existe sin duda un lugar para nosotros.”
La representación importa.
CINCo: El legado de Jane Campion
Farándula aparte, para mí lo más relevante de todo fue la entrega del Oscar en la categoría de Mejor Dirección a la neozelandesa Jane Campion, tercera mujer en ganarlo en la historia de la Academia.
A Jane Campion la admiro. Además me simpatiza y, por supuesto, me gusta su cine: el sello de sus películas, románticas y viscerales. Las relaciones entre el poder y la sexualidad; las formas tanto explícitas como taimadas de la violencia en la vida privada; la inhibición y el desbordamiento de las pasiones; la fuerza y la soledad de mujeres expuestas a los espacios y situaciones del patriarcado más hostil y su mirada irreverente sobre las masculinidades conectan obras maestras como El piano y El poder del perro a través de una distancia de casi 30 años.
Ella lleva décadas marcando hitos en una de las industrias que más ha reforzado y más provecho ha sacado de la objetivación de la mujer en el último siglo 1, uno de cuyos resultados ha sido la postergación de la presencia femenina en importantes roles cinematográficos distintos de la actuación. No por gusto en la gala del Oscar 2020 Natalie Portman apareció vistiendo una capa con varios nombres de directoras de películas de ese año bordados en su solapa como reclamo a la Academia, dado que, a pesar de sus méritos, ninguna había sido incluida en la lista de nominados.
En 1993 Campion se convirtió en la primera mujer en ganar en Cannes la Palma de Oro (considerado el galardón más prestigioso del cine de autor) a la Mejor película con El piano; y en 1994, con el mismo filme, fue la segunda mujer en la historia del Oscar nominada en la categoría de Mejor dirección. En esa ocasión el premio fue para Spielberg por La lista de Shindler. Campion obtuvo el de Mejor guion original, al que también había sido nominada. Pero en la edición de este año, se convirtió en la primera mujer en ser nominada dos veces por Mejor dirección, y en la tercera en ganarla. Se encontraba compitiendo con Spielberg otra vez.
Con estos y otros muchos reconocimientos cosechados a lo largo de su carrera, Jane Campion constituye un referente colosal dentro de un mundo dominado por hombres. Su legado, subversivo en lo ético y en lo estético, es fuente de esperanza e inspiración para numerosas mujeres en la industria cinematográfica. Al cine en tanto arte ha contribuido con la profundidad y la belleza de su mirada y su sensibilidad, que es de una potencia femenina abrumadora, pero a la vez única y personal.
1 En entrevistas y ruedas de prensa con el elenco de Marvel, por ejemplo, Scarlett Johansson ha sido blanco reiteradamente de comentarios sexualizantes frente a las preguntas de tipo profesional dirigidas a sus compañeros.
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