“El muro de Helena&Andrómaca”: La legitimación de los dualismos en Ámbar Carralero Díaz

“‘El muro de Helena&Andrómaca’ reflexiona sobre la complejidad de las identidades de mujeres contemporáneas que se ven empujadas a ‘elegir’ entre ser la esposa fiel o la mujer lasciva.”

8 de marzo. De entre las actividades que se me proponen para reivindicar la complejidad y necesidad de un día como este, decido asistir a una conferencia-teatro en la Universidad Autónoma de Madrid. Esta actividad cuenta con el apoyo de Cultura Democrática, de la Unidad de Igualdad de Género (beneficiaria de la I Convocatoria de ayudas para actividades del estudiantado para el 8M — UAM) y del grupo de investigación Marginalia Classica (UAM). Se titula “El muro de Helena&Andrómaca”, por Ámbar Carralero Díaz.

Muchas ideas resuenan en mi mente al abrir esta ventana: un muro que podría ser la muralla de Troya, desde donde las mujeres de los guerreros observan la escena. Me cuadra, porque entre ellas estaban Helena y Andrómaca, pero mis expectativas se difuminan y cierta curiosidad me sorprende cuando leo el subtítulo: “Podcast de un cuerpo invadido por múltiples voces”. Y la tensión sube a más al observar el cartel, donde se superponen rostros femeninos que se desdibujan.

Al acceder a la sala empiezo a pensar que este acto va a ser diferente. Sillas en círculo, alrededor de una mesa vestida con un mantel de cuadros de un rojo intenso. Se aprecian varios objetos sobre la misma: una manzana, más roja que el mantel, unas galletitas de chocolate y unos libros, entre los que reconozco la Ilíada, el Kamasutra, la Poética de Aristóteles, 50 sombras de Grey. Mientras tanto nos acogen unos hashtags que van pasando en la pantalla… y empieza.

Tras una breve presentación de la asesora del acto, Rosario López Gregoris, allí viene la ponente —¿o actriz? ¿o ponente&actriz?— La expectación inicial y la intriga se mueven en un laberinto, no tengo ni idea de lo que va a pasar, pero sonrío cuando ella misma se sincera y nos avisa: desde su posición, tampoco sabe qué va a pasar. Nos pone en situación, nos habla de un momento de dificultad, de búsqueda de su identidad, que le acarreó más preguntas que respuestas, pero que terminó en la escritura catártica de este poema dramático.

Alrededor de lo que parece un altar, rodeado de figuritas de santas o no tan santas, nos presenta a las Troyanas (y a algunos de sus hombres): la matriarca Hécuba, la ¿enloquecida? Casandra, la miserable Políxena, junto con Helena, la bella, y Andrómaca, la mujer de Héctor, el héroe.

Vuelvo a mi idea de la muralla de Troya, desde donde las mujeres observan, pero enseguida descubro mi error: el muro es el muro, el perfil de una cuenta en redes sociales; y quien escribe no es Helena, ni Andrómaca, sino Helena&Andrómaca.

Se abre así, entonces, la ficción metateatral con la que Ámbar Carralero Díaz aprovecha el trampolín de los modelos femeninos clásicos para reflexionar sobre la complejidad de las identidades de mujeres contemporáneas que se ven empujadas a “elegir” (si es que de verdad existe una elección) entre dos antónimos: la esposa fiel o la mujer lasciva y desenfrenada. ¡Anda! Resulta que es exactamente lo que ocurría ya a Helena y Andrómaca, esculpidas por los textos épicos y definitivamente fosilizadas por la tradición posterior.

Los contrastes binarios abundan, hace falta una pizarra en blanco para explicarlo, junto con un supuesto diagnóstico de trastorno de bipolaridad crónica. Así que empiezan las reacciones de Andrómaca, por un lado, y Helena, por otro, ante la situación de inestabilidad. La primera decide solucionarlo pariendo a un hijo, la segunda saliendo de fiesta; una busca vacaciones en pareja, la otra vivir su sexualidad libremente; una hace yoga, la otra se tatúa y empieza a ir al gimnasio todos los días, etc.

Se enfrentan la culpa y la austeridad, la reivindicación de la lacra de todas las mujeres a partir de Helena, e incluso desde Pandora, Eva o Lilith, de contra a aquella que lo ha hecho todo como estaba establecido, sin molestar a su marido, y aún así no se encuentra.

En una avalancha de sensaciones, que nos llevan de Grecia a Cuba, del pasado al presente, de lo correcto a lo perverso, y todos estos mismos movimientos del revés, Ámbar Carralero Díaz nos deja, otra vez, con más preguntas que respuestas: ¿de verdad no ha cambiado nada desde los tiempos de la guerra de Troya? ¿de verdad seguimos viviendo con el peso de la culpa y las limitaciones de una sociedad construida por y para el varón? Pero, sobre todo, ¿de verdad tenemos que ser o Helena o Andrómaca?

Con una sonrisa amarga me levanto para mover mi cuerpo, un cuerpo sobre el que solo yo puedo decidir, con las notas y las palabras de Rocío Durcal, de Miley Cyrus, de Shakira o de Annalie López, de Helena y de Andrómaca, de Helena&Andrómaca.